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Cuenta la leyenda que Cracovia se fundó tras la derrota de un dragón. Tal vez por eso todo en esta ciudad polaca tiene un aire mítico. El castillo de Wawei, el corazón político y cultural de Polonia hasta el siglo XVI, es su principal reclamo turístico, pero todo el casco antiguo es una joya, repleto de iglesias, museos y con la mayor plaza de mercado de Europa: la amplia Rynek Glówny. En Kazimierz, el antiguo barrio judío, las sinagogas que se conservan reflejan la tragedia del siglo XX, igual que sus animadas calles y plazas simbolizan la renovación del XXI. Es uno de los epicentros de la vida nocturna, con bares y restaurantes para todos los gustos escondidos entre sus calles. La visita a Cracovia no está completa si no nos adentramos en la historia de la II Guerra Mundial en el magnífico museo de la fábrica de Schindler; si no nos acercamos a las cercanas y asombrosas minas de sal de Wieliczka o si no contemplamos la ciudad desde lo alto del montículo de Kosciusko. Y hay dos pistas más para viajeros curiosos: conocer los contrastes de la arquitectura de la época comunista de Nowa Huta, el barrio más grande de Cracovia, y recorrer en bici los monumentos del casco antiguo (krakowbiketour.com)
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Del barrio soviético de Cracovia a los montes Tatras, un destino diferente para el verano

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