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Tribuna
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Divide y vencerás en Estados Unidos

El nacionalismo blanco necesita romper la coalición de minorías negra e hispana para sobrevivir

Shetamia Taylor (segunda por la derecha) muestra la zona de Dallas donde fue disparada en 2016 en una protesta racial.
Shetamia Taylor (segunda por la derecha) muestra la zona de Dallas donde fue disparada en 2016 en una protesta racial.Tony Gutierrez (AP)

La primera vez que comprendí que, en EE UU, el orden blanco podía sentirse amenazado por una alianza entre negros e hispanos fue durante la primera campaña electoral de Obama. Los medios de comunicación dijeron que los hispanos no iban a querer a un presidente negro, a pesar de que ya habían apoyado a un alcalde negro en Nueva York, y los negros habían apoyado a un alcalde hispano en Los Ángeles. Los hispanos respaldaron a Barack Obama en su campaña para el Senado y, al final, también en sus dos campañas presidenciales.

Aunque los pocos hispanos invitados a participar en debates televisados mencionaban estos y otros casos de cooperación con los negros, sus voces quedaron sepultadas en unos medios que, en materia de diversidad, tienen 50 años de retraso. El sector de los medios de comunicación estadounidenses es completamente blanco y tiene tanto poder que dos de sus jefes presumen de haber logrado la elección de Donald Trump: le dieron gratis una publicidad por valor de 1.000 millones de dólares, porque sus actos de campaña provocaban la misma fascinación morbosa que una persona a punto de arrojarse al vacío.

El sector de los medios de comunicación es completamente blanco y tiene tanto poder que dos de sus jefes presumen de haber logrado la elección de Trump
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Hace unos años, un antiguo presentador de CNN, Rick Sánchez, al que acababan de despedir, reveló que el presidente de la cadena decía que “la raza vendía”. De ahí que haya tantos malos programas sobre “la brecha racial”. Pero no incluyen a los hispanos, que son ya la mayor minoría del país. A las cadenas les es más rentable el choque entre negros y blancos. Si aparecieran hispanos que están de acuerdo con los negros, eso aislaría a los blancos, que son el grupo al que se dirigen fundamentalmente los anunciantes. Las cadenas de televisión suelen hacer encuestas que reflejan las opiniones de negros y blancos sobre la brutalidad policial. La mayoría de los blancos no cree que sea una cuestión tan importante. Si se preguntara a los hispanos, seguramente, coincidirían más bien con los negros. Los grandes medios consideran que los casos en los que la policía dispara a un hombre desarmado son un problema de los negros, pese a que la policía también dispara a hispanos, sobre todo en el oeste. Pero, claro, la prensa no suele informar de esos casos. Por otra parte, en realidad, la víctima más habitual de la policía es un indio americano desarmado.

Uno de los que ha comentado la actitud de la policía frente a negros e hispanos es el Defensor del Pueblo de la ciudad de San Francisco, Jeff Adachi. Según él —citaba el San Francisco Chronicle en mayo de este año—, las estadísticas “(...)indican que San Francisco tiene el mismo problema [que otras ciudades] de que hay agentes que están más dispuestos a emplear la fuerza contra negros y morenos que contra blancos”, dijo. “Es consecuencia de unos prejuicios explícitos e implícitos, falta de formación y, sobre todo, de que no se piden responsabilidades”.

Se intenta separar también a los hombres de las mujeres dentro de las minorías e impedir su voto, así como demonizar a ambos grupos

Esta tendencia a separar a los negros de los hispanos se vio en los programas emitidos recientemente por televisión sobre los disturbios ocurridos en 1992 en Los Ángeles, cuando un jurado blanco de clase media absolvió a los cuatro policías que habían dado una brutal paliza a Rodney King. Todas las cadenas destacaron la imagen de los negros como agitadores. Sin embargo, un estudio hecho entonces por Rand Corporation demostró que los participantes más numerosos en las protestas eran hispanos, también frustrados por el funcionamiento del sistema judicial.

El nacionalismo blanco, para sobrevivir, necesita romper la coalición de minorías, igual que los británicos dividieron a los musulmanes y los hindúes en India. También intenta separar a los hombres de las mujeres dentro de las minorías e impedir su voto, así como demonizar a ambos grupos, culpar al colectivo de los actos de unos pocos. En el canal local de la Fox en Oakland, California, los negros y los hispanos aparecen a diario como delincuentes. Pero no dicen nada de que dos hispanos han sido el último Poeta Laureado de California y el de San Francisco.

Chester Himes, que residió sus últimos años en España, decía que vivir en Estados Unidos era vivir en el absurdo. Estoy de acuerdo. Un presidente de madre escocesa quiere impedir la entrada de unos hispanos que han recorrido sin cesar Occidente desde el siglo XVI. Yo vivo en unas tierras que el rey de España otorgó a la familia de Luis Peralta, y que le arrebataron unos estadounidenses llegados en masa desde la costa Este durante la fiebre del oro. En cierto sentido, soy un okupa.

Ishmael Reed es autor de Mumbo Jumbo.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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