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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cómo llegar a la meta en planificación familiar

El menor crecimiento de la población, logrado a través de una planificación familiar efectiva, se traduce en un mayor PIB per cápita, que conduce a mayores ingresos, ahorros e inversiones

Una familia balinesa pasea por la playa en la localidad de Giangar, en Bali. el 12 de mayo de 2019.
Una familia balinesa pasea por la playa en la localidad de Giangar, en Bali. el 12 de mayo de 2019. SONNY TUMBELAKA (AFP)
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Indonesia, hogar de 264 millones de personas, es el cuarto país más habitado del mundo. Su capital, Yakarta, es la segunda área urbana más poblada de la Tierra. Por el bien de su salud económica y social a largo plazo, detener el aumento demográfico debe ser prioritario. Como reconoció en 2016 el presidente indonesio Joko Widodo (apodado Jokowi): “La planificación familiar es clave para el éxito de las generaciones futuras”.

Y no solo en Indonesia. Una reducción del crecimiento de la población se traslada a un PIB per cápita más alto, que a su vez lleva a una mejora de los ingresos, del ahorro y de la inversión. Por el contrario, una elevada demografía puede reforzar un ciclo intergeneracional de pobreza en el que los jóvenes de familias numerosas carezcan de acceso a las habilidades, herramientas y oportunidades que necesitan para mejorar su futuro.

Para encarar este problema, en 1970 Indonesia creó una Junta Nacional de Población y Planificación Familiar (BKKBN por sus siglas en bahasa indonesio), con dos metas concretas: establecer la “familia pequeña y próspera” como norma en el país y reducir la fertilidad mediante la promoción de los anticonceptivos.

Los primeros resultados de estas iniciativas de la BKKBN fueron impresionantes. En 2000, tras 30 años de acción decidida, la tasa total de fertilidad se redujo un 54% (de 5,6 nacimientos por mujer a 2,6): el programa ha sido uno de los más efectivos de la historia. Pero el avance se frenó antes de alcanzar el objetivo de la tasa de fertilidad de reemplazo (2,1) en el período 2010‑2015. Según Naciones Unidas, la tasa de fertilidad total en Indonesia en 2015 fue 2,45.

Los defensores de la planificación familiar deben adoptar una estrategia atenta a las sensibilidades culturales y religiosas

Ahora la BKKBN busca conseguir esa tasa de reemplazo en 2025. Es un objetivo factible, y permitiría a Indonesia alcanzar en el plazo previsto su segunda meta cuantitativa clave (estabilizar el crecimiento poblacional en 2050). Pero para eso hay que identificar los principales obstáculos y diseñar una estrategia para superarlos, usando los avances pasados como guía.

Uno de esos obstáculos surge de los gobiernos regionales, muchos de los cuales todavía no consideran prioritaria la planificación familiar. Los intentos del Gobierno central de reducir la fertilidad al nivel de reemplazo no tendrán mucho efecto sin la participación decidida de las 511 regiones autónomas de Indonesia.

Ya hay en marcha iniciativas para concienciar sobre la enorme importancia de la planificación familiar y asignarle más prioridad en las agendas de las autoridades subnacionales, pero eso es sólo el primer paso. También se necesita una colaboración más efectiva de los gobiernos de todos los niveles con las comunidades locales. De hecho, una de las principales razones del éxito de las iniciativas indonesias en este sentido del pasado fue un amplio trabajo de extensión y participación comunitaria en el ámbito de las aldeas.

En su clímax, el programa rural de planificación familiar de Indonesia llegó a tener cerca de 40 000 trabajadores de campo y más de 100 000 voluntarios al servicio de las comunidades más remotas, que visitaban los hogares para hablar de métodos de prevención, dar asesoramiento y derivar casos a centros de salud comunitarios.

Widodo intentó revitalizar esta iniciativa de extensión comunitaria con el programa Kampung KB, que busca mejorar el bienestar y la calidad de vida en las aldeas ampliando el acceso a anticonceptivos de larga duración y proveyendo servicios gratuitos y programas de educación entre pares. Esta iniciativa ofrece en forma gratuita dispositivos intrauterinos (DIU), preservativos e implantes a todas las parejas que los necesiten.

Pero estas iniciativas se enfrentan otro gran obstáculo: la estigmatización de las mujeres (especialmente las solteras) que buscan servicios de control de natalidad. Para superarlo, los programas de planificación familiar del pasado prestaron mucha atención a que sus iniciativas fueran compatibles con las normas culturales, religiosas y sociales; gracias a esta sensibilidad, los líderes religiosos no sólo aceptaron la necesidad de mejorarla, sino que de hecho la incluyeron en su prédica y comenzaron a informar sobre ella a sus congregaciones. Además, las escuelas incluyeron temas poblacionales en sus programas de estudio. El eslogan “dua anak cukup” (dos hijos son suficientes) se volvió omnipresente.

Hoy hay que hacer lo mismo. Los defensores de la planificación familiar deben adoptar una estrategia atenta a las sensibilidades culturales y religiosas, que convenza a los líderes comunitarios para que abracen la causa y, en particular, apoyen el acceso de personas solteras a métodos de control de natalidad. Los servicios sanitarios y los programas comunitarios y escolares deben proveer información pertinente, educación sexual y asesoramiento.

El diseño de una estrategia tan integral demandará, entre otras cosas, hacerse una idea clara de las necesidades y percepciones de la población. Hace poco la BKKBN anunció que realizará estudios sobre este y otro tema clave: la salud reproductiva de los adolescentes.

En las últimas décadas, el avance en la reducción de la tasa de fertilidad adolescente en Indonesia se estancó (igual que en lo referido a la fertilidad general). Para cambiarlo se necesita más colaboración entre los programas para la juventud y las organizaciones que defienden los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes.

Pero ninguna política funcionará si los varones no se involucran más. Según Nofrijal, secretario principal de la BKKBN, la organización quiere comprender mejor “qué tipos de anticonceptivos necesita y prefiere la población masculina y femenina”.

En el pasado, las políticas oficiales reforzaron la idea de que la planificación familiar es responsabilidad exclusiva de las mujeres. En algún momento hubo cierto interés en los métodos anticonceptivos masculinos, pero unos pocos líderes comunitarios conservadores se alarmaron, proliferó la desinformación y se generó un amplio rechazo a la idea. Sin embargo, para reducir la estigmatización y distribuir la responsabilidad en forma equitativa, se necesita un compromiso más pleno de los varones.

Una planificación familiar eficaz es esencial para un futuro sano, estable y próspero. Indonesia hizo notables avances hacia el logro de la tasa de fertilidad de reemplazo. Pero para alcanzar la meta, hay que incluir a todos en la iniciativa, sin distinción de sexo, estado marital o edad.

Jenna Dodson es investigadora asociada en el Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de Gotemburgo en Suecia.

Traducción: Esteban Flamini Copyright: Project Syndicate, 2019

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