La Granada de los ‘granaínos’: entre bares, buena música, monumentos y tiendas
La artista Soleá Morente, la cineasta Rocío Mesa, además de historiadores, periodistas, abogados, músicos e ingenieros de la ciudad nazarí comparten sus lugares favoritos
Pedro Soto de Rojas, poeta del Siglo de Oro, dejó reflejada la cualidad hermética de Granada: “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”. Esta metáfora encierra la nostalgia universal que arrastra Granada con solo nombrarla en cualquier parte del mundo. El último refugio árabe de la península Ibérica vive de una leyenda que sigue siendo fiel al misterio y a la magia de sus laberintos. La esencia aérea de la ciudad no solo ofrece múltiples perspectivas de su prodigiosa orografía, sino que muestra que Granada está llena de Granadas: la de los turistas y los artistas, la de los estudiantes y los científicos, la del pasado y la del futuro.
Granada parece haber sido construida de luz y agua. Contemplar cómo la luz barre la Vega al atardecer, ver su proyección en el Albaicín desde la Alhambra o extasiarse ante la puesta de sol sobre la fortaleza roja es un viaje estético. Todo ello acompañado por la constancia del agua que fluye en el subsuelo, una corriente bajo el paseante.
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Pero como no solo de síndrome de Stendhal vive quien la visita, existen lugares y alegrías más terrenales que construyen también la ciudad: los bares, los vinos y las tapas; el indie rock, ese pequeño milagro patrio nacido al abrigo del frío de Sierra Nevada, amén del flamenco; la Granada contemporánea, los rincones escondidos, las librerías y las tiendas de discos.
Una Granada infinita que aquí emerge desde la pasión de un puñado de granadinos ―entre los que son mayoría las granadinas― haciendo honor al carpe diem al que invitaba Lorca: “Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan solo ahora la hemos de gozar”.
“Morente vive”
Soleá Morente. Cantante y compositora.
A esta artista enraizada en la genealogía Morente le cuesta quedarse con unos cuantos lugares de su ciudad porque “Granada es infinita en belleza, en inspiración, en generosidad”. Puesta a ello con devoción y amabilidad, la cantante y compositora se queda con algunos sitios ligados a su memoria emocional. Como el Sacromonte, el mítico barrio donde se crio, “uno de los lugares más bellos de Granada”. Del monte sagrado destaca “toda esa historia de la cultura del flamenco granadino en las cuevas”, además de las vistas que ofrece desde cualquier lugar. “Son bellísimas, son mágicas sobre la Alhambra”.
El colegio al que Soleá Morente acudió de niña estaba situado en pleno Albaicín, frente a los palacios nazaríes: el colegio del Ave María. “Está en la cuesta del Chapiz y es uno de los colegios más bonitos del mundo, me atrevería a decir, no porque haya sido mi colegio, sino porque es un sitio mágico donde desde el pupitre veía la Torre de la Vela, salía a jugar al recreo al patio y estaba viendo la Alhambra en medio de esa vegetación impresionante y tan amplia que tiene el lugar donde está situado”.
La familia Morente siempre ha habitado casas que miran a la Alhambra. Una de ellas estuvo situada junto al famoso mirador de San Nicolás ―hoy convertida en restaurante―, un lugar eternamente lleno de turistas que Soleá considera “uno de los diamantes de Granada”. Su padre bautizó aquel inmueble donde vivieron cuando ella era pequeña como “la Casa de la Tradición y la Traducción”, en honor a las actualizaciones que el maestro realizó en la tradición del cante. “La puesta de sol desde allí es un cuento de hadas, no puede ser más bonita y más inspiradora. No hay persona que no haya pasado por ahí que no se emocione y que no quede completamente enamorada del lugar”. La mediana de la saga flamenca recomienda, además, perderse por la red de miradores del Albaicín porque “son preciosos, históricos y muchos son conocidos pero otros, no”. Señala el de la placeta de Carvajales y Grifos de San José.
A la hora de tomar un vino o una cerveza y tapear en la ciudad, Soleá lo tiene claro: el bar Provincias, a un paso de la catedral y al lado de la plaza Bib-Rambla. ”Se come el mejor pescao frito de toda Graná y es un lugar maravilloso y mágico donde el flamenco, el arte, la buena cerveza, el buen vino y la buena comida rebosan”, asegura. “No conozco a nadie que haya ido y no le haya gustado. Además, es una casa donde reina la música y el amor por la persona y por la obra de Enrique Morente”. Tanto es así que un grafiti en su terraza de calleja reza: “Morente vive”.
Barroco, ciclismo y marisco
Patricio de la Torre. Granadino residente en Berlín. Periodista en Deutsche Welle.
Evocando su lugar natal desde la capital alemana, este enamorado de Granada apuesta por una visita al monasterio de la Cartuja. “Una joya absoluta del barroco que la gente no suele visitar porque viene a Granada pocos días y los invierten en otras actividades más habituales como visitar la Alhambra, Sierra Nevada o los sitios de tapas (a veces más que discutibles)”. La Cartuja forma parte de la Granada de Carlos V, una figura de gran peso en el urbanismo de la ciudad que para este periodista “queda opacada” detrás de la Granada Nazarí y, a gran distancia, la de los Reyes Católicos.
Alrededor de la Granada monumental, la ciudad y la provincia componen un paraíso natural “ideal para los aficionados al ciclismo y, en general, a los deportes de montaña”, añade Patricio de la Torre. Con rutas para bicicleta de carretera o de montaña, Granada ofrece experiencias de cicloturismo para todos los gustos y niveles, “pero es especialmente recomendable visitar el parque nacional de Sierra Nevada”, mucho más que su estación de esquí. “Una ruta por las Alpujarras puede ser muy recomendable para disfrutar de la bici, la naturaleza y los pueblos increíbles que puedes encontrar por el camino”.
Por último, el periodista residente en Berlín recomienda reponerse comiendo delicias marineras en el barrio de la Chana. El Mesón Las Perlas es para este granadino “el mejor sitio de la ciudad para comer pescado y marisco fresco. Acogedor, familiar y con precios más que adecuados a la calidad del producto”.
Secaderos, choperas y un baptisterio romano
Rocío Mesa. Cineasta afincada en Los Ángeles. Directora de ‘Secaderos’ (2022).
Granadina de Las Gabias y con hogar en California (EE UU), la cineasta está a punto de debutar en la ficción con un homenaje tanto a los secaderos de tabaco del paisaje de la Vega como a los vecinos de la zona, protagonistas de su historia. El filme, que lleva por nombre Secaderos, se podrá ver en el próximo festival de San Sebastián.
Por tanto, la primera recomendación de Rocío Mesa es salir de la ciudad y “dar un paseico por la Vega de Granada porque es gloria bendita. Me maravilla el microclima de las choperas y su sonido tan apacible. Llévate una manta, échala en el suelo y échate una siesta a la sombra de los árboles. Camina junto a una acequia hasta que llegues a algún secadero. Siéntete chiquitita a los pies de Sierra Nevada”, recomienda.
Del paisaje de su infancia, Gabia Grande tiene otra invitación clara: “¿A quién no le va a gustar un baptisterio romano del siglo I? Crecí a cinco minutos de este peculiar hallazgo arqueológico” (el famoso criptopórtico de su pueblo hecho viral en YouTube). “Cuando era niña, nos encantaba llamar a la puerta de Encarnita y su hermana (Las Toleas, como eran conocidas en el pueblo) para que nos lo enseñaran”.
De Granada capital y como cineasta adora el Cine Madrigal, el más antiguo de la ciudad, inaugurado en 1960. “Le tengo un especial cariño porque ofrece la oportunidad de ver películas en versión original y cuentan con una programación que incluye una gran selección de cine europeo e independiente”. Asimismo, recomienda no perderse el Festival de Jóvenes realizadores de Granada, que se celebra en otoño y que cuenta “con una programación internacional exquisita con películas independientes y vanguardistas que difícilmente se encuentran en las salas de cine comerciales”. Además ofrece actividades paralelas como conciertos, exposiciones o clases magistrales, dinamizando toda la ciudad.
Junto a la catedral de Granada destaca uno de los centros contemporáneos andaluces: el Centro José Guerrero, del que asegura haberse sentido “muy impactada” cuando se inauguró. “Tenía 17 años y me emocionó especialmente su emblemático cuadro La Brecha de Víznar (1966), sobre el asesinato de Federico García Lorca. Desde entonces este lugar siempre ha sido un refugio para mí, un rincón de vanguardia en mi ciudad donde he encontrado inspiración, no solo en su colección permanente sino también en las interesantes exposiciones temporales que alberga”.
Entre los bares y garitos que frecuenta Rocío Mesa cuando asoma por Granada está el “misterioso y atemporal” Alexander. “Una coctelería speakeasy de estilo británico en mi barrio natal, Los Pajaritos. Hay flores secas por todas partes, rincones a media luz, música jazz. Es como estar en un lugar prohibido y en el salón de una aristócrata, todo a la vez. Mis padres iban a este bar cuando eran jóvenes y yo les he tomado el relevo. Pocos lugares gustan a madres e hijas por igual, pero este es uno de ellos”. Y como la “rockera psicodélica de toda la vida” que la realizadora es, su comunidad ha estado en lugares como Ruido Rosa. “Un lugar mítico, un punto de encuentro para la escena musical y artística granadina y uno de mis bares favoritos desde la adolescencia”. Como guinda, no perdona unas croquetas en Bodegas Castañeda.
Del cementerio a la estación de metro de Jiménez Torrecillas
Ángela González Quesada. Historiadora del Arte.
A esta granadina que ama el arte y su ciudad le gusta perderse por los restos arqueológicos del Palacio Alixares, dentro del cementerio. “Aunque parece tétrico, creo que es uno de los sitios por descubrir de Granada. Tiene la parte antigua e histórica que es maravillosa para dar un paseo”. Dentro del mismo lugar se encuentran los restos arqueológicos de este palacio. “Están bastante bien rehabilitados en una especie de parque, es en uno de mis sitios favoritos de la ciudad”, añade Ángeles González Quesada.
Al otro lado de la colina, en el Albaicín, sugiere un paseo “diferente”: llegar en bus hasta la puerta de Fajalauza (invita a bajarse en el mirador de San Cristóbal) y continuar a pie a la cercana puerta de entrada al barrio por arriba, al lado de la fábrica de cerámica de Fajalauza. Comenzar a bajar y cruzar la placeta Cruz de Piedra, enfilar la calle de San Luis y admirar las ruinas de la iglesia del mismo nombre que pronto se rehabilitará. Enlazar desde allí con el Sacromonte a través de la cuesta de los Chinos (no confundir con la cuesta del Rey Chico, también conocida como de los Chinos, en la Alhambra) y desembocar en la mágica Vereda de Enmedio.
“Un paseo que es descendente muy bonito y muy diferente, donde se ven casas moriscas, se pasa por una de las cuevas más antiguas que hay, se puede ver el aljibe de Santa Isabel la Real, incluso si te desvías un poquito de ese camino, está el mirador de La Rauda, muy desconocido pero muy potente”. En el camino del Sacromonte, en la Vereda de Enmedio, se encuentra el mirador de Las Lomillas, “y desde toda la verea hay unas vistas impresionantes de la ciudad y de la Alhambra”. Desde allí hay dos opciones para esta granadina: o seguir subiendo hasta la Abadía del Sacromonte o bajar a la cuesta del Chapiz e ir callejeando por el Albaicín hasta la Carrera del Darro. En el lado más contemporáneo que ofrece Granada, la historiadora del arte apunta que es parada obligada la estación de metro Alcázar-Genil. Diseñada por el desaparecido arquitecto granadino Antonio Jiménez Torrecillas, “en el futuro será considerado patrimonio, seguro, es una auténtica maravilla y además dentro se encuentran los restos de un albercón del siglo XIII”. A quien le interese el patrimonio conocerá mejor a través de este espacio la Vega de Granada y las almunias andalusíes que poblaron la zona en otra época.
En cuanto a bares, Ángela aporta que Casa Fuensanta es de obligada visita y para tomar una copa se queda con La Estrella, “un lugar más alternativo de los que desgraciadamente ya van quedando menos en la ciudad”.
El templo del ‘indie’ y la gran cuesta de Granada
Pepelu Vázquez del Rey. Mago, abogado y músico de la banda El Niño Garbanzo.
La mítica sala Planta Baja de Granada, sin la que no se entendería ni el indie ni el rock patrio, es uno de los clubes señalados en el mapa de este personaje con múltiples talentos de la ciudad. Alaba la gestión del local de (el grupo) Los escorzo, sus “esfuerzos por tener una programación de calidad, además del gran equipo”. Pepelu Vázquez del Rey recuerda que su primer concierto bajo su techo fue de Eliot Smith y cómo allí ha vivido “grandes noches”. La sala emergió de las cenizas que le provocó un incendio en junio de 2016, pero también ha salido victoriosa de no quedarse como una postal de los noventa. “Este verano salí y vi un colón de gente joven esperando para entrar y me encantó ver llegar la savia nueva al Planta, con lo cual parece que va a ser una sala que va a perdurar si la actualidad musical y el interés de la peña lo permiten”.
A cielo abierto, él se queda con la cuesta de los Chinos (o del Rey Chico) que conecta el paseo de los Tristes con el bosque de la Alhambra (o al revés). Si se hace en ese sentido de subida, “en la primera parte la tienes que penar, claro, que si no hay sufrimiento no hay disfrute. A partir de ahí ya empiezas a ver esos conductos de agua antiguos de la Alhambra, con el Albaicín y la Vega de fondo”. Un lugar en mitad de la ciudad donde hay naturaleza y agua, “con el que se conecta mucho, por ejemplo, cuando hay mal de amores”. El abogado y músico recomienda alguna de las piedras del camino “donde sentarse debajo de un olivo y escuchar la cascada y los chorros que salen de la propia Alhambra”, además de recorrerla en un paseo matinal o a media tarde. “Es tan duro como bonito y me gusta más subir que bajar la cuesta, aunque bajando es verdad que te mete el viaje el Albaicín de frente”.
La última planta del José Guerrero
Blanca Espigares Rooney. Alhambreña, arquitecta y directora de ‘Masquetours’.
Esta arquitecta criada en la calle Real de la Alhambra, que ama la luz de su ciudad y que sería capaz de orientarse con los ojos cerrados por los palacios nazaríes, escoge un espacio contemporáneo como “uno de los más especiales de la ciudad”: la última planta del Centro José Guerrero donde se contemplan a través de un muro abierto las cubiertas de la Capilla Real y de la catedral. “Sentarse en ese banco permite acallar las voces del estrés de la vida actual, contemplando las obras tan maravillosas de José Guerrero y luego girarte para volver en contacto con una misma. Ese banco es terapéutico por la belleza que se contempla desde él. Porque la belleza, sana”.
Otro de sus lugares es el Jardín Botánico, un remanso de paz y belleza en pleno corazón de Granada. “Es particularmente especial cuando el Ginkgo biloba más anciano de la ciudad se torna dorado y reluce como el sol. Es espectacular”.
La arquitecta y guía no se cansa de tomar vinos y tapas en la Taberna Granados. “Su ensaladilla, la sangre encebollada, los quesos. Pero por supuesto siempre antes de nada, se pide un mejorana, una suerte de alquimia de varios vinos”.
La ciudad de las librerías
Enrique Soria. Granadino y catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba.
“Lo bueno de Granada es que están volviendo las librerías de autor y de autora”, celebra este investigador y profesor “exiliado” en Córdoba. “No son supermercados de libros, sino lugares muy recomendables”. Enrique Soria recomienda El tiempo perdido, en el centro. Libros y antigüedades en un local que también tiene sala de exposiciones. “Tiene un gran fondo, desde literatura clásica a una sección de libros japoneses, y lo controlan muy bien. Un sitio magnífico”. Otro lugar que destaca el profesor es la librería Moriarty. “También es muy personalizada, la llevan dos chicas y es más pequeñita, pero muy interesante”.
Viajando de los libros a la gastronomía, Soria lo tiene claro: el restaurante italiano Divino. “Es fantástico, italiano, italiano de verdad. Está mirando al Genil, tiene precios asequibles y un chef de alto nivel. Buena comida y trato amabilísimo”.
El triángulo artístico
Miguel Ángel Moreno Carretero. Artista y gestor de Espacio Lavadero.
El Barrio de La Virgen también es desde hace unos años Distrito Lavadero: unas calles sembradas de intervenciones contemporáneas. Desde la sala de este nombre el artista Miguel Ángel Moreno Carretero gestiona y dispara arte contemporáneo durante el curso. Aunque más allá de bucear en el arte, a este autor le gusta pensar e inspirarse en el paseo de la Fuente de la Bicha, que parte desde el paseo de la Bomba. “Un bulevar agradable en las márgenes del río Genil de un cuidado paisajismo urbano y con Sierra Nevada de fondo”. Como “premio final”, Miguel Ángel Moreno sugiere una cerveza y tapa japonesa en Nagare.
Asimismo recomienda no perderse “el triangulo artístico” comprendido entre la tienda de antigüedades Ruiz Linares, La Madraza y el Centro José Guerrero. “Fernando Carnicero, gerente de Ruiz Linares, tiene la capacidad y el gusto de combinar lo mejor del arte actual granadino con el mobiliario, cerámica y escultura de siglos pasados”.
Como guinda, a le gusta subir hasta el mirador de San Miguel Alto “por sus espectaculares atardeceres”. El ambiente al atardecer, dice, es muy agradable y recomienda la visita a la intervención artístico-arquitectónica en la muralla Nazarí del Alto Albaicín, obra del arquitecto Antonio Jimenez Torrecillas, llamada popularmente “La Tirita”.
Paseos por Granada y unos vinos
Lourdes Martínez y Sergio García. Ingenieros. Granadinos “felizmente exiliados” en Córdoba.
En sus retornos a Granada, uno de los paseos favoritos de esta pareja transita por el barrio del Realejo, callejeando desde el paseo de la Virgen hasta llegar a la calle Molinos, Campo del Príncipe y terminar en el Cuarto Real de Santo Domingo, “bastante desconocido aún, pero con mucho encanto. Y a eso de las 13.00, solemos estar en la puerta de El Diamante, esperando a que abra para tomar uno de los mejores pescaítos fritos, eso sí, bien temprano porque el local se pone a tope enseguida. Y tras un par de rondas rematamos en la puerta de enfrente, en La Tana, uno de los mejores bares de vinos y con las mejores chacinas y platos granaínos”. Un plan más apetecible entre semana, sin bullas.
Otra ruta a pie recomendada por Sergio García y Lourdes Martínez para la tarde parte de el Realejo hasta el hotel Alhambra Palace para, desde ahí, rodear la Alhambra por la cuesta de los Chinos, “maravillosa al anochecer”, terminando en el paseo de los Tristes. “Si vamos bien de piernas, seguimos por el Albaicín hasta Casa Torcuato”. Esta ruta también se puede hacer al revés, “terminando con una cerveza en La Mimbre y un buen jamón ibérico”.
En el centro de Granada, la ruta del barroco granaíno es el tercer paseo que recomienda esta pareja de exiliados en Córdoba. Desde la plaza de la Trinidad hasta la facultad de Derecho, San Justo y Pastor, el Perpetuo Socorro, San Juan de Dios y el monasterio de San Jerónimo, “iglesia también poco visitada pero maravillosa, en un barrio con un ambiente mezcla de estudiantes, guiris y bohemios, con sus tiendas de ropa de segunda mano, el botánico… Aquí, como la oferta es tan amplia, no sabríamos con cuál bar quedarnos, pero por citar uno recomendamos el Catavinos, local superpequeño pero con muy buena cocina”.
Discos Bora-Bora
Paco Escribano. Abogado y bajista de El Niño Garbanzo.
“Uno de mis rincones favoritos de Granada es Discos Bora-Bora en la plaza de la Universidad”. Esta tienda especializada en música y cultura pop y rock es uno de los grandes referentes comerciales de la ciudad, como no podía ser de otro modo en este rincón epicentro del rock. Un refugio que concentra pasión por la música y el coleccionismo en un local repleto de libros, vinilos, carteles y camisetas, donde se hacen showscases y por el que ha pasado todo el mundo de la música popular española y de buena parte del mundo.
“Tiene el sabor antiguo de la barbería donde se puede hacer tertulia y echar una mañana allí tranquilamente hablando con Gonzalo y Mariajo”, comenta el abogado y músico Paco Escribano. “Lo suyo es que acabes llevándote un vinilo que a lo mejor tardas una hora y media en escoger”.
Algo en lo que coincide con la cineasta Rocío Mesa. La directora de Secaderos también propone no marcharse de Granada sin pasar por este templo, ya que ella y su pareja californiana son coleccionistas de discos y, de hecho, él es músico y trabaja en una tienda de vinilos en Los Ángeles. “Por tanto, en Bora Bora nos sentimos como en casa. La selección de discos que tienen es cosa fina y los dueños son gente majísima y muy activa en la vida cultural granadina”, cuenta la realizadora.
Nieve y playa en el mismo día
Elvira Miralles. Amante de la vida y la naturaleza. Educadora social.
Elvira Miralles se siente “muy afortunada” de vivir en Granada y aunque podría enumerar muchas cosas que hacen que sea tan especial la ciudad, se queda con la globalidad de su enclave. “Rodeada de montañas y al mismo tiempo podemos encontrar el mar a escasos 45 minutos. La verdad es que eso es lo que más me gusta, tener la naturaleza tan a mano, poder disfrutar de una excursión por la nieve y en el mismo día poder ir a la playa y comer un pescaíto frito mientras escuchas las olas del mar”.
Marta Jiménez es la autora de ‘Granada de cerca’ (2022), de Lonely Planet.
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