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La auténtica Olivia Pope

Judy Smith, asesora del ‘caso Lewinsky’ y el personaje que inspira la serie ‘Scandal’, reúne en un libro sus recetas para las crisis

La actriz Kerry Washington y la co productora ejecutiva de la serie de televisión 'Scandal' Judy Smith.
La actriz Kerry Washington y la co productora ejecutiva de la serie de televisión 'Scandal' Judy Smith. REUTERS

— ¿Ayudaría a Bill Cosby en estos momentos, si él se lo pidiese?

— Prefiero no contestar a eso.

— ¿Porque es un asunto espinoso?

Monica Lewinsky y su abogada Judy Smith.
Monica Lewinsky y su abogada Judy Smith. REUTERS

— Porque no hablo de clientes.

Una experta en apagar fuegos

Aunque sirvió como inspiración para Scandal, la auténtica Judy Smith podría ser también uno de los hipercompetentes personajes de El Ala Oeste de la Casa Blanca. Nacida y criada en Washington D.C., hija de una trabajadora de la limpieza, trabajó en varias ramas de la Administración hasta que llegó a ocupar el puesto de subdirectora de prensa durante la presidencia del primer presidente Bush. Su trabajo fue instrumental para canalizar la crisis de Irán-Contra y para gestionar la nominación del juez Clarence Thomas, acusado de acoso sexual, al Supremo. Al salir de allí, se pasó al sector privado —como hacen también los secundarios de Veep, aunque éstos con menos éxito—y fundó Smith & Co, la empresa de "solucionadores de crisis" que tiene como clientes desde Sony a Lena Dunham.

Obviamente, no resulta fácil pillar a Judy Smith en un renuncio ni hacerle decir una palabra de más o de menos. Esta experta en gestión de crisis lleva 20 años ocupando un segundo plano en las fotos cada vez que se produce un escándalo mediático en Estados Unidos. Su figura se hizo más reconocible durante el caso Lewinsky (a su pesar, porque la discreción es una de sus grandes bazas). Allá estaba Smith, guiando a la exbecaria de la Casa Blanca por el enjambre de fotógrafos que la seguía a todas partes. Desde entonces ha sido fácil reconocerla detrás o al lado de todopoderosos de la política, el entretenimiento o el deporte que se han visto envuelto en serios problemas.

Cuando la cocinera mediática Paula Deen cayó en desgracia por utilizar términos racistas, llamó a Smith. Cuando se descubrió que el senador republicano Larry Craig buscaba sexo con otros hombres en los lavabos de un aeropuerto, éste recurrió a Smith. Cuando una empleada de hotel acusó a Kobe Bryant de acoso sexual, el jugador llamó a Smith. Cuando unos háckers norcoreanos destriparon toda la información sensible de Sony en venganza por el estreno de la película The Interview, la multinacional tuvo claro quién era la única persona que podía arreglar su mayúscula crisis: Smith.

Judy Smith, la abogada en la que se basa la serie 'Scandal'.
Judy Smith, la abogada en la que se basa la serie 'Scandal'.Washington Post

Se entiende que Shonda Rhimes, la poderosa productora televisiva detrás de éxitos como Anatomía de Grey, quedara fascinada por ella cuando la conoció. Rhimes le prometió que crearía una serie basada en su vida y de ahí surgió Scandal, en la que Kerry Washington lleva cuatro temporadas interpretando a Olivia Pope, la versión de Smith en la ficción. “Bueno, yo no voy por ahí trasladando cadáveres ni mantuve relaciones con el presidente de Estados Unidos”, aclara por teléfono. En la serie, Pope sostiene un tormentoso affaire con el ocupante del Despacho Oval, Fitzgerald Grant III.

La jurista y experta en crisis, que fue subdirectora de comunicación del primer presidente Bush, acaba de publicar un libro hábilmente titulado Escándalo (Alienta) en el que traslada sus recetas para la gestión de crisis a la vida cotidiana. “Es muy útil”, asegura. “Lo primero es señalar cuál es el problema, qué lo está causando y después tratar de resolverlo de una manera honesta y pensada. Porque a menudo la tendencia cuando tenemos una crisis es no afrontarla y salir corriendo”.

Por principios, Smith tampoco habla de sus clientes. Así que no es posible preguntarle por el escándalo Petraeus —asesoró a la supuesta amante del general, Jill Kelley— ni qué hizo exactamente por la multifacética actriz Lena Dunham, que acudió a su despacho, Smith & Co, tras publicar su libro No soy ese tipo de chica (Espasa) y tiene propensión a meterse en charcos mediáticos. Dice que los personajes a los que asesora, de orígenes tan variopintos, tienen algo en común: “Suelen estar rodeados de gente que sólo les dice lo que quieren oír y yo me encargo de hablarles con firmeza, sean quienes sean”.

La apagafuegos ejerce también como productora ejecutiva de Scandal [en España se emite en Divinity] y aconseja a los guionistas a la hora de concebir las crisis a las que se enfrentan los “gladiadores con traje”, como Olivia Pope llama a sus asociados. Smith se refiere a los suyos como “superhéroes de la Liga de la Justicia”. Mantiene una excelente relación con Kerry Washington, que suele llamarla “al menos una vez por capítulo” para consultarle cómo afrontaría ella tal o cuál situación y ha calcado de ella varios detalles clave, como la tendencia a vestir de blanco y de firmas de lujo. “Es mi color preferido, pero yo no consigo estar tan impecable a todas horas como Olivia Pope ¡Nadie puede!”, dice.

Antes de que se empezase a emitir la serie, Smith llamó a su exjefe, George Bush padre, para alertarle. Bush bromeó con que le tentaba confirmar el affaire. “Sería bueno para mi reputación”, le dijo. Asesora tanto a republicanos como a demócratas en apuros y rechaza a muchos clientes.

Hay un trago por el que pasan todos sus asesorados si han cometido un error: el perdón público, que, a su entender, sigue siendo innegociable para completar el proceso de expiación pública en Estados Unidos. “La gente tiene mucha tendencia a perdonar, pero es muy capaz de distinguir si algo es sincero o no y si alguien lo está haciendo porque se lo han dicho”. El truco no pareció funcionarle, por ejemplo, a Lance Armstrong, que en teoría siguió el guion prescriptivo en estos casos: ir a llorar delante de Oprah Winfrey. “Sus mentiras habían durado más de 10 años y era muy difícil de creer. Aquello no estuvo bien gestionado”. Eso es lo que pasa cuando no se llama a Judy Smith.

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