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La paradoja y el estilo
Columna
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Sexy y transparente

Las rivalidades nos unen, ya sean las de las británicas Meghan Markle y Kate Middleton o las más cercanas entre Cristina Pedroche y Lara Álvarez mirando a la próxima Nochevieja

Meghan Markle durante la entrega de premios de la moda británica el pasado lunes en Londres.
Meghan Markle durante la entrega de premios de la moda británica el pasado lunes en Londres. Tristan Fewings (Getty)
Boris Izaguirre

Anoche regresé a casa desde Río de Janeiro, una ciudad que dejé de visitar porque cada vez me desesperaba más despedirme de ella. Me devolvió a sus calles, al maravilloso dibujo de sus montañas y al espectáculo de vida de sus playas una mujer, Mónica Naranjo, en el empeño de reencontrarse a sí misma, tras un traumático año en que se ha divorciado y no ha renovado como jurado de Operación Triunfo. Naranjo me invitó a acompañarla por escuelas de samba iluminadas por el duro neón prestado por Petrobras. A conversar con una robótica empresaria de redes sociales de contacto entre desconocidos y a vivir, literalmente, en mi propio cuerpo, la tortura que es practicar pole dancing. Al hacerlo, descubres que te adhieres a esa barra de aluminio con tu piel, tu grasa, tus rollitos. Y duele. Mónica, que nació con tablas, imitó todos los pasos de la instructora, que nos dijo: “Empecé en el pole porque estaba harta de que mi exnovio me llamara gorda y fea. Ahora, gracias al pole,soy empoderada”.

Este ha sido el año de las mujeres. Mi deseo para el 2019 es que continúe siendo el año de las mujeres. Y también ha sido el año de Meghan Markle que, en su embarazo, se ha convertido en una noticia de la que no nos cansamos de devorar detalles. Esta semana, se despidió a otra asistente de Meghan, repitiendo ese término que la prensa inglesa no duda en emplear “hormonal”, usando el embarazo de la duquesa como arma arrojadiza. Eso ya lo hemos tolerado otras veces, pero Meghan es la royal en tiempos del Me Too y sin decir nada ella, que no puede porque las familias reales no hablan, provoca que nosotros señalemos que ese tipo de noticias, aparte de más o menos infundadas, son potencialmente machistas. Pero esa prensa no cede, Meghan vende sin parar y ahora se publica que las cuñadas duquesas, Meghan y Kate, no se llevan bien. Nada nuevo bajo el débil sol inglés. Es como el histórico enfrentamiento entre The Beatles y The Rolling Stones. Una fórmula, la rentable rivalidad entre bandas y bandos ingleses que se reeditó con título en los años noventa: La Batalla del Britpop. Así se llamó la disputa en las listas de ventas entre Blur y Oasis. Meghan y Kate siguen ese juego, eso sí, en silencio, sin decir ni pio. Conscientes de la vieja argucia orientada a seguir vendiendo titulares para esa gran empresa que es la familia real inglesa. Y apalancando la monarquía , haciéndola más doméstica y pop que los vaivenes políticos tipo Brexit. Parece mentira, pero es lógico, las uñas de esmalte oscuro de Meghan y los cuellecitos de institutriz buena de Kate, igual que aquella carita tímida y el pelazo corte pamela de Diana de Gales, confortan más que los discursos de la desesperada Theresa May en el parlamento.

Cristina Pedroche con el mono transparente que lució en la Nochevieja de 2017.
Cristina Pedroche con el mono transparente que lució en la Nochevieja de 2017.

Es la manera en que funcionamos, las rivalidades nos unen. Con las campanadas de fin de año en el objetivo, Lara Álvarez y Cristina Pedroche están calentando motores y parecen dispuestas a foguear otro gran debate nacional que los canales de televisión esperan capitalizar al máximo. Álvarez, que dará las campanadas en Telecinco, ha abierto el fuego al responder a la pregunta de cómo se iba a vestir para esa noche, con “ser sexy es una actitud, no una transparencia”, en clarísima referencia al estilo súper sexy que ha convertido a Pedroche en un adorno navideño imprescindible. No le quito ingenio comercial a la respuesta de Lara, pero todavía estoy en el bando nacional al que le divierten mucho los atuendos de espumillón y transparencias de Pedroche entre un polvorón y otro. Ya no me puedo imaginar una Navidad sin ellos y me encantaría ponerme uno para ir a cenar al restaurante del marido de Cristina, David Muñoz. O para estar en casa anfitrionando mi cena de año nuevo. ¿Por qué no? Con sus transparencias desbordadas y surrealistas, Pedroche ha reinventado un estilo. Y lo ha hecho justo a tiempo para envolverlo con el empoderamiento y la Navidad. Es algo que entendí junto a Mónica Naranjo en Río: Lo que te hace crecer y sentirte segura, siempre está reñido con algo. No casa, pero libera y eso es lo que importa. Así que estas navidades, uñas negras como las que lleva Meghan, cuerpo rollizo como una bailarina carioca de pole dancing y transparencias estratégicas como la gran Cristina Pedroche.

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