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Columna
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Maestros caídos

Desparecieron Beck y Duverger, europeístas críticos, con un sentido progresista de la vida

Joaquín Estefanía

En medio de las fiestas navideñas, cuando la mayor parte atiende a otras cosas, desaparecieron de entre nosotros dos maestros que nos hubieran ayudado a entender mejor lo que ha sucedido en París con nuestros compañeros de Charlie Hebdo. Han muerto dos grandes intelectuales, uno alemán septuagenario (Ulrich Beck) y el otro francés nonagenario (Maurice Duverger). Tenían varias características comunes: grandes europeístas críticos; estupendos divulgadores cuya obsesión era explicar y explicar para que nadie pudiese decir “ya no entiendo el mundo”; afines a una corriente progresista cercana, en términos generales, a la socialdemocracia.

La cuestión es quién los sustituirá en coyuntura tan amarga. Quién continuará, por ejemplo, las investigaciones de Beck sobre la democratización de la sociedad del riesgo. El terrorismo o el cambio climático son democráticos porque para ellos no hay fronteras. La “segunda modernidad” ha producido nuevas situaciones de riesgo que afectan a todos por igual. Aunque algunos colectivos partan de posiciones más frágiles, ninguno puede escapar de riesgos sistémicos antes desconocidos. Antes de los atentados en París fueron Nueva York, Washington, Londres o Madrid.

Tiene sentido recordar hoy el libro de Beck Poder y contrapoder en la era global (Paidós, 2002), publicado con motivo de “la aparición del populismo derechista en Europa”. En él analiza la incapacidad de las instituciones y las élites para percibir la realidad, en un mundo donde las soberanías y las identidades ya no están claras: “Quien viendo los conflictos que estallan en las sociedades étnicamente plurales predica los ideales del amor multicultural al prójimo se burla de la gente”.

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Duverger, más politólogo que sociólogo, enseñó en qué consistía un sistema político y su libro sobre los partidos fue de referencia para generaciones (mucho más en España, después de tres décadas y media de dictadura sin formaciones políticas). Aunque por su edad ya estaba retirado de la vida pública, sus reflexiones sobre Europa fueron seminales. Su libro La liebre liberal y la tortuga europea (Ariel, 1992) es una joya que también suscita reflexiones actuales después de un cuarto de siglo de la caída del muro de Berlín.

Se fueron dos maestros que nos hubieran ayudado a entender mejor lo que ha sucedido en París

El politólogo francés podría haber suscrito perfectamente el manifiesto para reconstruir Europa desde la base, de mayo de 2012, cuyos primeros firmantes fueron Beck y Daniel Cohn-Bendit, que suscitaba otra reflexión digna de nuestros días: cómo conseguir que una juventud martirizada por unas cifras de paro espeluznantes se sienta protagonista del proceso de construcción europea. Una juventud a la que une la ira “ante un sistema político que rescata bancos con deudas exorbitantes mientras al propio tiempo dilapida el futuro de sus jóvenes”. Si las esperanzas de las generaciones más jóvenes, decía el texto, son sacrificadas en el altar de la crisis del euro, el tan admirado modelo europeo también fracasará.

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