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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Con Rohaní, Irán no retrocede

Su victoria es positiva, pero son millones los iraníes que esperan mucha más libertad

Hasan Rohaní a su llegada a un acto de su campaña electoral en Teherán.
Hasan Rohaní a su llegada a un acto de su campaña electoral en Teherán.ABEDIN TAHERKENAREH (EFE)

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La reelección del moderado Hasan Rohaní como presidente de Irán es una noticia positiva que permite observar con cierto optimismo la continuación del proceso de apertura al mundo que Rohaní comenzara en 2013. Hay que destacar que el vencedor de las elecciones celebradas el viernes es el que, desde la parte iraní, estuvo detrás del histórico acuerdo nuclear con la comunidad internacional alcanzado en 2015 y que permitió dar salida a una situación —el desarrollo nuclear del país— que amenazaba con convertirse en un posible conflicto bélico regional.

Esta victoria es particularmente significativa porque Rohaní —con el 58% de los votos en una elección con varios candidatos— ha aventajado por 19 puntos al ultraconservador Ebrahim Raisi, defensor de una involución social y política que hubiera radicalizado aún más a Irán. Rohaní ha obtenido el mandato popular —Irán tiene una población muy joven que en su mayoría no ha conocido otro régimen que la República Islámica— para modernizar la sociedad y la economía. Dos retos para los que el mandatario iraní deberá tener necesariamente en cuenta las seguras resistencias de los ultraconservadores, que el viernes obtuvieron el 38% de los sufragios.

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En cualquier caso, el apelativo de reformista del actual Gobierno de Teherán no puede llevarnos a engaños sobre la situación real en Irán; una teocracia sin libertades políticas donde el adulterio se castiga con la lapidación, y la homosexualidad con la horca, y cuyo sistema —que en 2009 reprimió sangrientamente la llamada Revolución Verde— está presidido por un líder supremo elegido con carácter vitalicio por un reducido grupo de jefes religiosos que en la práctica convierte su voluntad en ley. La victoria de Rohaní es positiva porque no supone un nefasto paso atrás. Pero son millones los iraníes que esperan mucha más libertad.

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