Servicios y antiservicios
Este hombre, en sus tiempos, daba pánico porque allá donde iba le acompañaban el ruido y la furia. Tanto es así que sus camaradas, en vez de referirse a él como secretario general (lo era del PP), preferían llamarlo “general secretario”. Su corpulencia, su vigor y su rostro de púgil sonado hicieron de él un vicepresidente del Gobierno que, junto al luego presidiario Rodrigo Rato, mantuvieron en conserva a José María Aznar. Cascos llegaba a B antes de haber salido de A, generando a su paso una corriente de aire frío que te helaba la sangre. En 1981 se opuso a la ley del divorcio con el mismo frenesí con el que después se abrazaría a ella, pues lleva sobre sus espaldas tres matrimonios, quizá más, hemos perdido la cuenta. Significa que podía disparar con idéntico entusiasmo en una dirección y en su contraria. De hecho, fue un beato del PP, al que luego abandonó por un quítame allá esas pajas con un portazo que sonó en toda España. Inmediatamente, lleno del ardor guerrero y del sinsentido que lo caracterizaban, fundó otro partido, Foro Asturias, del que vivió gratis total hasta ayer mismo, fecha en la que sus compañeros lo acusaron de apropiación indebida y administración desleal, pobre.
Esto de ser repudiado por la misma organización que fundaste podría sonar raro en la biografía de cualquiera menos en la de Cascos. Forma parte del ruido y la furia que lo han acompañado a lo largo de una existencia que comenzó dando miedo y empieza a provocar piedad. ¿No podrían los de Foro Asturias retirar la denuncia y limitarse a prescindir de sus servicios? O de sus antiservicios.