_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pavese

El auténtico suicida decide primero matarse y luego busca algún pretexto para darse valor

Fernando Savater

Hace un par de meses supe que también Enrique Vila Matas estaba leyendo El oficio de vivir de Cesare Pavese. Yo me lo volví a comprar este septiembre en Turín, la abrumadora edición anotada de Einaudi, y desde entonces me ha acompañado el desasosiego de su latido crudamente cercano, sin alharacas, que descubrí a los ventipocos años. Comencé a releerlo frente al hotel Roma de Turín, en la plaza de la estación, donde se suicidó. Allí dejó su último verso: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”. Hay quien se mata cuando pierde a un ser querido, o la salud, o el dinero. Pero el auténtico suicida decide primero matarse y luego busca algún pretexto para darse valor: para él, la pérdida es la vida misma.

Se preguntaba Vila Matas si habrá jóvenes hoy en España que lean el diario de Pavese como lo leímos nosotros. El pesimismo cultural reinante hace dudar de ello, el cambio de circunstancias y enredos históricos... Sobre todo, su tono de radical frustración erótica resulta ahora escandaloso. Le vuelve ferozmente misógino su protesta por no poder satisfacer a la mujer como y donde él cree que ella desea, una impotencia fisiológica que convierte en fracaso ontológico, la “astilla en la carne” de que habló Kierkegaard. Supongo que para los menos sutiles incluso merecerá la lacra de “machismo”, ese saco del ogro donde caben juntos la alimaña que arroja un bebé por la ventana después de apalear a su mujer y el anciano que mata a la compañera de su vida con alzhéimer porque teme no poder ya cuidarla, suicidándose luego. Brocha gorda, no pincel fino. El varón Pavese quedará incomprendido: “No se mata uno por amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, revela nuestra desnudez, miseria, desprotección, nada”.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_