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‘Alibi’, el ‘true crime’ sudafricano en formato podcast

Una historia, dirigida por el productor y locutor Paul McNally, dividida en ocho episodios y centrada en demostrar la inocencia del recluso Anthony de Vries, en prisión desde hace casi dos décadas

Imagen cedida por 'Alibi: a true crime story'.
Imagen cedida por 'Alibi: a true crime story'.

En el procedimiento penal existe una palabra (álibi) que determina la acción de alegar la defensa de un preso a través de pruebas que demuestren su inocencia, pues la persona en cuestión estaba en un lugar distinto de aquel donde se ha cometido el delito del que se le consideraba sospechoso. El término álibi es, por tanto, un sinónimo de coartada. The Alibi es el título del primer episodio de Serial, la historia periodística en formato podcast dirigida por Sarah Koenig que ha superado todos los récords de audiencia del podcasting mundial con una decena de millones de descargas desde su estreno en el año 2014. Serial cuenta los hechos reales que envolvieron la muerte de Hae Min Lee. El presunto asesino era su novio Adnan Syed. Él, por supuesto, tiene una coartada que Koenig y su equipo se esmeran en desentrañar en cada episodio. Alibi: a true crime story es también el título de otro podcast surafricano, dirigido por el periodista Paul McNally, productor y locutor —junto a Freddy Mabitsela— de una serie que cosecha numerosos premios, que bebe directamente del Serial estadounidense y de la que hoy quiero hablarles.

"En el momento en que salió Serial y fue un gran éxito, yo estaba trabajando para un tipo de periodismo sin ánimo de lucro llamado Wits Justice Project (basado en Wits University) que se ocupaba de las condenas erróneas. Yo quería hacer un gran proyecto de radio con este material. Lo interesante de Serial fue que les dio a las personas un punto de referencia. Los sudafricanos se sienten cómodos con algo nuevo si saben que es una versión local de algo que sucede en un país diferente", me explica Paul. La historia que narra este podcast se parece mucho a la de Koenig pero también a la de Steven Avery, el hombre que protagoniza la serie Making a murderer en Netflix, un ciudadano que estuvo recluido en una prisión del Condado de Manitowoc en Wisconsin durante 18 años. En todos los casos hay coartadas que desmontar y presuntos inocentes con una vida rota.

McNally me explica cómo llegó hasta él la historia de Anthony De Vries: "Recibí un aviso de una fuente como sucede en la mayoría de las otras historias que cuento. Me acerqué a esta historia como lo haría con cualquier otra pieza, es decir, verifiqué los hechos y obtuve las corroboraciones que necesitábamos. Hay algo de decepción en la narración de la serie porque estás revelando información de episodio en episodio para mantener la tensión (para ser honesto, no es diferente de un presentador que hace una pregunta a un invitado que ya sabe la respuesta), pero es importante para el oyente estar involucrado en el viaje del narrador para descubrir los hechos con él". Para Paul, el pacto al que un periodista de investigación llega con su oyente-lector sería algo así: "Te contaré una historia de esta manera, como si estuviéramos aprendiendo juntos, para hacerlo más digerible".

Lo que más llama la atención de este podcast periodístico perfectamente construido es su origen. ¿Existe una tradición de podcasting en Sudáfrica? ¿Cómo es su ecosistema? "La respuesta corta es que no hay mucho podcasting en Sudáfrica. Y aunque la gente pensaba que la cosa cambiaría con el aumento de los smartphones y la conexión a internet por fibra, todavía es un mercado pequeño. Yo creo que el podcast va menos de tecnología y más de tendencia radiofónicas: la emisión en vivo, la conversación telefónica y la radio telefónica son los reyes en Sudáfrica", comenta Paul.

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En este sentido, a la radio documental no se le presta demasiada atención en Sudáfrica, sobre todo, porque para los profesionales no ha existido una transición fácil de habilidades esenciales como la edición, el scripting o el diseño de sonido. El ecosistema de podcasting sudafricano es precario y bastante amateur: "Los podcasts que existen aquí suelen ser conversaciones muy básicas entre dos personas en una sala y sobre un tema. Nosotros conseguimos colocar a Alibi en una emisora de radio nacional, en un espacio semanal y, claro, las métricas y la respuesta de la gente fueron mucho mayores allí que online. Nos dimos cuenta de que la gente quiere este tipo de contenido".

Una de las cosas más emocionantes que han sucedido con esta serie, según McNally, tiene que ver con la proyección mundial de un producto netamente local. Para una ciudad pequeña como Johannesburgo conocer la historia de De Vries fue un todo un impacto. Las fotos de Alibi —"muchas de ellas demasiado violentas y sangrientas para que las revelemos", me explica Paul— tenían esa cualidad granulosa y descolorida que tan bien reflejan la historia de un país que desde los años 90 ha vivido una etapa confusa y convulsa con el apartheid. Cuando el podcast presenta a Anthony De Vries, éste ya ha cumplido 17 años por sus crímenes. La investigación se centra, por tanto, en si reclamar su inocencia tiene sentido. Para ello se hacen algunas cuestiones previas: ¿Han encerrado a un tipo por error la mayor parte de su vida? ¿Y de alguna manera está relacionado con los policías que lo metieron dentro? Todo un relato fascinante y repleto de ritmo se despliega en estos ocho episodios que empieza en una tienda de DVD 's en el año 1994 y que termina en la actualidad con la esperanza de que se haga justicia.

El podcast de McNally y Mabitsela se abona a la actual tendencia del true crime en televisión y cine pero, sobre todo, en formato radio y podcast: "El podcast es un medio lineal que exige colgar preguntas para el oyente con la promesa de responderlas de manera inesperada. La forma en que la historia se dividió en ocho episodios fue un desafío, pero crecí viendo sitcoms y siento que hay una ruptura natural en mi capacidad de atención. A la media hora, desconecto". Para los autores fue esencial tener un buen guion con el que poder mover la historia hacia delante o hacia detrás, reducir la emoción si el momento lo pedía, tener las agallas suficientes para descartar lo que no funcionara por muy válido que creyeran que fuera y volver a grabar las veces que hiciera falta si percibían que algo era inaudible.

"Alibi fue escrito y reescrito. Comparado con algunos de los podcasts estadounidenses, esto no es nada nuevo; pero en mi país hay una tendencia tan poderosa de la radio en directo y abierta para que las personas llamen y digan lo que quieran que, a veces, es difícil soportar la cantidad de tiempo que este tipo de trabajo requiere". Todo esto por no hablar de algo que también sucedía con los protagonistas de los otros true crimes, Syed y Avery: "Contar una historia sonora en la que su personaje principal se encuentra en prisión tiene desafíos evidentes. En el medio radiofónico se requiere acción y escenas para despertar la imaginación del oyente. Al final, no nos olvidemos, es un hombre hablando por teléfono. Tuve que trabajar mucho para hacer que ese hándicap fuera una ventaja para el show", concluye McNally.

Fotos cedidas por "Alibi: a true crime story".
Fotos cedidas por "Alibi: a true crime story".

A estas alturas del post espero que ya estén buscando el mejor modo de descargarse y escuchar la serie completa. Cuando lo hagan, presten mucha atención al diseño sonoro, es decir, a todos esos elementos —música, ruido, efectos— que componen un paisaje tan bestial como la historia que cuenta, un sonido tan granulado como las fotos de Alibi o como la historia de Sudáfrica durante tantos años: "Que el compositor John Bartmann produjera toda la música original para el show fue muy importante y realmente elevó la producción a otro nivel".

Un nivel que alcanza cotas de excelencia en la organización de una estructura y una semántica narrativa muy complejas: "El podcast nos permitió contar una historia que se extendió durante décadas y perfilar a una variedad de personas dentro del sistema de justicia sudafricano. Todo el show dura cuatro horas y no hubiéramos tenido la oportunidad de contar este tipo de historias en la televisión o en un único programa de radio. Emitimos los episodios en la emisora SAFM los domingos y fue un gran éxito. Ellos tienen una gran tradición de documentales y de radiodramas y estaban felices de aceptar este tipo de contenidos. Creo que llevar los podcasts a los canales de transmisión tradicionales si la historia es interesante es una buena idea".

Paul McNally, productor de "Alibi: a true crime story".
Paul McNally, productor de "Alibi: a true crime story".P.M.

Los datos les avalan: en SAFM (la cadena de radio nacional) acumulan 400.000 oyentes cada semana y el podcast ha tenido alrededor de 40.000 escuchas. Escuchen esta historia fascinante en la que los tiroteos, el robo, las persecuciones en automóvil o el engaño forman parte del escenario de una serie intrigante con policías del apartheid, amantes arrepentidos y hermanos ladrones de bancos. Todo ello situado en Johannesburgo a lo largo de un cuarto de siglo.

El entrevistado recomienda un podcast

Paul McNally: Estoy escuchando mucho de The Daily de The New York Times. También estoy disfrutando mucho Black Hands, A Family Mass Murder por la brutal honestidad de contar ese tipo de historias.

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