Nosotras somos el patriarcado
Jessa Crispin, autora de 'Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista', critica el movimiento social actual que "no incomoda" y abraza al 'status quo'
El feminismo actual es inútil. Esta es la base del pensamiento de Jessa Crispin, autora de Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista (2016, Lince Ediciones). A su juicio, el movimiento, en su vocación actual de ser universal, ha sacrificado toda ideología para que quepan todas las mujeres. No incorpora incomodidades para el status quo y, por tanto, ningún cambio real. Es más, se mide en base a los estándares capitalistas y patriarcales dominantes. Quiere más mujeres en puestos de dirección pero no persigue una transformación radical. “Que no te saques el pene (si eres directiva), no significa que no puedas explotar a tus trabajadores”, opina Crispin. Para ella, el feminismo va de lucha contra el verdadero enemigo, el poder.
Esta reflexión de guerrilla la expuso ante el público del festival Princesas y Darthvaders que ha organizado este pasado fin de semana La Casa Encendida (LCE). Una edición que explora los desafíos del feminismo contemporáneo: el capitalismo y la verdadera inclusión. Crispin combate desde la primera trinchera. Su apuesta es una revolución total, lejos de un feminismo que lucha para que las mujeres opriman en igualdad de condiciones que los hombres a los pobres. Así concluye que “nosotras somos el patriarcado. Participamos en el sistema y buscamos el beneficio personal dentro de él. Nos hemos centrado en cómo les va a las mujeres dentro del mercado y no en cómo viven en este sistema competitivo y precario”. También aprovecha para desvincularse de estos derroteros. Si en esto consiste el feminismo contemporáneo, ella está fuera.
Recuerda provista de ironía el caso de la banquera Ana Botín, presidenta del Banco Santander, cuando hace una semanas se adjudicó a sí misma la etiqueta feminista y reclamó para las mujeres “más puestos de poder". “De esto no va el jodido feminismo”, sentencia. Esto es lo que pasa cuando un movimiento se vacía de reflexión, que todo el mundo puede sumarse al carro. A su juicio, el movimiento se ha convertido en algo light y mainstream; una corriente blanda que ha echado a las radicales, a las activistas de base que siempre lucharon desde los márgenes, por defender una revolución radical. El feminismo es ahora tendencia pero su verdadero objetivo, que es lograr una sociedad más justa, sigue estando tan pasado de moda como siempre, asevera Crispin.
Es lo que define como activismo de chapa en la solapa y pegatina en el coche, puro márquetin. De camisetas con el mensaje “The future is female” y de empoderamiento para beneficio personal, término que detesta. “¿Qué le hace a una mujer sentir poderosa? Hacer lo que quiera, tomar sus propias decisiones, sean cuales sean”, dice. Es lo que llama el choice feminism, la postura mayoritaria que enarbola el hecho de elegir en sí mismo como un acto feminista y rebelde. Una opción que bloquea el debate sobre las consecuencias de este estilo de vida que, para esta autora, es necesario para experimentar una auténtica transformación personal y social.
En relación a esa identidad femenina que cada una experimenta desde distintos ángulos, Victoria Sin aterrizó en el festival para desafiar lo que se entiende por feminidad. Sin es una mujer drag queen que plantea cómo las mujeres pueden experimentar y transformar la identidad de género para alejarla de lo normativo, a través de lo drag. Mediante el maquillaje recargado, la ropa extravagante y los zapatos de vértigo se sumergen en la ironía para explorar el género, el deseo y lo que significa consumir una imagen.
En el corto Define Gender, Victoria Sin viaja al núcleo de su provocador trabajo de experimentación de lo queer. “Una peluca enorme que me ayuda a ocupar el espacio, el espacio que siempre he ocupado; ya no hay forma de que no me veas. No puedes ignorarme. El desafío de la feminidad es que me exalte como debería”, reflexiona en el film sobre los trabajos cotidianos de las mujeres que son invisibles y vigilados. Para ella, la performance drag no es representar a una mujer, sino representar la feminidad. “Una persona puede ser una mujer pero no ser femenina, o lo que se entiende normativamente como tal”, reflexiona.
El festival bajó el telón este domingo con la actuación de Tribade a las 20.00 en el patio de LCE, rap transfeminista con aire rumbero. Las letras de este grupo hablan de mujeres que sufren precariedad en el barrio, de chicas que les gusta bailar y que llaman al resto de mujeres a que se unan su entusiasmo contra el machismo. El toque de humor ácido lo sirvió Jelen Morales, colaboradora del late night feminista Deforme Semanal. Una provocadora que lanza afirmaciones tajantes sobre lo cotidiano y que examina en este cierre de festival las miserias de la vida, la ridiculez de los humanos y las inseguridades personales desde lo cómico.
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