_
_
_
_
Migrados
Coordinado por Lola Hierro
_

Llegó el Holi

CC0 Public Domain

En la India las diferencias sociales están muy acentuadas. La gente se divide entre ricos y pobres, hombres y mujeres, heterosexuales y hijras, negros o fair and lovely, urbanitas o campesinos, brahmanes o dalits, universitarios o analfabetos.

Yo soy más, tú eres menos; esto es mío, yo mando; yo tengo la razón y tú te callas; yo soy mejor y puedo pisotearte. Vamos, lo de siempre. Cosas de adultos.

Pero una vez al año, todos fingen ser iguales y salen a las calles a bailar en un gran teatro de colores donde se levanta el telón de la miseria.

Comienza la función.

Eso representa el Holi: el nacimiento, el resurgir de las cenizas, la victoria del calor sobre el frío, una vez más el bien venciendo al mal en un círculo sin fin. Porque no hay palo sin dos puntas, río sin dos orillas ni pobre sin rico.

Esta celebración, convertida cada vez más en una atracción internacional, está siendo adoptada por numerosos países, en ocasiones organizada por emigrantes indios en el extranjero y otras, por locales atraídos por su belleza y exotismo.

En España se celebró en varios puntos que van desde Barcelona, Madrid, Málaga, Tenerifey otros tantos lugares donde habitan grandes comunidades de indios que desean recrear una pequeña India en sus calles, en compañía de sus amistades locales, y en una jornada festiva que incluyó gastronomía y danzas tanto españolas como hindúes.

Igual que los carnavales, la Navidad o los Indianos, todas las celebraciones nacen de la realidad cotidiana, de sucesos domésticos, de los ritmos de la naturaleza. Pero luego surgen las historias, las leyendas y los cuentos con que los humanos embellecemos nuestras celebraciones, atizamos el imaginario colectivo y nos entretenemos alrededor del fuego, narrando fábulas mitológicas que dan sentido a nuestra vida o sacian nuestra curiosidad. Cuentos con los que damos explicación a lo desconocido o con los que pretendemos dar nombre a emociones que no tienen palabras.

Por supuesto, el Holi no es una excepción y también hay una historia detrás de esta celebración llena de reyes y dioses, traiciones y amores que despertarán nuestro interés a la vez que pretenden aleccionarnos sobre el peligro de la prepotencia y los males del poder. Joli hace referencia a Joliká, la malvada hermana del rey Hiranyakashipu y tía del príncipe Prahlada. Todo comienza cuando el rey Hiranyakashipu, cegado por su megalomanía, decide convertirse en un Dios para su pueblo y decreta por ley ser adorado en los templos. Lo que menos espera es que su hijo, el príncipe Parlada, se niegue a ello y decida seguir adorando a Vishnu. Ésta desobediencia enfurece a su padre que decide castigarlo cruel y ejemplarmente. Pero, a pesar de ello, no logra quebrantar la fe de su hijo. Es por ello que su tía urde un engaño para matarlo y le invita a sentarse en una pira junto a ella. Lo que todos desconocen es que ella lleva puesto un manto ignífugo que la protege de las llamas. Pero en el momento en que el príncipe Parlada se sienta sobre la hoguera, el manto cambia de dueño arrastrado por el viento y acaba protegiendo al príncipe en lugar de a su tía Joliká, que muere abrasada por el fuego. Llegado este punto de la historia, se hace hincapié en los peligros de la herejía, puesto que el dios Vishnu, aquel al que adoraba el príncipe, aparece justo en ese momento y mata al rey arrogante. Colorín colorado, este Holi ha empezado.

Al igual que San Juan, es el día en que nos liberamos de los errores del pasado, olvidamos las rencillas y perdonamos las ofensas para reencontrarnos con viejos amigos y familiares de quienes nos separa el orgullo o el equívoco. La gente paga sus deudas y otros las perdonan. El amanecer trae un nuevo pretexto para ser feliz.

La noche antes de Holi se prenden las hogueras en una ceremonia conocida como Holika Dahan o “Pequeña Holi”. La gente se reúne alrededor de las fogatas para cantar y bailar hasta altas horas. Cuando despiertan al día siguiente el cielo está teñido de luz, incluso el sol parece brillar con mayor viveza, es Holi. Niños y jóvenes, todos vestidos de blanco,se rocían en las calles con soluciones de colores o gulaal, elaboradas a base de especias naturales, mientras que los ancianos tienden a tiznarse las mejillas con polvos de color, y todas las calles y rincones de los pueblos parecen reír y celebrar la mañana. Las casas se llenan de música y baile. Los invitados son primero burlados con globos de colores para luego convidarlos conmanjares típicos de la festividad: los gujjia, empanadas de frutos secos.Después de jugar durante horas, la gente se baña y engalanándose con sus mejores prendas, visitan a amigos y familiares. Eso sí, no todo es luz y color, las autoridades recomiendan a las mujeres no movilizarse solas porque pueden ser víctimas de agresiones sexuales.

En España, como es tradición, el barrio multicultural de Lavapiés acogió este año la celebración entre el 5 y el 7 de marzo, en Sabadell tuvo lugar el 15 de marzo y estuvo orientada a recaudar fondos para diversas ONG´s. En Benalmádena se celebró junto al Parque de la Paloma y en Tenerife, como es habitual, la celebración tuvo lugar en Adeje.

La celebración del Holi en España es una clara muestra de que actualmente vivimos en un mundo globalizado, donde por fortuna crece el mestizaje cultural. Porquelo único que separa a hombres iguales son meras líneas en papel, algunos prejuicios y muchos adoctrinamientos. La carcajada resuena igual en todas las razas, cierran los párpados de igual forma para dormir, de norte a sur caminan sobre sus dos piernas, y todos pestañean, comen, y suspiran ante el recuerdo de lo que no ha de volver a ser, se sientan y conversan con misma intimidad, contemplan el sol y los mismos rayos que los bañan a ellos, nos perfilan a nosotros a miles de kilómetros. El agua con que otros se bañan se escancia en nuestros vasos, sus victorias y derrotas contagian nuestra esperanza. Sentimos con misma diferencia y, aunque cortemos las flores, la primavera llega por igual a todos; el zumbar de los odonatos, los frutos, y con ello el Holi y los colores de la vida que compartimos en esta mota suspendida en el universo.

Se cierra el telón.

Al día siguiente ricos y pobres volverán a ponerse las máscaras. El tablero volverá a dividirse en blanco y negro. Unos tendrán que mendigar ante otros, ser aplastados por el molino del poder, servir de peldaños para el ascenso de unos pocos y el ejemplo de muchos. Es el teatro de la vida, el vicio del hombre: el rey y el peón solo vuelven a la misma caja cuando termina el juego.

Un bangui limpiará al amanecer los colores garabateados de las aceras, y de nuevo el mismo gris y cenizo de siempre. Afortunadamente siempre nos quedará el Holi del próximo año.

Hay igualdades que son simplemente alegóricas.

Fin de la función.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_