Esto es porno, pero del bueno
La realizadora Erika Lust presenta su última criatura: 'X-Confessions', una webserie erótica, lejos de ser explícita y feminista
Erika Lust (1977, Estocolmo) lleva años tratando de darle la vuelta al porno. Como si fuera un calcetín. Intentando convertirlo en algo completamente distinto. Pero eso no es fácil. "Los viejos hábitos se resisten a morir", dice el refrán que parió el estadounidense Jeremy Belknap hace unos 200 años (en inglés: ‘Old habits die hard’). "Creo que el porno ha estado monopolizado por una perspectiva inequívocamente masculina, visualmente pobre, a veces con obvias dosis de racismo y homofobia, y que ha dado una versión distorsionada del sexo. Yo lucho por un porno ético, con buenos valores” cuenta Lust, que estudió Ciencias Políticas, Feminismo y Estudios de género en la Universidad de Lund.
Con la idea de tratar de arreglar el desaguisado, Lust (que llegó al mundo con el apellido Hallqvist) empezó a experimentar con otra clase de porno, más cuidado, menos evidente, con una poderosa presencia de lo femenino. Así nació, a finales de los noventa, el estilo Lust: “Todo es distinto, es como si comparas una de esas hamburgueserías que tienen un millón de franquicias con una hamburguesa de pequeño restaurante familiar. Uno se va al mercado, compra productos ecológicos, trata de ir cambiando los ingredientes… Ese sería mi porno. Un cine que trata de entender a los personajes, en el que los deseos de la mujer son importantes, en el que lo femenino está delante y detrás de la cámara, con un enfoque distinto”, explica la realizadora sueca.
Su sello es ahora garantía de equidad, diversidad y estilo. Y por supuesto de erotismo, sensualidad y sexualidad. Sus producciones mantienen un standard visual que la industria acostumbra a ignorar y en el que prima el disfrute por encima de la sumisión a lo masculino, algo que se traslada incluso a la producción (la realizadora es célebre por su compromiso con los actores y actrices). “Vigilamos todo el proceso, nos aseguramos del consentimiento y nos cercioramos de que todos y todas estemos a gusto”, dice Lust, que ahora presenta su última criatura, la webserie X-Confessions. Se trata de un paso coherente con su carrera: ha visitado el mundo del largometraje; realizado innumerables cortos; grabado escenas varias o colaborado en la producción de terceros, encargándose de crear una cantera de jóvenes directoras de cine X, amadrinando un total de veinticuatro piezas ajenas.
La webserie significa para Erika Lust "una oportunidad de acceder a un público mayoritario, ahora que el porno se ha empeñado en ocupar el carril central de la educación sexual de los más jóvenes". Las nuevas generaciones acuden a él de una forma natural, sin más barreras que las de asegurar a un sistema automatizado que son mayores de dieciocho años (y en ocasiones ni eso). “La educación sexual es importantísima, porque los jóvenes que están creciendo en este momento con el sexo explícito se están formando en una visión terrible de la estructura de poder que conlleva ese sexo. Es imprescindible transmitir buenos valores sexuales, no todo puede ser punish-fucking [sexo de castigo]”, denuncia la directora.
XConfessions está protagonizada por Karina Kolokolchykova y Melina Matthews y transita por los senderos habituales de Lust, en los que el contexto importa tanto como la acción (léase ‘sexo’). A lo largo de seis episodios, que repasan fantasías, fetiches, tópicos, sin prisa y con pausas, y con un look marca de la casa, la serie representa un manifiesto construido a base de pequeños retazos de la carrera de la sueca. También una declaración de principios que ella misma se encarga de desglosar: “El porno no es malo per se, pero a veces se convierte en un género negativo. Por eso es importante entender el contexto y ofrecer explicaciones, porque si no es como ver volar a Superman: sabes que no es real pero podrías llegar a créertelo”, dice.
“El porno puede ser muy beneficioso, puede ser un instrumento para reconciliar a la mujer con su sexualidad y eliminar la vergüenza de la ecuación. El problema es que, aunque existimos por y gracias al sexo, hemos generado tanto miedo a su alrededor que es difícil girar el timón”, reflexiona la directora. Para Lust “al porno le falta humor, le sobra agresión (sobre todo a las mujeres o a la parte femenina de la ecuación) y necesita reducir el número de historias con un punto de vista masculino, que acaba derivando en machismo. No solo gritamos a una industria, apabullantemente masculina, que nos de espacio sino que podemos aportar ideas, fantasías, enfoques. La perspectiva femenina es importante para todo”.
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