Las urbanizaciones residenciales como distopia cotidiana
Una mirada feminista para repensarlas.
Las urbanizaciones son una forma de ocupación de nuestro territorio caracterizada por la expansión de áreas residenciales monofuncionales con casas aisladas, donde las personas se convierten en dependientes del coche privado para desarrollar su vida cotidiana. Aunque su desarrollo fue motivado por intereses económicos privados con la aprobación de las administraciones públicas, también es una decisión individual querer vivir en una casa con jardín, es decir, aspirar al "sueño americano".
Las urbanizaciones se han convertido en un grave problema que nuestra sociedad debe afrontar. Significan una gran expansión e inversión en territorio, recursos y esfuerzos que no se pueden abandonar o destruir simplemente. Hace falta una solución más integradora y regeneradora de estos territorios. Hay que reconocer qué espacios tienen potencial para poder ser recuperados y reciclados para nuevas comunidades, y cuáles no son adecuados y hay que devolverlos como espacios por la naturaleza o la agricultura.
La dispersión y la segregación de usos que generan estas formas residenciales tienen consecuencias sociales, económicas y ambientales tanto para las personas que viven como para los entornos donde se ubican. Pocas veces se habla de las dificultades para gestionar la vida cotidiana de las personas que viven en estas situaciones, y que impacta directamente en todas aquellas personas responsables de conciliar entre diferentes esferas de la vida, aún hoy mayoritariamente mujeres. Estas áreas son el mejor ejemplo de la concepción funcionalista del mundo y de la planificación, que ha dividido funciones y usos y, por lo tanto, a las personas. Han sido diseñadas desde un punto de vista androcéntrico, igual que ha sucedido en las ciudades pero de manera exacerbada. Tal como señala Dolores Hayden en su libro Redesigning the American Dream (1984), uno de los principios más importantes de la planificación urbana en los Estados Unidos durante la creación del suburbio fue que "el lugar de una mujer es la casa".
No se tienen en cuenta los ciclos vitales: no es lo mismo vivir en una urbanización cuando se es joven y sin descendientes que cuando hay personas menores a cargo o cuando las personas son mayores y tienen problemas de autonomía y movilidad. Las personas que viven en estos territorios que no pueden conducir o son dependientes, pierden su autonomía e independencia, quedando aisladas física y socialmente.
Independientemente de su origen, las urbanizaciones están muy extendidas en nuestro territorio y hace tiempo que se desarrollan sin una dirección clara. Las principales estrategias que proponen los diferentes estudios que se han realizado hasta el momento para resolver los problemas de las urbanizaciones, en concreto en el territorio catalán, son sobre todo para resolver el déficit urbanístico, pero no se han afrontado los problemas sociales, económicos y medio ambientales derivados de estas situaciones. Por ello, resulta imprescindible establecer nuevas estrategias, diferentes a las que se utilizan en el modelo de ciudad compacta, que permitan garantizar la sostenibilidad de la vida en estos entornos.
El trabajo de investigación la Rehabilitación de urbanizaciones residenciales monofuncionales de baja densidad (Muxí, Zaida, coord. 2013), aporta alternativas que permiten mejorar la vida cotidiana en las urbanizaciones residenciales desde una perspectiva de género. El trabajo ofrece recomendaciones prácticas con el objetivo de fortalecer las redes de proximidad, favorecer la mezcla física y social, garantizar la vida con autonomía, fortalecer el sentido de pertinencia y comunidad, y promover un equilibrio medioambiental y una vida sana en este tipo de territorios. La aportación original de este trabajo es poner la vida cotidiana de las personas, desde un enfoque de género, en el centro de la rehabilitación de estos entornos.
En un estudio en la comarca del Garraf, encargado por la Diputación de Barcelona, se aplicó el trabajo de investigación anteriormente citado ("Estudi sobre la problemàtica residencial a les urbanitzacions de baixa densitat a la Comarca del Garraf", Col·lectiu Punt 6, 2017). Este estudio se enfocó en la necesidad de vincular tres dimensiones:
- La unidad residencial. Las principales problemáticas detectadas aquí son la falta de adecuación de las tipologías a los grupos de convivencia, la calidad constructiva y el estado de conservación, los problemas de suministros básicos, los altos costes de la tipología, diferentes situaciones de ilegalidad y viviendas vacías.
- Las personas que habitan en estas urbanizaciones. Falta información sobre las personas que viven en estos entornos y su situación social. Sufren un alto grado de aislamiento y falta de relación entre ellas, de problemas de dependencia, situaciones de desahucios y de ocupación ilegal de viviendas. Además de falta de títulos legales de la propiedad, hay muchas personas con falta de recursos atrapadas en una casa con jardín y esta situación de aislamiento provoca una gran problemática de convivencia y de participación comunitaria con el municipio al que pertenecen.
- Por último, las problemáticas detectadas y vinculadas al entorno están relacionadas a problemas con la situación urbanística y sus condiciones, la monofuncionalidad y la falta de equipamientos, el gran déficit en la calidad del espacio público, la falta de redes cotidianas que vinculen las actividades, las opciones de transporte público viable y con graves problemas de contaminación medio ambiental y paisajística del territorio natural y artificial.
Las dificultades que afrontan las personas en su día a día y la gran complejidad que presenta el entorno por sus diferentes casuísticas y condiciones territoriales hacen necesario abordar las actuaciones desde una mirada integradora. No se trata sólo de un modelo insostenible en términos territoriales y energéticos, sino también insostenible para la vida de las personas, en relación a sus tiempos y al derecho a desarrollar sus propias vidas.
Roser Casanovas es arquitecta y urbanista feminista. Es integrante de Col·lectiu Punt 6, una cooperativa de mujeres arquitectas y urbanistas cuyo trabajo se centra en fomentar la equidad de género interseccional, la sostenibilidad, la participación comunitaria y la economía solidaria en el urbanismo.
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