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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Adiós a un hombre de paz

Simon Peres no dejó de creer en la posibilidad de un acuerdo con los palestinos.

El expresidente estadounidense Bill Clinton presenta sus respetos ante el féretro del expresidente israelí y premio Nobel de la Paz, Simón Peres.
El expresidente estadounidense Bill Clinton presenta sus respetos ante el féretro del expresidente israelí y premio Nobel de la Paz, Simón Peres.ATEF SAFADI (EFE)

La significativa afluencia de líderes de todo el mundo —entre ellos Felipe VI— al entierro ayer en Jerusalén del expresidente israelí Simon Peres constituye no solamente un reconocimiento a una figura histórica del Estado judío sino a una manera de entender la política y las relaciones internacionales basada más en la negociación y el compromiso que en la confrontación.

La larguísima trayectoria política de Peres es paralela a la tumultuosa realidad geopolítica de Oriente Próximo, pero si algo caracterizó al fallecido mandatario es un esfuerzo constante por encontrar soluciones viables al conflicto con los palestinos. La presencia ayer en las exequias del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, refleja un consenso generalizado en torno a una figura que fue clave en los Acuerdos de Oslo, hasta el momento el mayor proyecto de entendimiento alcanzado entre israelíes y palestinos. En este contexto, hay que alabar las palabras expresadas por el presidente de EE UU ante el ataúd de Peres. Barack Obama pidió a Abbas y a Benjamín Netanyahu que reanuden el proceso de paz, cuyas negociaciones se encuentran interrumpidas desde 2014. El apretón de manos, minutos antes, entre los líderes israelí y palestino se puede considerar una contribución póstuma del desaparecido premio Nobel de la Paz al proceso. En cambio, la no presencia de representantes de los dos únicos países árabes con los que Israel tiene relaciones diplomáticas —Jordania y Egipto— junto a la ausencia total de enviados de ningún país árabe muestra el abismo que aún separa a Israel de sus vecinos.

En una tierra donde cada piedra es un símbolo, es significativo que Peres descanse en una tumba junto a Isaac Rabin, otro israelí que apostó decididamente por la paz y terminó pagándolo con la vida a manos de un compatriota extremista. Desaparecidos ambos, toca ahora a su sucesor en Jerusalén demostrar que está a la altura.

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