Acuerdo agridulce
Los compromisos de la Cumbre del Clima de Katowice están lejos de garantizar el cumplimiento de los objetivos marcados en París
El Acuerdo de París sobre cambio climático entrará en vigor en 2020 como estaba previsto y sustituirá al Protocolo de Kioto, vigente desde 2005. La aprobación del reglamento de aplicación, un documento técnico de 120 páginas, en la 24ª Cumbre del Clima, celebrada en Katowice (Polonia), asegura que se cumplirá el calendario, lo que no es poco. Teniendo en cuenta que las decisiones deben tomarse por unanimidad y que desde que se celebró la Cumbre de París en 2015 se han producido cambios políticos sustanciales, entre ellos la llegada a la presidencia de países como EE UU o Brasil de líderes que cuestionan el cambio climático, lo acordado puede considerarse un avance, pero queda lejos de garantizar el cumplimiento de los objetivos marcados. En París se pactó reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de manera que la temperatura media del planeta no suba más de dos grados centígrados sobre la etapa preindustrial a finales de siglo y, si es posible, no más de 1,5 grados. Pero las emisiones no solo no disminuyen como debieran, sino que con la recuperación económica han vuelto a subir.
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Una de las limitaciones del Acuerdo de París es que deja a la decisión de cada país establecer su plan de recorte de emisiones, aunque, al menos, el reglamento acordado prevé reglas homogéneas para medir, informar y verificar las emisiones de cada nación. No se ha logrado en cambio, por la oposición de Brasil, un acuerdo sobre los mecanismos de regulación del mercado de carbono, un asunto que queda aplazado un año.
No es un buen síntoma que la Unión Europea y los países que como España empujan para hacer efectivo el Acuerdo de París no hayan logrado que en el documento final figure una mención a los requerimientos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, que pide acciones “urgentes y sin precedentes” para reducir las emisiones. El informe de los expertos advierte de que con los planes presentados hasta ahora por los diferentes países el aumento de temperatura a finales de siglo sería de tres grados, lo que tendría efectos catastróficos.
Estos expertos calculan que para asegurar que la temperatura no suba más de 1,5 grados, teniendo en cuenta que ya ha subido uno con respecto a los niveles preindustriales, en 12 años deben reducirse en un 45% las actuales emisiones. De momento, lo único que se ha acordado es que en 2023 se revisarán al alza los planes presentados. Esta es la gran batalla y no será fácil conseguir avances. España ha tenido un papel destacado en favor de acuerdos más ambiciosos. No se han logrado, pero hay que seguir empujando, y la mejor forma de hacerlo es colaborar con las medidas y cambios internos necesarios para reducir nuestras emisiones.
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