Héroe anónimo
Subía por la calle de El Príncipe hacía la plaza de Santa Ana cuando vi a un muchacho caminando delante de mí
Subía por la calle de El Príncipe hacía la plaza de Santa Ana cuando vi a un muchacho caminando delante de mí despreocupado; por momentos se detenía, miraba hacia arriba… luego volvía a caminar… parecía silbar incluso. Apreté el paso hasta que le di alcance y comprobé que efectivamente silbaba, una canción de Sonia y Selena: Yo quiero bailar.
Le cogí por el hombro.
-¿Qué haces? -le espeté.
-¿A qué se refiere señor? -me respondió aturdido.
-¿Qué miras?
-Miro las fachadas señor, me fijo en la arquitectura.
-Eres un turista o ¿qué? -insistí.
-No, no, soy de aquí, de Madrid.
No entendía nada y reconozco que me puse “nerviosito”.
-Pero, pero… ¿Es que no tienes smartphone?
-Sí, claro -dijo sacándolo del bolsillo y enseñándomelo-, aquí está.
-¿Y qué pasa? ¿Lo tienes sin batería?
-No señor, está a tope de batería; un 98% tiene.
-¿Y no estás en grupos de WhatsApp? -le pregunté entornando los ojos, evaluándolo con la mirada.
-Sí, tengo muchos…
Abrió la aplicación y deslizando su dedito me mostró varios chats con nombres como: amigachos, chichinabo, si eres mi novia no mires… No daba crédito: tenía muchos grupos desatendidos.
-¿Y qué haces que no estás participando en esos chats mientras andas? -le dije poniéndole mi mano en su nuca, haciéndole la mano humillante.
No supo qué contestar, se limitó a encogerse de hombros.
-¿Y el Pokémon Go? ¿Te lo has descargado?
-Sí.
-Pues a la vez tienes que ir jugando. ¡Joder!
Se marchó con la cabeza gacha, con la mirada fija en la pantalla.
-¡Una última cosa! –le grité- ¡Nada de levantar la mirada para cruzar la calle!
Así somos los héroes anónimos. De nada.