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Tentaciones
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La Tomatina dice "no" a la violencia machista y homófoba

La popular fiesta de la localidad valenciana de Buñol combina este año novedades, como combatir situaciones de abuso, con el respeto a una tradición de más de 70 años

Una imagen de la Tomatina.Foto: atlas | Vídeo: GETTYIMAGES / ATLAS

Aunque nos cueste reconocerlo, a los españoles nos encantan las fiestas en las que haya una batalla campal donde poder pringarnos. Es llegar el verano y parece que no nos importa que la ropa se manche; con el calor podemos prescindir de ella sin reparo ni pudor algunos. Y si a esto le sumamos una mezcolanza de infantilidad y gamberrismo, alma mater de toda fiesta de guardar y de pringar, el resultado es un verano con mucha arma arrojadiza y mucha lavadora. Termina junio con La batalla del vino de Haro en La Rioja; julio con la batalla naval de Vallecas en Madrid; pero cuando agosto toca a su fin, el galardón de la fiesta de la mancha se lo lleva Valencia con la Tomatina de Buñol.

Más de 70 años de tomatazos

La tomatina de Buñol es una tradición que ya cuenta con más de 70 años. Su origen es bastante incierto ya que los propios habitantes de Buñol tienen sus propias teorías, pero son dos las leyendas que más fuerza han cobrado con el paso de los años. La primera achaca el inicio de la fiesta a los tomatazos que se llevó un artista en la plaza de Buñol y que degeneró en una batalla campal. La segunda, probablemente más cierta, nos traslada a la España recién salida de la guerra civil: un grupo de jóvenes la lió en las fiestas de Buñol con la comitiva de los gigantes y cabezudos, coronando la pelea con el lanzamiento de lo primero que encontraron a su paso, que eran los tomates, entre otras cosas. El jolgorio debió de ser muy divertido, ya que en años sucesivos se repetiría la misma gamberrada hasta que en los años 50 se prohibiera tajantemente y durante casi una década

Para poder participar en la Tomatina hay que comprar la entrada con mucha antelación y teniendo en cuenta que se acaban en un suspiro

Aunque la Tomatina ha estado presente en las fiestas de Buñol desde entonces, sería en los años 80 cuando empezó a despertar interés. La batalla de los tomatazos empezó a ser protagonista en todos los telediarios cada vez que terminaba agosto, y el pueblo valenciano empezó a petarse de visitantes cada vez que llegaba el evento. Tal fue el éxito, que el pasado 2013 se tuvo que limitar el cupo de participantes a 22.000. En la actualidad, para poder participar en la Tomatina hay que comprar la entrada con mucha antelación y teniendo en cuenta que se acaban en un suspiro. Y es una faena, porque hay que estar bien pendientes si no nos queremos quedar fuera.

Se puede sobrevivir a la Tomatina

Si es vuestra primera Tomatina, os vamos a poner en antecedentes. Además de que el pueblo está en fiestas, los vecinos son de lo más amable y hospitalario, ya están acostumbrados al turismo tomatinero. En los momentos previos a la Tomatina, ya se respira en el aire el ambiente festivo. La batalla comienza a las 11 de la mañana, pero antes se celebra el juego del “Palo-Jabón”, una especie de prueba del estilo de Supervivientes, en el que los participantes han de llegar a un jamón amarrado en el extremo de un poste que previamente lo han pringado con algo que es muy resbaladizo – yo diría que no es jabón, pero a saber -. Cuando por fin un afortunado llega a lo alto y se hace con el jamón, comienza la fiesta.

La procesión de camiones cargados de tomates aparece por un lado de la calle al mismo trote que un paso de Semana Santa y todo el mundo comienza a gritar enfervorecido. Es el momento ideal para ponerse las gafas de practicar snorkel y esperar a que los camiones descarguen mientras que su tripulación comienza con los primeros lanzamientos. A partir de ahí, el cronómetro comienza la cuenta atrás de la que será la hora más loca de toda vuestra vida.

La primera sensación, bajo ese tifón infernal de tomates, es como si estuvieras siendo vapuleado en mitad de una plaga de langostas del tamaño de una pelota de tenis. Entre carcajadas y gritos, aparecen grupos de gente disfrazada de insectos con antenas en la cabeza o de enfermeras con cofia, todos ellos con tomates chafados en la cabeza y la ropa teñida de rojo. Parece como si todo el mundo se conociera ya de antes, y a cada tomatazo, vas descubriendo incluso a temerarios que “bucean” en los ríos de tomate triturado que van dejando los camiones a su paso.

Los tomates que se utilizan en la fiesta son cultivados expresamente para la Tomatina; una variedad que no es apta para el consumo

Cuando menos te lo esperas llega el mediodía y la Tomatina toca a su fin. No hay lesiones, pues los tomates hay que aplastarlos antes de lanzarlos para evitar hacer daño a nadie, y hemos hecho nuevas amistades. Los agentes de limpieza del municipio te pueden regalar unos divertidos manguerazos para no llegar excesivamente pringoso a la hora del aperitivo. Todas las calles van perdiendo poco a poco el rojo intenso del tomate y, según los lugareños, “se van desinfectando”. Todo vuelve a la normalidad, quizás hasta el año que viene.

En 2016 la Tomatina dice NO a la violencia

Este año, la Tomatina ha traído bajo el brazo la aprobación por parte del Ayuntamiento de Buñol de un protocolo de actuación contra posibles comportamientos y acciones que puedan derivar en violencia machista y homofóbica. Y es digno de admirar que una fiesta tan internacional como la Tomatina de Buñol lance un mensaje al mundo para pelear contra ese lastre tan avergonzante como es la violencia hacia las mujeres o hacia el colectivo homosexual. Teniendo aún en las retinas las bochornosas imágenes de los violadores del pasado San Fermín y los numerosos titulares con palizas a homosexuales que hemos tenido este año, no nos queda más que aplaudir a Rafael Pérez, alcalde la localidad, por esa iniciativa que va más allá de la seguridad ciudadana.

Mención obligada hay que hacer a la materia prima empleada; los tomates que se utilizan en la fiesta son cultivados expresamente para la Tomatina; una variedad de tomates que no es apta para el consumo, aclarando así a las voces que se indignan por el desperdicio de la comida. Y con esto y un par de cervezas, terminamos agosto con una nueva experiencia más que contar. La próxima aventura nos espera el próximo 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, en Alicante, más concretamente en la localidad de IBI. El motivo: pringarnos de harina en la fiesta de los enfarinats. No vaya a ser que se mantenga la ropa limpia demasiado tiempo

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