Neil Hannon: "Empecé en la música para mojar. Y funcionó"

El dato pesa como una losa: seis años ha tardado en llegar el nuevo disco de The Divine Comedy, Foreverland. "Normalmente grabo más rápido, pero no tenía prisas en términos económicos y no pensaba que el público iba estar ansioso, moviendo los dedos y preguntándose dónde me había metido", sentencia Neil Hannon, la mente detrás de este longevo proyecto de pop de formas orquestales y clasiconas. El norirlandés achaca esta ausencia a haberse enredado "con cosas arties, desafíos pequeños y locos". Se refiere a un álbum inspirado en el criquet de su proyecto paralelo The Duckworth Lewis Method, y a una especie de ópera de cámara que funciona como una suerte de diario de un hombre moribundo. "Una temática muy animada", sentencia con sorna. En efecto, el dandi norirlandés sigue sin despegarse de su característica ironía fina.

Impacientes o no, esos fans ya tienen lista una buena ración del Hannon de siempre. "Ya sé que hago un rollo orquestal de los 60, pero también otras cosas, como la chanson francesa de los 50, el cabaret alemán y todo el pop clásico británico que me gusta. Lo mezclo todo y así es cómo sale", puntualiza. Lo que sí cambia en Foreverland son los comentarios sobre la cultura pop, sustituidos por "todo tipo de locas referencias históricas". Por ejemplo, comparar a Catalina la Grande, la figura sobre la que trata el single Catherine The Great, con su novia, la también cantante Cathy Davey. O aparecer vestido de época en el videoclip de ese mismo tema. "Es una mera excusa para disfrazarme", comenta antes de explicar que no le gustaría vivir en un siglo pasado. "No llegaron a ver fútbol por la televisión. ¿Qué hacían todo el día? Supongo que leerían más libros y, desde luego, tendría un clavecín", dice divertido.

"¿Y quién dice que no sería un campesino muriendo de disentería? Cuando nací tenía tos ferina. Me pusieron en una incubadora. Creo que las inventaron después de la Segunda Guerra Mundial, así que si hubiese nacido antes estaría muerto nada más empezar".

A estas alturas de la charla, se confirma su fama de embaucador con encanto. "Hago muchas coñas, lo sé. Me gusta confundir al público", admite. Como, por ejemplo, cuando en los 90 corrió el bulo de que era un auténtico playboy. "Contribuí a que la gente lo pensase, pero era todo una invención. Aún alucino con que hubiese gente que se lo tragase. Solo tuve suerte con las chicas cuando tuve éxito. ¿Para qué empieza alguien una banda? Para mojar. Y funcionó. Fue brillante. Pero al final se te pasa esta excitación inicial y empiezas a pensar qué es lo que realmente quieres de la vida", detalla.

Por ejemplo, hacerse con una base sólida de fans (especialmente en Europa) que le permite seguir dedicándose a este oficio cómodamente aunque sin rutilante éxito. Él asume sus limitaciones tirando de nuevo de humor: "En Japón al principio teníamos unos cuantos seguidores histéricos, pero en la siguiente gira se habían pasado a Belle & Sebastian. ¿La posibilidad de tocar en sitios pequeños? ¡Qué maravillosa oportunidad de perder dinero!", exclama entre risas.

¿Qué piensa alguien con unas referencias tan europeístas sobre el Brexit? "No les voy a decir qué hacer, pero me entristece, me gustaría que todos fuesen a una", explica sin mojarse demasiado. Con lo que sí se suelta es con otra de sus pasiones, el fútbol, y vuelve a asomar el elegante socarrón que lleva dentro. "En la Eurocopa tenía dos equipos, Irlanda e Irlanda del Norte. Mi único problema fue la maldita Islandia. Hasta ahora mi país siempre era el equipo pequeño que lo hacía muy bien. Pero ahora aparece Islandia, que es aún más pequeño y lo hace aún mejor. ¡No es justo!".

• Foreverland se publica el 2 de septiembre. The Divine Comedy actuará en el festival BIME Live en octubre