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Mario Casas: la historia que esconden (y las reacciones que provocan) cada uno de sus tatuajes

En este vídeo, el actor comenta algunos de ellos, desde los que le avergüenzan hasta los que despiertan cachondeo entre sus amigos o los que son demasiado privados para mostrarlos

Mario Casas descubre sus tatuajes para ICON.Vídeo: Luis Manuel Rivas Daniel Riera

Cada película que Mario Casas rueda le deja una huella física, mental o espiritual. Él mismo así lo confesó con una sinceridad sorprendente en la entrevista de portada que concedió para Icon este mes. Pero aparte de esas heridas de guerra invisibles a simple vista, el actor tiene el fetiche de tatuarse un símbolo por cada personaje que interpreta.

En este vídeo Casas comenta algunos de ellos, desde los que le provocan vergüenza (un tribal que se hizo de adolescente, porque cualquiera que haya nacido en los 80 debe vivir para arrepentirse de un tribal) hasta los que despiertan cachondeo entre sus amigos (el de Instinto) o los que son demasiado privados para mostrarlos (el que se hizo por Palmeras en la nieve, durante cuyo rodaje inició una relación con su compañera de reparto Berta Vázquez). El actor no tuvo reparos en hacernos una visita guiada por sus tatuajes con la misma disponibilidad con la que posó para el fotógrafo todo el tiempo que hizo falta, se preocupó porque todo el mundo estuviese a gusto durante el reportaje y respondió a cada pregunta esforzándose por aportar un discurso con sustancia.

Mario Casas ha ido forjándose una carrera compleja y arriesgada y estos tatuajes dejan claro hasta qué punto se siente orgulloso de ella. Su objetivo es envejecer con el cuerpo entero lleno de recuerdos y, de momento, el último es una silla de ruedas en honor a su siniestro personaje de El practicante (de próximo estreno en Netflix). La otra cosa que más le importa, su familia, también aparece conmemorada en su hombro con una carita sonriente. Porque por mucho que sus personajes se caractericen por sufrir, por hacer sufrir a los demás y por someter a su cuerpo a agonías físicas, cuando acaba el rodaje Mario Casas tiene motivos de sobra para sonreír.

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