Cómo Penélope Cruz ha demostrado que es una estrella en 'El Hormiguero'

Un plato de lentejas. Eso fue lo que asegura Penélope Cruz que se comió antes de ir a los Oscar. ¡Y con su vestido puesto y todo! “Necesito energía”, dijo mientras al estilista, suponemos, le daba un parraque del que todavía no se ha podido recuperar. Dos hora de gala, con su previo dentro del coche, su alfombra roja, su subir a por el premio y dar un discurso y su alternar con lo más granado de Hollywood, y todo con unas lentejas entre pecho y espalda. Si esto no es para rendirse a los pies de Penélope, ya no sabemos qué más tiene que hacer para conseguirlo... Sin duda, vuelven muy bien enseñados de la meca del cine. Se sientan media hora en un plató y ya dan el titular perfecto de la entrevista.

Ha tenido que llegar El Hormiguero para que la actriz se anime a conceder una entrevista en televisión. Ya podía haber tomado nota Bertín Osborne, que prefirió empezar su temporada rescatando del olvido a Carlos Moyá y Carolina Cerezuela. ¿Dónde están todos esos personajes internacionales que hacían cola para sentarse con el 'crooner'?

Otra cosa no, pero en El Hormiguero sí saben apostar fuerte. Con la excusa de la presentación del documental solidario que Cruz ha rodado para la fundación 'Uno entre cien mil', destinado a la lucha contra el cáncer infantil, los de Pablo Motos se han marcado un buen tanto. Y la actriz 'solo' ha tenido que dibujar una casa de chocolate con la nariz. Podría haberle salido mucho peor la broma. Que se lo pregunten a Justin Bieber.

Sorprendentemente, mantenerse tan alejada de los medios de comunicación ha terminado beneficiando a la actriz. Penélope ha conseguido lo que hasta ahora solo ejercía con maestría Isabel Preysler. Se ha rodeado de misterio y ha dejado al público expectante."¿Por qué solo habla en Estados Unidos? ¿Por qué no viene a España? ¿Por qué es tan arisca con la prensa?". Mil y una preguntas que han contribuido a engrandecer su leyenda.

España quiere saber. España necesita saber. Y toda información es poca. A Penélope, como a Rajoy, le han bastado treinta minutos junto a Pablo Motos para ganarse a muchos de sus haters. Les ha enternecido. "¡Pero si es maja!", twitteaban rendidos. ¡Cómo no hacerlo si desprendía una luz magnética! ¿Ven? Servidor también sufre de penelopecruzitis.

Poco importa si la actriz ha pasado -una vez más- de puntillas por los temas que más nos interesaban, si se ha tensado cuando las hormigas se han atrevido a nombrar a Javier Bardem, si nos ha colado lo de las lentejas en los Oscars -we want to believe!-, si ha parecido estar un tanto ausente durante algunos momentos del programa, si no le ha salido muy allá la mirada de Zoolander o si ha terminado hablando menos que Pablo Motos -bueno, esto igual es un clásico del programa-. Penélope Cruz es una estrella y así lo ha demostrado. Desde su nerviosismo inicial hasta el sentido abrazo de despedida, todo lo que ha protagonizado la actriz ha estado rodeado de un aura digna de Hollywood. Ha medido cada uno de sus gestos casi sin que se note. Sentimientos a flor de piel -la coyuntura también lo requería-, pero perfectamente controlados. Espectáculo, sí, pero sin pasarse. No era ese tipo de entrevista.

A menudo nos olvidamos de que estamos delante de la única actriz española con un Oscar en su casa. Historia viva del cine español que nos empeñamos en ningunear. Puede que hubiésemos querido una relación más fluida con la prensa. Puede que, como espectadores, nos guste más la predisposición de Antonio Banderas. Pero que el chascarrillo no nos impida ver el bosque. Anoche, el tirón de Penélope Cruz hizo que la web de Uno entre cien mil se quedase bloqueada por el aluvión de visitas. ¿No debería bastar como dato para que se prodigase mucho más? Penélope, ya no sabemos cómo tenemos que decírtelo. ¿No ves que te echamos de menos?