Los planos más rigurosos de la casa de ‘Los Simpson’ revelan una habitación que ni los fanáticos conocían
"Tenemos una habitación que aparece y desaparece; nuestra casa es muy rara para esas cosas", llegó a decir Marge. Un arquitecto español trata de darle sentido en sus bocetos (y lo consigue)
Pocas series de televisión han sido sometidas a tan exhaustivo escrutinio, desde un sinfín de ángulos, como Los Simpson. Sus supuestas profecías, los cameos de famosos, la filosofía que desprenden sus diálogos…, han llenado páginas de libros y artículos periodísticos. Tampoco su casa se ha librado del proceloso análisis. Arquitectos y diseñadores han dedicado tiempo a estudiar el hogar del peculiar clan de Springfield, revisando con lupa episodios, evaluando proporciones, fijándose en detalles y plasmando el resultado en planos y alzados, como si de una casa real se tratase.
Uno de los trabajos más rigurosos es el plano que realizó Iñaki Aliste Lizarralde. Este diseñador de interiores bilbaíno se ha aficionado a trasladar al papel minuciosos croquis de decorados de películas y series de éxito. Entre los títulos que le han inspirado están filmes como Psicosis, La tentación vive arriba, La extraña pareja y Casablanca (el Rick’s Café) y series como Los Picapiedra, Mad men o Frasier. “Lo que busco para este proyecto —nos cuenta— es que las casas, apartamentos o negocios sean lugares icónicos y reconocibles, ya sea por su presencia o por su relevancia en la serie o película. Y Los Simpson lleva décadas en antena, su casa es muy reconocible”.
Para poder llevar a cabo la recreación en dos dimensiones del hogar de la familia Simpson, Aliste hubo de acometer una profunda labor de investigación. Esta comenzó, lógicamente, con el concienzudo visionado de la serie, de más de 630 capítulos. Simultáneamente, procedió a realizar bocetos y tomar notas de detalles concretos a modo de referencia para ir completando medidas y proporciones hasta obtener un plano final. “El plano lo voy rellenando con otra cantidad de notas y capturas de pantalla, para tener localizadas las piezas de mobiliario, atrezo y demás”, explica. “He trabajado muchos años como diseñador de interiores y digamos que he desarrollado mi capacidad para visualizar espacios y plasmarlos en forma de plano”.
Cuando se trata de series como Los Simpson, el interiorista se enfrenta a un reto añadido: a diferencia de los decorados construidos en platós, los espacios inventados por dibujantes suelen alterarse a demanda del argumento. “En las series de animación, los fondos se cambian continuamente. A veces, una pared parece medir dos metros, y otras veces, cuatro. No tienes más que recordar aquellas series de Hanna-Barbera en la que un gato perseguía a un ratón y el fondo iba pasando siempre con el mismo sillón, la misma lámpara, el mismo aparador… Aquellos apartamentos parecían ser kilométricos”, apunta.
Por tanto, añade, el resultado en el caso de Los Simpson es fiel en lo posible, “teniendo en cuenta que ellos mismos son infieles en el diseño”. Y pone varios ejemplos: “En muchos episodios vemos que se dirigen hacia el sótano desde la cocina, de lo que se deduce que las escaleras están en ese lateral de la casa junto al garaje; pero en un capítulo en el que Homer y Bart fabrican cerveza casera y la envían al bar de Moe metida en bolas de bolos, les vemos entrar al garaje por la puerta del hall. En otro episodio, esta puerta del hall es un armario ropero en el que se esconden los niños, y en otro, está lleno de baldas donde guardan juegos”. Y añade: “Digamos que son ellos los que se toman las licencias. Yo me limito a plasmar, en lo posible, lo que veo”.
“En las series de animación, los fondos se cambian continuamente. No hay más que recordar aquellas series de Hanna-Barbera en las que un gato perseguía a un ratón y el fondo iba pasando siempre con el mismo sillón. Parecían ser kilométricos”, explica Iñaki Aliste Lizarralde.
Coincide con esa apreciación uno de los mayores expertos nacionales en Homer, Bart y compañía. Alejandro Tovar es doctor en Comunicación y autor de la tesis Los Simpson (1989-1997) y la representación de tres problemáticas esenciales de la sociedad contemporánea: medios de comunicación, emprendimiento y género. “Hay que partir de la base de que los responsables de la serie han ido creando la casa sobre la marcha”, explica Tovar. “En las primeras temporadas ni siquiera se respeta una estructura lógica. Como en Los Picapiedra, una puerta enlazaba con otra, y luego con otra y con otra, y así casi hasta el infinito. No les preocupaba la coherencia. Tan pronto aparecía una ventana como desaparecía".
"Luego la fueron depurando", narra Tovar. "En un episodio más o menos reciente, Marge llega a decir: ‘Tenemos una habitación que aparece y desaparece; nuestra casa es muy rara para esas cosas”. La posterior congruencia debe mucho al trabajo del español Javier Pineda, director de los fondos de Los Simpson desde 1999.
La congruencia posterior debe mucho al trabajo del español Javier Pineda, director de los fondos de Los Simpson desde 1999
Tovar, que prepara un libro sobre la serie, aplaude que se reflejen zonas poco mostradas en los capítulos. “La salita que hay en la planta baja, al fondo a la derecha ha salido poquísimas veces”, detalla. Es la rumpus room, que a Aliste le costó localizar: “Es esa tercera sala de estar detrás del garaje y que solo ha salido fugazmente en dos o tres episodios”. Dicha sala, que contiene un televisor y un puf, “aparece casi de igual tamaño que el salón principal, que alberga el piano [en el extremo opuesto; el piano es morado]. Pero una cosa es la flexibilidad de la serie y otra, las exigencias de unas medidas en un plano”, matiza Tovar.
Por otra parte, Tovar asegura que “en la planta baja, justo al lado de la cocina, se ve un baño pequeño, como una cabina. Ese baño en la serie no aparece nunca”. A este respecto, el interiorista concede que dicho aseo “nunca se había mostrado. Solo había una referencia a su existencia en El motín canino, donde adoptan a un perro border-collie tan perfecto que orina en el aseo y lo vemos salir de este cuartito, pegado a la cocina. Oímos como suena la cadena del váter pero no lo vemos, así que tuve que inventarme cómo era. Pero en uno de los últimos episodios les dio por escribir una escena en la que Homer y Marge tienen un arrebato y se lo montan en ese aseo de la planta baja, que se muestra por primera vez”.
Una prueba del escrupuloso visionado que Aliste hizo de la serie es el garaje, donde ha situado una barra con cuatro taburetes. “En uno de los episodios, Homer se monta un bar en el garaje y esa fue la razón para dibujar eso en vez de un simple coche en su interior”, dice.
Similares limitaciones revela el alzado que realizó el estadounidense Andrew Delong. Tovar: “Las escaleras que se aprecian enfrente, entiendo que son la bajada al sótano, pero tampoco aparecen nunca ahí. En cuanto al alzado de la parte de arriba, lo veo completamente fiel”.
La recreación de Delong refleja con precisión los colores —una de las señas de identidad de la serie— desde los de las paredes a los de colchas y muebles. “Por un lado, los creadores de la serie dijeron que debían romper esquemas con colores vivos, para atraer la atención del espectador que estuviera haciendo zapping, pero también está la teoría de que los pantones de los colores primarios son más baratos, y como al principio no tenían pasta… Jugando también con la horterada de las casas americanas”, describe Alejandro Tovar.
Garaje multiusos, escaleras imposibles, baños cambiantes; un hogar disparatado que desafía las normas de la arquitectura. Como dijo Homer en una de sus intervenciones más célebres: “¡En esta casa obedecemos las leyes de la termodinámica!”.
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