Cinco tesoros de la España vacía
En Aragón, Castilla y León y Extremadura existen comarcas poco pobladas, pero llenas de arte, paisajes emocionantes y preciosos pueblos que merecen una visita. Hemos elegido estos, pero hay muchos más
01 Caracena (Soria)
Un barranco en los confines sorianos
La provincia castellanoleonesa cuenta con multitud de aldeas y villas, hoy casi desconocidas, que en otro tiempo fueron importantes centros administrativos de la Castilla medieval. Lugares como Caracena, un pequeño pueblo a 26,7 kilómetros de El Burgo de Osma, del que a principios del siglo XII dependían más de 30 aldeas. También se llega por carretera desde San Esteban de Gormaz, pero una buena excursión es recorrer la senda que permite acceder a la bonita población a pie tras recorrer la hoz del río Adante (o Caracena) desde Tarancueña. A lo largo del paseo, de casi dos horas, se pueden ver buitres y otras rapaces sobrevolando el barranco. A un cuarto de hora de Caracena, por la carretera SO-135, están las ruinas de Tiermes, población celtíbera que los romanos conquistaron en el 98 antes de Cristo, siendo cónsul Tito Didio, y convirtieron en una animada ciudad con teatro, termas y grandes mansiones. Y otra parada imprescindible en la zona: la ermita prerrománica de la Virgen del Val, en el municipio de Montejo de Tiermes.
02 Valderrobres (Teruel)
Castillos medievales entre olivos y almendros
Uno de los pocos lugares de España donde todavía es posible conducir varias horas sin cruzarse con nadie es la comarca aragonesa del Matarraña, al noreste de la provincia de Teruel. Algunos se refieren a ella como “la Toscana española”, aunque sobran las comparaciones en esta tierra de olivos y almendros, con 18 municipios que se cuentan entre los pueblos más bonitos de Aragón. Villas medievales y renacentistas como Beceite o Valderrobres, que vivió su esplendor entre los siglos XIV y XVI gracias a la venta de aceite y azafrán. En esta última localidad, que es la capital de la región, esperan un recinto amurallado con calles adoquinadas, magníficas casas de piedra y un imponente castillo del siglo XII, mandado construir por el rey Alfonso II de Aragón, al que se accede por una puerta almenada sobre el puente medieval de piedra que cruza el río que da nombre a la comarca.
03 San Andrés de Arroyo (Palencia)
Joya cisterciense en la Montaña Palentina
Al norte de la provincia de Palencia, en un radio de 30 kilómetros alrededor de Aguilar de Campoo, se levantan medio centenar de construcciones de los siglos X al XIII que forman una de las mayores concentraciones de arte románico de Europa. El aislamiento de esta región contribuyó a preservar este conjunto de claustros e iglesias, con ejemplos tan sublimes como la ermita de Santa Cecilia, en Vallespinoso de Aguilar; Santa Eufemia de Cozuelos, en Olmos de Ojeda, con influencia del estilo cisterciense, o el monasterio de San Andrés de Arroyo, obra de transición del siglo XIII que muestra el refinamiento que alcanzó el arte románico y cuya joya es su claustro, con delicados motivos geométricos y vegetales en capiteles y columnas. San Andrés de Arroyo es un buen punto de partida para la ruta del románico palentino, que incluye paradas como la iglesia de San Martín, en Frómista, o San Zoilo, en Carrión de los Condes.
04 Valencia de Alcántara (Cáceres)
Ruta megalítica junto al Tajo
Por la dehesa de Valencia de Alcántara, en la comarca de la Raya Norte entre España y Portugal, dentro del parque natural del Tajo Internacional, se reparte uno de los conjuntos megalíticos más ricos de la Península: más de 40 dólmenes bien conservados que se pueden descubrir en rutas de fácil acceso. Construidos en granito o pizarra, algunos son realmente espectaculares, como el de Las Tapias o los tres dólmenes de La Zafra. También la piedra, esta vez en forma de puente romano levantado en el siglo II, recibe a los viajeros que han de franquear el río Tajo. En la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador se celebró en 1497 la boda de Isabel, hija de los Reyes Católicos, con Manuel el Afortunado, rey de Portugal, una alianza que se celebra el último fin de semana de julio en Valencia de Alcántara y la portuguesa Marvão durante las fiestas de la Boda Regia, con recreaciones históricas, escuela de juglares y de caballeros y pasacalles. Cerca está también el convento de San Benito, uno de los tres grandes monasterios de Extremadura, junto con Guadalupe y Yuste.
05 Prádena de la Sierra (Segovia)
Viaje subterráneo al Neolítico
Preciosas formaciones calcáreas y tumbas de hace 4.000 años se ocultan bajo el pueblo segoviano de Prádena de la Sierra. Descubierta en 1932, en 1995 se acondicionaron 500 metros de los más de 3,5 kilómetros de galerías que forman el conjunto de la cueva de Los Enebralejos, utilizada como necrópolis desde finales del Neolítico. Quien se adentra en ella contempla maravillas como la Pared de los Colores, aunque lo más interesante son las numerosas sepulturas con vasos de cerámica, útiles de hueso y ofrendas de alimentos, y las pinturas y grabados esquemáticos que se han descubierto en las salas de los Enterramientos y del Santuario. En el exterior de la cueva se ha recreado un poblado prehistórico de chozas de madera y barro. La visita puede continuar por el acebal de Prádena, a través de un sendero circular de seis kilómetros por el mayor bosque de acebos del Sistema Central. Y entre las vecinas localidades de Sigueruelo y Arcones se extiende uno de los bosques de sabinas mejor conservados de España: La Enebra de Sigueruelo.
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