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Día de San Valentín, patrón del amor pero también del consumo

La leyenda y el consumo marcan la celebración de San Valentín unida al Día de los Enamorados

Una pareja se besa durante la puesta de sol en Madrid por San Valentín
Una pareja se besa durante la puesta de sol en Madrid por San ValentínFrancisco Seco (AP)
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Entre la Navidad y el Día del Padre, después de Reyes y de la cuesta de enero y antes de los carnavales y de la Semana Santa, el Día de San Valentín parece situado de forma calculada en el calendario para que no haya un solo mes con excusa de no comprar, consumir o regalar.

La etiqueta en esta ocasión es el Día de los Enamorados -denominado también Día de la Amistad o Día del Cariño en algunos países-, y es que san Valentín es considerado el patrón del amor, más bien orientado al enamoramiento adolescente y juvenil y al amor de pareja ya consolidado que a otros tipos de amor (filial, familiar…) que si no tienen su día internacional o mundial poco tardarán en instaurarlo.

Hoy es el día en el que millones de rosas se regalan en el mundo y se escriben frases jurando amor eterno, pero en el que todo valdrá a la hora de tener un detalle con la persona a quien queremos felicitar y demostrar nuestro amor. Gracias a la tecnología podemos encontrar hasta empresas especializadas y listas de regalos a la medida de nuestro bolsillo. De esta forma, la comida o cena románticas han sido sustituidas por joyas, viajes, experiencias glamurosas y hasta escapadas de última hora. El chocolate y los spa han dado paso este año a opciones más originales que permiten celebrar un Día de San Valentín ecológico apadrinando un pingüino de la Antártida o un burro si no queremos ‘irnos’ tan lejos. Tampoco pude faltar hoy, unido a este día de los sueños a veces imposibles, el sorteo del cupón de la ONCE, que une regalos que se pueden obtener en la web al premio del cupón de hoy.

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El caso es que aunque aún queda un mes para la primavera, es precisamente el florecimiento temprano del almendro, con sus flores rosadas, el que tiene el título de símbolo del amor y la amistad duraderos. Todo tiene que ver con la teoría más aceptada, seguro que con su parte de historia pero también de leyenda, sobre el origen de San Valentín y que, lejos de lo que pudiera parecer al hablar de amor, no tuvo ni mucho menos un final feliz.

Debemos situarnos en Roma y en el siglo III, en plena expansión del cristianismo. Allí gobernaba el emperador Claudio II que, en su breve mandato de apenas dos años, prohibió la celebración de matrimonios a los jóvenes porque estaba convencido de que los solteros, al tener menos ataduras, eran mejores soldados para poder luchar contra todas las invasiones que acechaban al Imperio.

Un sacerdote, llamado Valentín, consideró tan injusto el decreto que en secreto celebraba matrimonios para jóvenes enamorados y lograba que muchos se convirtieran al cristianismo, además de asistir a los presos que luego eran martirizados. Sin embargo, al ser descubierto fue detenido y también él encarcelado. La historia cuenta que el oficial Asterius, encargado de detenerlo y custodiarlo, lo retó, para ridiculizarlo, a que devolviese la vista a una hija suya, llamada Julia, que nació ciega. Valentín aceptó y, en nombre de Dios, le devolvió la vista.

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Este milagro sacudió tanto las creencias de Asterius y de su familia que se convirtieron al cristianismo. Valentín, al contrario de lo que pudiera pensarse, siguió preso, pero comenzó a dar clases a la hija del carcelero. Al parecer, la historia ya novelada cuenta que Valentín se enamoró de la chica, pero la condena siguió hasta el juicio, en que el sacerdote fue condenado a muerte, lapidado y decapitado un 14 de febrero del año 269.

El relato se completa con dos detalles que explican la tradición actual: el primero es que en la víspera de su ejecución, Valentín le envió a Julia una nota de despedida firmada como “de tu Valentín”. Esta puede ser la explicación de la expresión anglosajona “From your Valentine” que aparece al final de los textos de amor que se envían los enamorados en la actualidad. El segundo detalle es que la joven Julia, agradecida a Valentín, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba, y de ahí su simbolismo como árbol de amor y amistad duraderos.

Valentín fue enterrado a las afueras de Roma, en vía Flaminia, de ahí que durante la Edad Media la Puerta Flaminia de la ciudad fue conocida como Puerta de San Valentín. Dos siglos después, en el año 494, el Papa Gelasio designó el 14 de febrero como la fecha para la celebración del día de los enamorados, incluyéndola en el calendario litúrgico tradicional y elevando a Valentín a los altares como santo.

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La Iglesia católica lo celebró así durante los siguientes 15 siglos, principalmente para abolir la costumbre pagana de que los jóvenes sacaran por suerte, el 15 de febrero, nombres de chicas en honor de la diosa del sexo y la fertilidad, llamada Februata Juno, para que fueran su pareja durante un año. La fiesta fue así cristianizada al cambiarla por San Valentín.

Pero en 1969, bajo el pontificado del ahora también santo Pablo VI y después del Concilio Vaticano II, San Valentín fue eliminado del calendario ante las dudas que existían sobre su historia. Desde entonces, la Iglesia católica celebra el 14 de febrero a los santos Cirilo y Metodio.

Bien es cierto que los antiguos martirologios de la Iglesia mencionan en la fecha del 14 de febrero al menos a tres santos de nombre Valentín y todos ellos mártires. A uno se le describe como un sacerdote de Roma que solía ayudar a los presos que serían después martirizados durante la persecución a cristianos.

El otro San Valentín, y el más conocido, fue el obispo de Pignataro Interamna (actualmente Terni, en Italia), famoso por su evangelización, milagros y curaciones, y que fue decapitado en tiempos del emperador romano Marco Aurelio. Sobre el tercer San Valentín, más allá de que también fue martirizado, pero éste en África, poco más se sabe.

Al final, la leyenda y el consumo han podido con el silencio que quiso darle la Iglesia a San Valentín, y en el imaginario y en la tradición popular continúa muy presente la celebración oficiosa de San Valentín unida al Día de los Enamorados. En el fondo, si el amor es el motor del mundo y si es verdad aquello del “Paz y Amor”, estamos tardando en acabar con los conflictos y las desigualdades con esta fórmula tan extraña pero que nos seduce a todos, así que, ¡feliz Día de los Enamorados! 

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