El ‘boom’ de las refinerías y el contrabando de oro
Crecen las refinerías por muchos países subsaharianos, incluso en aquellos que no son grandes productores de este mineral de valor creciente. El pirateo y la explotación ilegal amenazan el sector
En una refinería situada justamente a la salida del principal aeropuerto de Uganda, los trabajadores introducen barras de oro en bolsas de plástico transparente selladas con una pegatina de la bandera nacional y el rótulo Tesoro de los ugandeses. Este país produce poco oro propio. Alain Goetz, que estableció la refinería, cuenta que al etiquetar material extranjero como ugandés, la empresa no hace más que imitar a otros: los suizos, por ejemplo, no extraen lo que luego se refina en Suiza.
African Gold Refinery (AGR) se ubica en un edificio de color rosado protegido por perros y ubicado en Entebbe, a orillas del lago Victoria. La minería a pequeña escala está en auge, y se abren nuevas refinerías de oro por docenas para elaborar el metal obtenido en África y en otras partes de forma ilegal. Estas fábricas reciben a menudo apoyo político de alto nivel y es cierto que pueden representar algo positivo porque ofrecen a mineros y Gobiernos una forma de extraer valor de su propia riqueza en lugar de limitarse a exportar. Pero la otra cara es que, si este sector no se controla adecuadamente, se incrementan los problemas de contrabando y financiación de conflictos. Algunas de las nuevas refinerías se encuentran en Sudáfrica, un gran productor de oro con una industria ya de por sí grande.
En ese país, las autoridades concedieron 19 licencias de refinado en los 12 meses anteriores a marzo de 2019, tantas como en los tres años anteriores juntos. En otras partes del continente hay en la actualidad 26 fábricas de este tipo operando o en construcción en 14 países, desde Mali hasta Tanzania, incluidos algunos que extraen poco oro en minas propias, según el análisis de varios informes públicos. Hasta 2012 eran apenas un puñado en todo África subsahariana. Las autoridades de al menos tres países más, entre ellos Madagascar y Costa de Marfil, han declarado públicamente que les interesa albergar esta industria.
Mientras, los Gobiernos de países productores de oro se quejan desde hace tiempo de que el metal precioso está siendo extraído ilegalmente y trasladado de contrabando a gran escala, en ocasiones por organizaciones delictivas y a menudo pagando un enorme precio humano y medioambiental.
Controles de calidad
Con el refinado del oro este sector espera captar un valor que se está perdiendo. Algunas refinerías nuevas han invertido en sistemas para garantizar que elaboran oro procedente de minas legales y responsables desde el punto de vista medioambiental. “La única forma de parar el contrabando es tener múltiples refinerías en África”, afirma Frank Mugyenyi, director de la unidad de minerales en la Unión Africana.
Pero dado que los mineros ilegales ya operan a menudo a través de redes de contrabando para evitar los impuestos y la vigilancia, fuentes oficiales y del sector afirman que algunas fábricas corren el riesgo de unirse inevitablemente a estos canales sospechosos. Con tantas refinerías compitiendo por la materia prima, cada una tiene pocos incentivos para comprobar de dónde viene. Solo 13 de ellas —las que aportaron datos para este reportaje— declaran que pueden manejar más de 1.400 toneladas de oro al año, por un valor aproximado de 70.000 millones de dólares. Eso significa que podrían tratar alrededor del doble de la producción total de oro calculada para África, y casi un tercio de la oferta mundial.
Robert Baker, consejero delegado de la camerunesa Bekora Miners, explica que la mayor parte del oro elaborado por su refinería no se declara a las aduanas, para evitar pagar impuestos por el metal que exporta. El Gobierno de Camerún no ha accedido a hacer comentarios. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha desarrollado criterios de abastecimiento globales con los que recomienda auditar las refinerías. Fuera de Sudáfrica, ninguna refinería africana ha seguido aún esa recomendación, apunta Louis Marechal, experto de la OCDE en conducta de empresas responsables, que ha recorrido el continente para asesorar a gobiernos y empresas sobre cómo regular y abastecerse de oro de manera responsable.
Salir de las sombras
Este nuevo mercado ofrece una importante salida para millones de individuos que obtienen oro con una tecnología básica. A menudo, las empresas mineras industriales envían por avión el metal que producen en África a la London Bullion Market Association (LBMA), una asociación de profesionales con sede en Londres, que establece los criterios del sector. Excepto una, todas estas refinerías están localizadas fuera del continente africano. Preocupadas por el riesgo de incumplimiento de los derechos humanos, de delincuencia o de conflicto en la cadena de suministros, por lo general las refinerías acreditadas por la LBMA no admiten producto de los mineros ilegales.
Seis de las nuevas refinerías de África (situadas en Camerún, Kenia, Mali, Ruanda y Uganda) producen una capacidad anual que ronda las 270 toneladas. En la actualidad procesan 41 toneladas de oro al año por un valor aproximado de 2.000 millones de dólares. En comparación, las refinerías de Suiza manejan unas 2.500 toneladas, por un valor de 120.000 millones de dólares. Algunos miembros del sector admiten que es difícil que las nuevas refinerías de África sean aceptadas como proveedoras convencionales.
Los grandes bancos, joyeros y fabricantes de productos electrónicos solo aceptan en general oro procedente de centros acreditados por grupos como la LBMA, cuyas normas exigen que una refinería funcione al menos cinco años y elabore grandes cantidades de oro antes de poder acreditarse.
Estas fábricas reciben a menudo apoyo político de alto nivel y es cierto que pueden representar algo positivo porque ofrecen a mineros y Gobiernos una forma de extraer valor de su propia riqueza en lugar de limitarse a exportar
Neil Harby, director técnico de esta institución, afirma que varias fábricas de países como Ghana están colaborando con centros acreditados, que apoyan sus esfuerzos por controlar los proveedores y ofrecen una salida al mercado mundial. "Esto ayuda a mejorar los medios de vida de los mineros, al sacarlos del mercado negro, pero es caro y exige tiempo y una normativa estricta", recalca.
“Más transparente”
En Uganda, AGR se ha convertido ya en un actor importante. Afirma haber exportado más de 17 toneladas de oro por un valor aproximado de 800 millones de dólares en 2019. Su sede está rodeada de césped bien cuidado y palmeras. Dentro, hombres con caretas y delantales ignífugos procesan el metal haciéndolo pasar por molinos, hornos y tambores de enfriamiento.
Founder Goetz, un belga cuya familia lleva dos décadas comerciando con oro en la región de los Grandes Lagos africanos, declara que creó la refinería en 2014 ante las propuestas de miembros de gobiernos de la región no identificados. Veían “la necesidad de profesionalizar y dar transparencia a la cadena de suministros mediante la creación de una refinería”, remacha.
Esta firma procesó el año pasado oro de Venezuela, cuyo sector estatal fue sancionado por Estados Unidos en 2018 en un intento de impedir que el Gobierno lo use para obtener divisas fuertes.
Las autoridades ugandesas declaraban en marzo que estaban investigando importaciones de oro venezolano por parte de AGR por valor de 300 millones de dólares, bajo sospecha de haber sido objeto de contrabando. El Fiscal General descartó esas alegaciones; pero el mismo mes, el vicesecretario del Tesoro estadounidense, Marshall Billingslea, viajó a Uganda para preguntarles a las autoridades para seguir investigando. Desde entonces, los norteamericanos han vuelto dos veces. AGR afirma que todo el oro venezolano que refinó fue declarado a las autoridades pertinentes de Uganda, que declinaron hacer comentarios.
Esta país es desde hace tiempo un canal para el oro extraído en la vecina República Democrática del Congo, valorado en miles de millones de dólares. El comercio avivó las guerras regionales, financió a los combatientes rebeldes y provocó el establecimiento por parte de Naciones Unidas de sanciones a los implicados, en un intento de paralizar el flujo.
Las exportaciones oficiales de oro desde Uganda aumentaron en 2006 y 2007 a 116 millones de dólares, según datos del banco central. Después se impusieron las sanciones y los datos muestran que las exportaciones oficiales se hundieron, alcanzando de media menos de 17 millones de dólares anuales hasta 2014-2015. Cuando las refinerías ugandesas empezaron a funcionar, las exportaciones oficiales del país volvieron a subir. Tras la creación de AGR, en 2016, se dispararon a 1.100 millones de dólares en 2018 y 2919, casi el triple de los ingresos que el país obtiene del café. Las exportaciones oficiales de oro extraído en explotaciones informales de Congo siguieron siendo bajísimas, lo que demuestra, según las autoridades congoleñas, que buena parte de dicho metal se está vendiendo de contrabando.
Esta fábrica ugandesa fue una de las cuatro refinerías a las que la autoridad fiscal escribió en septiembre. La carta habla de “casos desbocados de fraude en el comercio del oro, como la falsificación y la tergiversación de documentos aduaneros, sellos y firmas”. Por su parte, AGR afirma que el oro en bruto procede principalmente de la región, pero no es de contrabando. “Hemos rechazado a un considerable número de individuos y empresas que no tenían las documentaciones pertinentes y cuyo suministro de oro procede de (lugares) considerados de alto riesgo o de zonas sometidas a sanciones”, declara un portavoz de la refinería.
Una carrera cuesta abajo
Las nuevas refinerías de África operan en medio de redes de compradores dispuestos a pagar más por el oro. Entre ellos se encuentran contrabandistas que se aprovechan de las diferencias de impuestos entre países, o que esperan sacar el oro del continente. Por lo general, los contrabandistas venden el metal precioso en el extranjero a cambio de divisas fuertes como el dólar, que pueden emplear para comprar productos como coches, aparatos electrónicos o monedas locales.
Todo esto lo venden. Al no pagar impuestos y evitar el sistema bancario, pueden pagar el oro por encima del precio de mercado y embolsarse el beneficio que obtienen con la reventa de las mercancías. Una refinería de Mali se queja de que tiene problemas para competir con los contrabandistas. La refinería Kankou Moussa lleva en funcionamiento desde 2015 y tiene previsto invertir más de 400 millones de euros en crear una red de centros para comprar oro y enseñar a los mineros a trabajar con métodos seguros. Pero los contrabandistas y los blanqueadores de dinero pagan el oro hasta un 3% por encima del precio de mercado, se queja Dario Littera, su presidente.
“Con el oro pierden dinero, pero les pagan en moneda fuerte que ellos se traen para comprar moneda local con beneficio”, añade. Con las enormes cantidades de oro que los elevados beneficios obtenidos gracias al contrabando y a la débil vigilancia empujan hacia la economía informal, las nuevas refinerías tienen pocos incentivos para seguir las normas del juego, señala Marechal, el técnico de la OCDE.
Y añade que ha visto al menos un caso de individuos implicados en contrabando de oro a gran escala en un país de África occidental que montaron una refinería en otro. Sin una normativa mejor y más congruente, afirma, la competencia entre las nuevas refinerías puede degenerar en una “carrera cuesta abajo”.
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