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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El trabajo infantil no debería ser cosa de niños

Son 152 millones los menores entre 5 y 17 años forzados a trabajar en el mundo. Varias entidades se reúnen en Sevilla intentando dar pasos para la erradicación de esta lacra

Una niña trabajando en Myanmar, en una imagen de 2013.
Una niña trabajando en Myanmar, en una imagen de 2013.Marcel Crozet / ILO
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En Sevilla, y de cara a la IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil, que tendrá lugar en Buenos Aires del 14 al 16 de noviembre, esperamos que un número importante de organizaciones españolas y de América Latina consensuemos unas peticiones comunes para exigir a nuestros Gobiernos que aceleren las medidas y las políticas para que el trabajo infantil sea erradicado. El objetivo es que ningún niño o niña del mundo necesite para su subsistencia, o la de su familia, tener que trabajar y que todos ellos puedan disfrutar de su infancia. Es una contribución más de la Iniciativa Regional América Latina Libre de Trabajo Infantil de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), con el apoyo de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en la que no hemos querido dejar de estar presentes.

Un deseo de estar ahí porque el trabajo infantil y adolescente no deja de ser una muestra visible más de la desigualdad obscena en la que convivimos en nuestro mundo. No me refiero a aquellas tareas efectuadas por niños en su propio hogar, en condiciones razonables y bajo la supervisión de personas cercanas a ellos, que, además, significan una parte integrante de la vida de las familias y que contribuyen positivamente al desarrollo de la infancia, sino al que desempeñan los niños y niñas que viven solos, muchos de ellos en la calle. También para todos los que conviven en el seno de las familias más vulnerables, aquellas que necesitan que sus hijos menores de edad trabajen para completar una renta familiar exigua que apenas les dé para malvivir y que les roba una parte importante de su infancia.

Actualmente, según datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) hay en el mundo 152 millones de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que se encuentran en situación de trabajo infantil. Esta cifra supone, más o menos, la población de tres Españas y media, o si lo quieren ver de otro modo, representa el 9,6 % del conjunto mundial de la población en este rango de edad, de 5 años (repito, 5 años) a 17. Otra cifra más, 72,5 millones de estos niños, niñas y adolescentes, lo hacen en actividades peligrosas que ponen en grave riesgo su salud, seguridad o moralidad. Así siguen estando las cosas. Algo que nos debería llevar a la reflexión y nos tendría que hacer sentir, en parte, corresponsables. No hay que olvidar que en muchos casos este trabajo sirve para que podamos acceder en nuestro entorno a productos cuyo precio se sustenta sobre este tipo de explotación.

Este trabajo sirve para que podamos acceder a productos cuyo precio se sustenta sobre este tipo de explotación

Como Ayuda en Acción, una de nuestras experiencias más cercanas con el trabajo infantil es la que tiene que ver con la trata infantil, que está calificada por la OIT como una de sus peores formas, ya que se equipara con la esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud. En el negocio de la trata, una niña puede ser vendida por menos de mil euros para realizar trabajos como la servidumbre, la explotación sexual en prostíbulos, el tráfico de drogas, la utilización en conflictos armados, y otras prácticas similares a la esclavitud en fábricas o talleres.

Sin embargo, también es alentador mencionar que se han realizado avances en la erradicación del trabajo infantil y adolescente. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, gobiernos, empleadores, organizaciones de la sociedad civil, como Ayuda en Acción, y la cooperación internacional, venimos trabajando en reducir estas cifras. Sólo en el periodo entre 2000 y 2016, más de 9,5 millones de niños, niñas y adolescentes de esta región del mundo han abandonado este tipo de actividad que seguimos llamando trabajo.

Una niña puede ser vendida por menos de mil euros para realizar trabajos como la servidumbre, la explotación sexual y el tráfico de drogas

Esta es la parte positiva, la negativa en esta región sigue siendo la existencia de 10,5 millones de niños que siguen en la brecha, un 7,3 % del total y que el ritmo de erradicación se ha frenado en los últimos años, algo previsible en una región campeona del mundo en la desigualdad. La exclusión de los pueblos indígenas, la migración generada por el cambio climático, la violencia generalizada o la exclusión económica, siguen siendo los principales motores que convierten a América Latina en la región más desigual del planeta. En estas circunstancias, la erradicación está aún lejos, pero no es inalcanzable. Al menos en lo que se refiere a este tipo de actividades que no hace otra cosa que hipotecar el presente de muchos niños y niñas y, sobre todo, lastrar un futuro en el que queremos que las cosas sean de otra manera.

En Sevilla esperamos acordar peticiones para presentar a nuestros Gobiernos en la IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil de Buenos Aires. Estamos seguros de que habrá compromisos por parte de todos los participantes y que servirá para seguir dando pasos, seguramente mucho más pequeños que los que todos esperamos, para erradicar el trabajo infantil de una vez, pero también, espero que este artículo, parte pequeña de todo el ruido que las organizaciones queremos hacer durante estos días en Sevilla, sirva para que todos y todas nos movilicemos de la mejor manera que consideremos; apoyando a una ONG, escribiendo una carta a sus representantes políticos o sencillamente, compartiendo esta información entre sus contactos para conseguir que todos los niños y niñas del planeta, algún día no muy lejano se ocupen solo de hacer cosas de niños.

Fernando Mudarra es director de Ayuda en Acción.

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