La gente no puede dejar de hablar de estas doce cosas de la gala de los Goya 2018
Se echó de menos a Dani Rovira; el beso gay; la sorpresa de Paquita Salas; dónde está Penélope; los chistes que nadie entiende...
En contra de lo que predijo Leticia Dolera, la noche no acabó siendo "un campo de nabos feminista precioso". La estadística más llamativa de la noche de los Goya 2018 fue que las mujeres dirigen un 7 % de las películas españolas y ayer ganaron un 100 % de los premios de dirección. Las victorias de Carla Simón (Verano 1993) e Isabel Coixet (La librería) sirvieron para que las reivindicaciones feministas no se quedaran en frases hechas, chascarrillos y abanicos y la Academia demostrase el movimiento andando: la mejor forma de apoyar a las mujeres de nuestro cine es dándoles la visibilidad que merecen.
Rebeldía, resistencia y amor. Eso pidió la actriz chilena Daniela Vega al recoger el Goya a la Mejor Película Iberoamericana para Una mujer fantástica y de eso tratan las tres películas ganadoras de la noche: La librería, Handia y Verano 1993. Con tres premios, La librería se convirtió en la segunda ganadora de mejor película con menos galardones (por detrás de Amantes, que en 1991 ganó solo mejor película y mejor director) y, con 10 victorias, Handia batió el agridulce récord de Un monstruo viene a verme a la película más galardonada de la historia de los Goya que no gana mejor película.
Estos fueron los temas más comentados de la gala...
¿Los peores presentadores de la historia?
En Twitter la gente es muy exagerada y tiene muy mala memoria, de ahí que todo nos parezca "lo mejor" o "lo peor" de la historia. Pero, cerrando con una estadística más, Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes, los presentadores de la gala, fracasaron en todos y cada uno de los intentos de hacer humor. El evidente nerviosismo de Sevilla anuló su ritmo cómico, especialmente cada vez que Reyes le dejaba solo sobre el escenario para ir a hacer cosas tan graciosas como vomitarle a El Langui en la cara. Las galas de premios suelen ser aburridas como concepto, pero esta resultó incómoda por culpa de una ristra de chistes que combinaban el mínimo común denominador ("los Javis, los Javis, los Javis; qué bien que no os llaméis los Gregorios") con un supuesto sarcasmo ("no sé si es peor escuchar una posesión diabólica o escuchar a Héroes del Silencio") y que no funcionaron en ninguno de los dos niveles.
Vuelve, por favor, Dani Rovira
El público que asistió a la gala se rio poco: los planos de la retransmisión del patio de butacas fueron un escaparte de actores, actrices y directores con cara de aburrimiento. Hubo muchos que no entendieron en absoluto los chistes, como fue el caso de Maribel Verdú. Joaquín Reyes, saltándose todas las reglas del humor (que total, qué más daba ya) detuvo la gala para explicarle el chiste a Maribel. Ella siguió sin entenderlo.
Cuatro guionistas hicieron falta para escribir un total de cero bromas divertidas (rescatando, eso sí, el sketch autoconsciente de las musas inspirando a directores protagonizado por las espléndidas Miren Ibarguren y Marián Hernández) que incluyeron casposos chistes sobre cómo "los vascos no follan" (error: el beso con su marido dejó claro que Mikel Serrano sí) y la enésima referencia al anuncio de la lotería con Raphael y Montserrat Caballé que dirigió Pablo Berger hace cinco años. Independientemente de quién ganase los premios (y cabe destacar que el verdadero ganador de la noche fue el pelo de David Verdaguer) quien perdió fue el público. Todo para que, por encima de la victoria de La librería, la gran sorpresa de la noche fuese que acabásemos echando de menos a Dani Rovira.
La guionista que reivindicó a Woody Allen como "un artista genial"
Hay dos mujeres en este planeta a las que les ha venido regular que la opinión pública decida, 25 años después, condenar a Woody Allen por los abusos que supuestamente perpetró sobre su hija Dylan: Kate Winslet, la protagonista de su última película (Wonder Wheel), que se ha pasado toda la promoción sin saber qué responder ante la polémica de la que se libraron docenas de actrices antes que ella; y Laura Gost. La guionista del corto animado Woody & Woody agradeció el premio Goya aclarando que lo escribió hace tres años y que considera a Allen "un artista genial". Los premios siempre llegan cuando menos te lo esperas y, a veces, cuando peor te vienen.
Emily Mortimer pasó las tres horas más aburridas de su vida
Un clásico anual de los Goya es traer actores extranjeros a la gala para no solo no premiarles sino además hacer los típicos chistes de guiris que ellos no van a entender. "Espera, Emily Mortimer, que Paco Plaza se ha quedado mortimer" le explicaba el presentador, Ernesto Sevilla, a la protagonista de La librería, dirigida por Isabel Coixet. Sentada al lado de Mortimer, Coixet le iba traduciendo las bromas, pero Emily no las entendía y no se trataba de un obstáculo de traducción: el resto del público tampoco se reía.
Marisa Paredes se reivindicó a sí misma
El 40 % del discurso de la galardonada con el Goya de Honor, Marisa Paredes, se dedicó a recordarnos que era la primera vez que le daban uno. Paredes, que lleva 58 años dignificando el cine español, solo ha estado nominada en dos ocasiones (por Cara de acelga y La flor de mi secreto) de manera que el vídeo repaso a su carrera funcionó como un muestrario de todas las interpretaciones icónicas por las que no fue siquiera nominada. Nadie podrá igualar el discurso de Antonio Banderas hace tres años, cuando hizo una poética reflexión sobre su vida y su trayectoria y le pidió disculpas a su hija Stella del Carmen por haber estado más ausente de lo que le habría gustado, pero Marisa Paredes ni siquiera ha hecho el intento de contar algún relato más allá de recordar su etapa como presidenta de la Academia y su discurso de "No a la guerra" afirmando que volvería a hacerlo.
Un beso gay en la televisión pública
El ganador del Goya a la Mejor Dirección de Arte por Handia, Mikel Serrano, celebró su victoria besando a su marido y dedicándole el premio "a Stefan, Ich Liebe Dich". Una naturalidad mucho mayor que la de Antonio Resines y Pere Ponce cuando en 1997, durante una gala en la que todas las parejas de presentadores se besaban antes de entregar el premio, bromearon sobre que ellos no lo iban a hacerlo y luego acabaron atreviéndose entre coñas y risas incómodas.
Paquita Salas debería presentar la gala el año que viene
Brays Efe interpretó a la representante de actores que protagoniza (y da nombre a) Paquita Salas, la serie de Javier Calvo y Javier Ambrossi que estrenará su segunda temporada en Netflix a finales de año. Por fin la industria de cine español empieza a reírse de sí misma: Paquita, un personaje inventado, es lo más auténtico que pisó anoche el escenario de los Goya. Ella personificó el entusiasmo, las ganas y la caspa del sector con más cariño que mala leche y desconcertó a millones de espectadores que no tenían ni idea de quién era ni de por qué insistía en que las actrices "se hicieran unos Pasapalabras" si querían seguir siendo relevantes.
¿Pero dónde está Penélope?
Justo cuando Paquita Salas bajó al patio de butacas a codearse con la nobleza del cine español, el asiento de Penélope Cruz estaba vacío. Esta bomba de humo (o, como se le llama ahora, ghosting) demostró que Cruz es tan superestrella que hasta cuando se ausenta destaca. La actriz encajó con humor las referencias a su prueba para presentar el programa de Telecinco La quinta marcha a principios de los 90 y a su participación en Zoolander 2, pero el chiste que más gracia le hizo fue el de Ernesto Sevilla sobre las rimas que se pueden hacer con "Goya". Al fin y al cabo ella, además de ser la mayor estrella que ha dado nuestro país, es de Alcobendas.
El discurso de los vicepresidentes dirigido a los políticos presentes
Un clásico de la gala es el discurso del presidente de la Academia alternado con planos de las caras de los políticos escuchando críticas a su gestión. Hace años resultaba incómodo, ahora es una parada anual obligatoria. Ante la baja por enfermedad de la presidenta Yvonne Blake, los vicepresidentes Mariano Barroso y Nora Novas animaron a sus compañeros de profesión a no dejar de soñar por mucho que ni las subvenciones públicas ni el 21 % de IVA cultural lo facilitasen. Pedro Sánchez, Cristina Cifuentes, Íñigo Méndez de Vigo (que replicaba el discurso con gestos como si estuviera en una boda), Albert Rivera, Manuela Carmena o Pablo Iglesias, sentado al final de la sala, escucharon con atención las quejas de los vicepresidentes. Iglesias aclaró en Twitter que "no estaba castigado" sino que la silla de su compañero Pablo Echenique no podía acceder al patio de butacas central. Mariano Rajoy, por su parte, también utilizó la red social para dar la enhorabuena a todos los premiados. Así, en general: a todos.
¿Solo trabaja una mujer como cámara en Televisión Española?
Por alguna razón, cada vez que había una reivindicación feminista (y hubo muchas) la realización intercalaba un plano de la misma mujer detrás de una cámara. Es de suponer que la intención era demostrar que en el ente público trabajan mujeres operarias, pero tras seis planos repetidos los espectadores empezaron a sospechar que si solo enfocaban a esa es porque no había más.
"Isabel, te queremos tal y como eres"
Precisamente de las señoras de mediana edad, ese demográfico que siempre ha apoyado el cine español, se acordó Isabel Coixet en su discurso. También le agradeció a su madre, en uno de los relatos más naturales e involuntariamente feministas de la noche, convencer a su padre de que "dejase a la niña leer, que de algo le servirá". Luego explicó, dios sabe por qué, que su madre estaba más delgada que Julita Salmerón. Y cuando subió por tercera vez al escenario el productor de La librería (Adolfo Blanco) le dijo "Isabel, te queremos tal y como eres", que es lo más bonito que te puede decir alguien. Especialmente si es tu jefe.
¡Viva Julita Salmerón y su discurso!
En una noche que celebró a las mujeres de la profesión, una de sus máximas estrellas fue un ama de casa (pero no por ello menos artista): Julita Salmerón, protagonista del documental ganador y madre de su director Gustavo Salmerón, brilló más que nadie contando cómo había perdido seis kilos para la ceremonia, lo insignificante que se sentía entre tanta estrella (Javier Bardem, dijo, es el segundo hombre más guapo del mundo después de su marido) y que no sabía dónde iba a poner ese Goya. Y cualquiera que haya visto Muchos hijos, un mono y un castillo sabe lo difícil que son esas tres cosas para ella.
Impagable Julita Salmerón: gracias por ser lo mejor de la noche.
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