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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Año negro para la profesión periodística

Dos tercios de los 67 informadores asesinados perdieron la vida en Estados en los que no existen conflictos armados

Rosario G. Gómez
Manifestación de repulsa en París por el atentado a la revista 'Charlie Hebdo'.
Manifestación de repulsa en París por el atentado a la revista 'Charlie Hebdo'.France Press

E n el ataque terrorista al semanario satírico francés Charlie Hebdo, el pasado 7 de enero, murieron 12 personas, entre las cuales se encontraban ocho periodistas. Aquel atentado, reivindicado por la rama de Al Qaeda en la Península Arábica, fue una tragedia desconocida en los países occidentales, poco habituados a que los informadores sean el blanco de las balas. La revista, que tenía por costumbre no enviar a sus reporteros a zonas de guerra, se encontró de repente con que la guerra se había plantado en el corazón de París; justo frente a ellos.

Tras ese acto de barbarie, el periodismo ha pasado de ser una profesión de alto riesgo en zonas bélicas a serlo también en países considerados “en paz”. Este año, dos tercios de los informadores asesinados en el mundo por ejercer su trabajo perdieron la vida en Estados en los que no existen conflictos armados, inviertiéndose así la tendencia dominante hasta ahora. Reporteros sin Fronteras (RSF) cifra en 67 los periodistas atacados en todo el mundo sin más motivo que por su profesión. La organización no gubernamental ha recabado datos de otros 43 casos en los que no está completamente acreditado que murieran por su condición de informadores. Si se contabilizan, el número de víctimas se elevaría a 110.

El panorama de la libertad de prensa es aún más tenebroso si se suman a este trágico balance las 27 personas dedicadas al llamado periodismo-ciudadano, los siete colaboradores de medios de comunicación y la veintena de internautas y blogueros asesinados este año. Por no citar a los centenares de encarcelados, secuestrados, desaparecidos, torturados y amenazados por defender el derecho a la información.

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Las zonas más mortíferas siguen siendo Irak y Siria, donde este año han perdido la vida 11 y 10 reporteros, respectivamente. Mosul es hoy en día un “agujero negro de la información”, como la denomina RSF. Controlada por el Estado Islámico, en la ciudad iraquí han sido secuestrados casi medio centenar de periodistas y ciudadanos empeñados en contar lo que pasa a su alrededor. En el último año y medio, 13 han sido ejecutados vilmente. Uno de los actos más abyectos fue la difusión del vídeo del asesinato del reportero japonés Kenji Goto mediante una macabra puesta en escena, fruto de la escalada de terror del Estado Islámico. En otros países, como India y México, son las mafias y los poderes locales corruptos los responsables las muertes. Con el agravante de que sus autores quedan impunes.

Frente a los intentos de cercenar la información, se hace preciso reforzar la seguridad y protección de los periodistas en zonas de conflicto para evitar que la información sea sepultada por la propaganda. RSF ha propuesto nombrar un representante especial del secretario general de la ONU para “defender eficazmente” a los periodistas. Los Estados tienen la última palabra para decidir si quieren preservar una prensa libre e independiente.

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