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Del techo de Málaga a los pinsapos de la Sierra de las Nieves: cuatro caminatas bajo el sol otoñal

La provincia andaluza es una de las más montañosas de España y estas rutas senderistas llevan hasta una bella panorámica del Mediterráneo y de la costa africana o a un puente colgante en el corazón de la Axarquía

Rutas por Málaga
Puente de 50 metros de longitud situado en los municipios de Sedella y Canillas de Aceituno, Málaga (España).Alamy Stock Photo

Destino tradicional de sol y playa, Málaga es una de las provincias más montañosas de España. Desde la costa hasta su interior se despliega un enorme abanico de rutas senderistas que atraviesan picos a más de 2.000 metros de altura, bosques de pinsapos, puentes colgantes y también patrimonio histórico. Recorremos cuatro de ellas con otros tantos especialistas que detallan sus principales atractivos. Botas, mochila, agua y a caminar.

Al techo de Málaga por Sierra Tejeda

Cuatro puntos de partida para un mismo destino. A La Maroma, la cumbre más alta de la provincia de Málaga, se puede ascender desde las localidades de Canillas de Aceituno y Sedella por la cara sur y desde Alcaucín y Alhama de Granada —ya en la provincia vecina— por la norte. Estas dos últimas opciones son las favoritas de Mariló Vílchez, montañera empedernida y presidenta de la Junta Rectora del parque natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, donde se ubica el puerto. “Todas son preciosas, pero esas ofrecen más variedad de vegetación, con bosquetes de tejos y arces”, relata quien ha pateado cada rincón de esta extensa reserva por donde pasea una manada de caballos salvajes. La vereda, de siete horas de duración y solo apta para quienes estén en buena forma física, acaba a 2.069 metros de altitud en una meseta de piedra caliza. El esfuerzo tiene premio: una encantadora panorámica sobre el Mediterráneo. Cuando llegan las nevadas invernales, la nieve y el mar se dan la mano en una imagen que sorprende por su contraste.

La Maroma es la ascensión más conocida de estas sierras al Este de la provincia andaluza, pero a su alrededor hay otro buen puñado de opciones menos transitadas, ideales para saborear el silencio en la montaña o imaginar la vida de los maquis que, tras la Guerra Civil, se escondían en refugios construidos en la zona perfectamente camuflados. El Lucero —aún con restos de un antiguo cuartel de la Guardia Civil en su cumbre para vigilar el entorno— y El Cielo son dos de los más atractivos.

Rutas senderistas Málaga, ascenso a la Maroma, caballos salvajes.
Rutas senderistas Málaga, ascenso a la Maroma, caballos salvajes. Nacho Sanchez

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Vílchez es también una enamorada de las subidas a los picos del Navachica y el Almendrón, cumbre rocosa cuyo tramo final se las trae. El punto de partida de la mayoría de estas rutas es el área recreativa de El Pinarillo. Se alcanza por una pista forestal que parte junto a la Cueva de Nerja. Su acceso se corta con mal tiempo y toda la temporada de calor por el riesgo de incendio, así que merece la pena informarse en el Ayuntamiento de Nerja antes de emprender la aventura.

Entre pinsapos y quejigos hacia el Torrecilla

Cuenta el rondeño Rafael Flores que la primera vez que vio un pinsapo, de niño, corrió a abrazarse a él. Es la muestra del amor que tiene por este excepcional abeto que ha sobrevivido desde las últimas glaciaciones. El parque nacional Sierra de las Nieves —el más joven de España— alberga su mayor concentración. Uno de los bosques se ubica en la localidad de Tolox y atravesarlo se parece a viajar en el tiempo. Un alto en el camino permite escuchar sus ramas crujir y el viento silbar. Y retomar la marcha sirve para acercarse hasta el pico Torrecilla, a 1.919 metros de altitud. “Llegar a la cumbre es increíble: las vistas abarcan muchísimo territorio”, destaca Flores, que ejerce de guía senderista con su propia empresa, RF Natura. No le falta razón. Se ven dos continentes —Europa y África— y tres países —Marruecos, Reino Unido y España—. También media Andalucía: la panorámica de 360 grados incluye los picos más altos de Sevilla, Málaga, Cádiz y Granada. Sorprende la grandeza, a tanta distancia, del Mulhacén en Sierra Nevada y sus 3.500 metros sobre el nivel de un mar que, aquí, casi se toca con la mano.

El punto de partida es el área recreativa de Los Quejigales, accesible en coche solo de noviembre a mayo. Tras la inmersión en el pinsapar —por la Cañada del Cuerno o la Cañada de las Ánimas— se alcanza el Puerto de los Pilones, con quejigales de montaña adehesados por los romanos para el pasto veraniego del ganado. De aquella época se cree también que es el Pilar de Tolox, fuente junto a la imagen de la Virgen de la Victoria que ofrece un descanso hasta la dura subida final.

No muy lejos, al otro lado de la A-397, la ruta de El Bosque Encantado, desde Parauta hacia Cartajima e Igualeja, es una alternativa más sencilla y familiar para conocer densos castañares.

Área recreativa de los Quejigales en la Sierra de las Nieves, Málaga.
Área recreativa de los Quejigales en la Sierra de las Nieves, Málaga. Alamy Stock Photo

Cruzar un puente colgante en Canillas de Aceituno

Al naturalista Alberto Escolano le gusta caminar despacio. Lo hace olvidándose del reloj, pero no de los prismáticos. Con ellos observa aves y ejemplares de cabra montés que en temporada fría enfrentan sus cornamentas. El especialista está asentado en el municipio malagueño de Canillas de Aceituno (1.610 habitantes), pueblo blanco de la comarca de la Axarquía que en 2020 sufrió una revolución. La Diputación Provincial instaló entonces un puente colgante para salvar el río Almanchares y completar la travesía hasta otra bonita localidad: Sedella. La estructura, conocida como el Saltillo de Canillas de Aceituno, se ha traducido en miles de visitantes al año. “Es espectacular y ha servido de gran aliciente, pero el entorno ofrece mucho más”, enfatiza Escolano, habituado a ejercer de guía e intérprete de este territorio con actividades que van del senderismo a la observación de orquídeas o estrellas.

El recorrido, de 11 kilómetros, arranca en Canillas y pasea junto a huertas regadas por las acequias medievales. Continúa hasta el puente colgante a 50 metros de altura para luego ascender hasta el Collado de los Pozuelos, fantástico mirador natural. “Tras pasar por un entorno urbano, luego agrícola y más tarde forestal, aquí te encuentras frente a frente con la montaña. Te sientes muy pequeñito”, añade el experto, que lee cada detalle del paisaje. Desde Sedella se puede volver a pie o tomar un autobús hasta Canillas de Aceituno. Allí esperan restaurantes como La Sociedad y El Bodegón de Juan María, famosos por su especialidad: el chivo lechal malagueño.

Parque nacional de Sierra de las Nieves, en Málaga.
Parque nacional de Sierra de las Nieves, en Málaga.Alamy Stock Photo

Lagares, cortijos y un poblado mozárabe en Los Montes

Su cercanía, fácil acceso y las cómodas rutas que lo transitan parecen dar al parque natural de Los Montes de Málaga un estatus inferior a otros espacios de la provincia. Sin embargo, este inmenso pinar —repoblado tras la plaga de filoxera del siglo XIX— salpicado de encinas y alcornoques, alberga buena parte de la historia local. Conocerla es fácil adentrándose en sus itinerarios, muchos aptos para toda la familia. Hay algunas más conocidas, pero una de las más interesantes es la que llega hasta el lagar de Jotrón, una vieja posada con siglos de historia y de la que aún quedan unos cuantos muros en pie. Su arquitectura es puro patrimonio. Parte de los frescos de sus paredes fueron trasladados al ecomuseo Lagar de Torrijos, que también acoge otros muchos elementos tradicionales de la vida en estos montes.

“El silencio que le rodea es la razón por la que muchos senderistas vienen a estos rincones”, explica José Antonio Rosa, presidente de la Asociación de Amigos del Parque Natural de Los Montes de Málaga, quienes organizan un sinfín de actividades en la zona. Como la excursión al lagar de Jotrón, que arranca en el monolito junto al Aula de las Contadoras y pasea por pistas forestales, zigzagueando entre lomas. Para completar un recorrido circular es posible volver por el Alto Jotrón y el viejo poblado mozárabe de la zona, del que hoy solo quedan un puñado de rocas. De vuelta, hay que saborear los platos tradicionales de alguna de las ventas, típicos restaurantes a pie de carretera para recuperar fuerzas para la próxima caminata.

Atardecer desde el Parque natural de los Montes de Málaga.
Atardecer desde el Parque natural de los Montes de Málaga. Alamy Stock Photo

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