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Pioneros y jóvenes promesas del surf español, en la cresta de la ola

Vídeo: Fotografía de Pablo Zamora y Vídeo de Saúl Ruiz
Sara Cuesta Torrado

Reunimos a destacados surfistas españoles para un día de lluvia en la playa cántabra de Somo. Pioneros que abrieron las puertas a los circuitos mundiales y promesas al asalto del poder. Apostamos por un deporte al alza que inspira una forma de vida en contacto con la naturaleza.

Surf en las venas

Cuando en julio de 2018 se coronó campeón de Europa sub 16, el surfista cántabro Sean Gunning no tenía palabras. “No me lo creía…”, recuerda emocionado. Su vida ha girado en torno al surf desde los 9 años, cuando participó en su primera competición. Se mete en el mar en cuanto sale de clase. En verano dedica todo el día a cabalgar las olas. Y ha competido por medio mundo: Francia, Portugal, Brasil, EE UU… “Esos eventos son reencuentros con colegas de muchos países, con muy buen rollo y donde se liga mucho”, bromea. Pero para este joven de 17 años que sueña con convertirse en surfista profesional, el premio europeo marcó un antes y un después en su confianza. “Mis padres dicen que hay demasiados surfistas mejores que yo y prefieren que estudie una carrera”, cuenta Gunning, hijo del actual organizador europeo de la World Surf League, Rob Gunning. “Pero no me va lo de estudiar. Ahora voy a hacer segundo de bachillerato en Australia [país de origen de su progenitor] para surfear todo lo que pueda y alcanzar el nivel necesario para lograr estar entre los mejores”.

Un gigante entre las olas

Natxo González creció en el pueblo costero de Plentzia (Bizkaia), en una familia sin afición por el surf. "A los 5 años mi primo me regaló un corcho y despertó mi interés", dice este surfista de 24 años que hoy es uno de los 10 mejores del mundo en la categoría de olas grandes. Recuerda que con 7 años gastó sus ahorros en una tabla de segunda mano y con 13 ya competía por toda Europa. "Entrenaba por mi cuenta y me alejaba tanto de la orilla que mi padre aprendió a surfear para meterse conmigo. Es mi gran apoyo". Con 18 años se convirtió en el deportista más joven en clasificarse para un tour de ola grande mundial ("es la primera división") y, aunque ese no le fue bien, aquella experiencia le cautivó. "Desde entonces, persigo borrascas (que generan olas gigantes) por todo el planeta", ríe. Y se juega la vida. Entrena con una máscara de válvulas que se cierran "para dejarme sin oxígeno y sentir la misma angustia que cuando te traga una ola de 15 metros. Da miedo, pero cuando sales airoso, la sensación es indescriptible". Aun así, su ritmo de vida es frenético. El año pasado consiguió una calificación histórica en el campeonato portugués de Nazaré (de los más importantes): un 10. Iba de tercero en el circuito mundial, pero la final hawaiana le salió mal. "Al día siguiente tenía flato, no podía respirar y me paralicé…", cuenta. Tras un vuelo de 36 horas entre convulsiones y ansiedad, pasó un mes en la cama. "Sufrí una lesión por estrés. Fue duro, pero he aprendido a echar el freno".

Pionero en el agua

Creció en Cantabria cuando el surf era más el estilo de vida de unos pocos aventureros que un deporte de élite. “Un amigo de mi padre, Meko, era uno de ellos. Mi hermano y yo queríamos ser como él”, recuerda el surfista Dani García, de 47 años y aún en activo. Él y un grupo de colegas hicieron historia al convertirse en la primera generación de españoles que entró en el circuito europeo. “Empezamos como autodidactas, que era la única manera entonces. Y recuerdo que viajábamos a los campeonatos de Europa en furgoneta porque no teníamos dinero para más”, sonríe.

Con 20 años acumulaba más de 30 copas y presumía de haber dado la vuelta al mundo sobre su tabla. “Éramos profesionales porque era nuestro trabajo, pero vivías muy justo”. Por eso, cuando en 1996 Billabong, la marca que le patrocinaba desde adolescente, le ofreció un puesto de comercial, no lo dudó. “Me permitían seguir viajando para competir y estuve durante 14 años (de 1990 a 2004) en el top 16 de los europeos, pero cuando nacieron mis hijos (Néstor, en 2003, y Celia, en 2004) necesitaba más estabilidad y aparqué el surf profesional”. Hasta que su hijo, con 8 años, empezó a competir a nivel local y García volvió a la acción. En 2015, con 44 años, ganó el Open de España frente a jóvenes surfistas del momento. “En ese instante, con esa edad, hijos y trabajo, te sientes casi como un superhéroe”.

'Matador'

El asma que padecía de niño marcó su destino. “Para mejorar, los médicos recomendaban pasar tiempo en el agua, así que mis padres nos regalaron a mi hermano Pedro y a mí un paipo. Yo trataba de ponerme en pie sobre él, imitando a los surfistas de la playa”, recuerda este cántabro de 38 años que en 2011 se coronó como campeón europeo de surf. Desde entonces se le recuerda como el Matador. “Me bautizaron así los periódicos franceses [la final se disputó en el país galo], porque, aunque suene raro, yo era más famoso en Francia que aquí”, ríe. Pablo Gutiérrez aterrizó en este deporte en una época dorada en la que las marcas de moda surferas patrocinaban a jóvenes promesas y las llevaban alrededor del mundo para entrenar y competir. En su caso, Rip Curl le esponsorizó con apenas 12 años, y con 13 se convirtió en el primer español al que la marca fichaba a nivel europeo. Con 18 años ya era campeón de Europa y tercero del mundo en sub 20, y a los 19 Rip Curl le contrató a nivel mundial, convirtiéndose en uno de los primeros surfistas españoles profesionales al 100%. Junto a otros colegas más jóvenes, como Jonathan González, Aritz Aranburu o Gony Zubizarreta, formaron una generación de leyenda que elevó el surf nacional a otro nivel. “Fue una época increíble, difícil de repetir”, recuerda hoy, retirado desde 2011, cuando la firma de moda que le encumbró le propuso convertirse en comercial y, más tarde, en jefe de ventas de España. “Fue el año que quedé campeón de Europa, así que me retiré. Me decían que estaba loco, pero fue la mejor decisión”. “Conocí a mi pareja cuando tenía 22 años y viajaba por todo el mundo. Pasaba siete meses fuera de casa cada año y cuando nació mi hijo, en 2009, me perdí muchas cosas. Ahora vivo con mi familia y disfruto más que nunca del surf, sin la presión de las competiciones”.

Aprendiz de raza

“Fue en Rodiles (Asturias) a los 5 años. Mi padre me enseñó a pillar una ola desde el pico y aquello me enganchó”. Néstor García, de 16 años e hijo de Dani García —un histórico del surf español—, recuerda así la primera vez que se subió a una tabla. Tres años después empezó a competir a nivel local y nacional, y hoy, a punto de empezar bachillerato, sueña con convertirse en surfista profesional. Todos los veranos, él y su familia (sus padres y su hermana) persiguen la olas del mundo en autocaravana: Portugal, Francia, Australia, Indonesia…El resto del año entrena con su vecino y mejor amigo, Luis. “Somos inseparables y nos gusta competir juntos porque nos picamos y eso nos obliga a mejorar”. Este 2019, el joven García ha quedado segundo de España en sub 16, pero sabe que el listón mundial está alto. Por eso le gusta enfrentarse a los mejores, “como Sean Gunning [campeón europeo]”. “Tiene más nivel que yo. Este año nos hemos enfrentado cuatro veces: él ganó dos y yo otras dos. Eso me motiva”. Pese a todo, su padre es el verdadero motor de su carrera. “Crecer a su lado ha sido una ventaja: me entrena y me presenta a los mejores del mundillo. Y me gustaría llegar a ser tan bueno y conocido como él”. Hace tiempo que coinciden en los mismos campeonatos. Y este verano, en Asturias, ganaron, cada uno en su categoría. “Subimos juntos al podio. Fue algo muy emocionante”.

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Sobre la firma

Sara Cuesta Torrado
Redactora en El País Semanal desde 2016. Antes trabajó en Madridiario y en la Cadena Ser. Fue también productora del ‘podcast’ sobre nutrición BeOk y redactora en La voz de Galicia y la web enfemenino.com. Estudió periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid y más tarde realizó el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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