Nosotros, los del 88
Somos los del Erasmus y los de la beca de inglés de Zapatero: primero probamos las pintas en Londres y, unos añitos después, volvemos y las fregamos. Solo faltaba
Pa’ dentro los 30 años sí, sí, sí. Pa’ fuera lo malo, que es mantenerse. Nosotros, los del 88, somos la generación BYDLPD: Basta Ya De Letritas Para Definirnos. En todo caso, Generación F, de fregar en Londres. Somos los que acabamos la carrera, no teníamos trabajo y nos marchamos a aprender inglés con ticher Fairy.
— Mamá, soy kitchen porter.
—¡Uy!, qué bien, hijo, kichenporte, ¿y eso qué es?
Luego progresamos y nos hicimos camareros, claro.
— ¿Have you meiyo?
—¿Sal? Ahora mismo te la traigo fina, gorda y en escamas.
— No, no, meiyo (mahonesa).
“MEIYO”, te grabas y, aupado por los nervios, vuelves con un bote de kétchup y una sonrisita de Mona Lisa. “Thanks”, te suelta. Y de propina te adjunta una miradita de odio al estilo Trump. Arrieritos somos y en tu playita de Torremolinos nos encontraremos.
Cuando los del 88 nos ponemos, nos ponemos. Mira Irene Montero, del 13 de febrero, empezó acampando en la Puerta del Sol hace siete años y acabará con dos retoños en un chalé de la sierra. Los del 88 somos los que nos fuimos de España para aprender inglés con nativos españoles, que no se os olvide. Anda que si esto lo hubiera sabido Albert Rivera… pues se hubiera cogido un billete de Ryanair y se habría presentado en Stansted con Marta Sánchez para un cierre de campaña.
Nosotros somos los del Erasmus y los de la beca de inglés de Zapatero: primero probamos las pintas en Londres y, unos añitos después, volvemos y las fregamos. Solo faltaba. Somos los de La banda del patio, los de Oliver y Benji, los de Bola de Dragón, los de la Pajarería de Transilvania, los de Al Salir de Clase. Somos Compañeros, siempre estaré aquí, si me necesitas, no te fallaré… Somos los que veíamos Friends y ahora nos quejamos de lo que decían en Friends. Somos Rihanna, Marcelo y Adele.
Somos los que, como dice El Mundo Today, hemos logrado que las típicas bodas que no se parecían a las típicas bodas ya son, de hecho, las nuevas típicas bodas. Somos bisiestos, olímpicos, de tazos, del chat de Terra, del zumbido del Messenger. Somos los que nos frustrábamos tratando de repetir lo que hacía el de Art Attack y los que quitábamos la escalera de la piscina a Los Sims sin frialdad.
Abrimos y cerramos 300 millones de cíbers en España como quien cambia de Gobierno en siete días. Ligábamos con toques y con SMS desde el Alcaltel Onetocho de 19 kilos. Somos los del éxodo. Los de un amigo en Australia, Berlín y Buenos Aires. Los del Skype. Los que nos fuimos, volvimos y volveremos. Somos becarios, precarios, falsos autónomos. Y verdaderos. Algunos ya padres, madres, otros están en camino y otras congelan sus óvulos porque hoy no pueden serlo.
Somos los que pagamos alquileres por encima de nuestras posibilidades, los que vivimos en una estabilidad que no baja del 9 en la escala de Richter y los que, algún día, acabaremos con las dos generaciones que nos están taponando. Pa´ fuera lo malo, sí, sí, sí, que vienen los 40. Y más rápido que los 30, según dicen los de 41.
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