‘Al salir de clase’ | ¿Nos estamos pasando con las extraescolares?
Si optamos por ellas, intentemos estar interesados y presentes en la actividad, aunque sea simplemente llevándoles nosotros y quedándonos cerca
Ahora que hemos vuelto a la rutina escolar, los colegios, academias y centros cívicos han desplegado su gran catálogo de extraescolares con una fuerza promocional superior a la de Netflix.
Hay folletos, hay expedientes e incluso hay días de prueba. Solo falta que envíen un monitor a domicilio para hacerte una clase rápida en el salón.
Para algunos, este abanico de posibilidades es la manera rápida y barata de hacer un menú degustación de las posibles inclinaciones artísticas, idiomáticas o deportivas que pudiera tener la criatura.
No sé si en P4 nuestros hijos van a descubrir su gran talento para cantar, bailar, actuar o practicar cualquier deporte, pero por lo menos lo harán acompañados de gente de su misma edad y se lo pasarán bien o quizá lo interpretarán menos como “deberes”.
En honor a la verdad, hay padres con agobios laborales, agendas complicadas o simplemente que no les da la vida que recurren a estas extraescolares para que les salven unas horas al día. Y apuntan a los niños “a lo que sea”, y mejor si puede ser cada día.
Todos pensamos que nuestros niños tienen una serie de habilidades concretas, como Liam Neeson en Venganza pero sin tanto cadáver, y queremos que disfruten mejorándolas… pero solo si a ellos les apetece, claro, porque las extraescolares no son obligatorias.
De toda la oferta, nuestra hija quiere ir a piscina y a teatro, porque le gusta mucho y porque van sus mejores amigas.
Y creo que aquí está el motivo para apuntar a los niños a las extraescolares: que quieran ir ellos porque les apetece.
Si lo piden ellos, adelante. Pero si es simplemente un parche para la comodidad o la organización familiar, lo más seguro es que el niño acabe frustrado y yendo a la actividad sin ninguna ilusión.
Por mucho que disfruten en clase, los niños ya pasan muchísimas horas en el colegio. Y quedarse aún más tiempo en el mismo recinto o en otra aula de una academia o gimnasio, escuchando a otro profesor o monitor dando instrucciones o marcando objetivos, por relajado que sea el ambiente, no es la solución ideal para que hagan reset y disfruten de su tiempo libre.
Llevar cada día una agenda tan estresada, casi como la de los padres, está generando niños cansados que necesitan estímulos constantes, que no saben aburrirse y, lo peor, que no se sienten una prioridad para sus padres.
Sé que la conciliación es difícil, pero al acabar su jornada escolar deberíamos poder ofrecerles a los niños un rato de juego libre o un simple descanso en casa leyendo o merendando sin prisas, con nosotros cerca.
Y si optamos por las extraescolares, intentemos estar interesados y presentes en la actividad, aunque sea simplemente llevándoles nosotros y quedándonos cerca. Que no lo asocien con un aparcamiento por horas, porque así ni se apasionarán por las nuevas materias ni valorarán el esfuerzo económico y logístico de apuntarlos para que se diviertan.
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