Ahí empezó todo

Para acudir a una montería, lo primero que tienes que aprender es a vestirte sin que parezcas un recién llegado. Los de la foto, por la naturalidad con la que posan, deben de venir cazando, y algunos corrompiéndose, desde pequeños. Estos señores llegaron a la finca La Parrilla, sita en el municipio de Toledo, un día cualquiera de octubre. Cenaron copiosamente en un mesón decorado con ese espanto llamado “mueble castellano” y quizá jugaron a las cartas o se contaron unos a otros historias de mujeres mientras fumaban puros y bebían coñac. Las risas podían escucharse en tres kilómetros a la redonda. Reparen en que son casi todos hombres, y cuando decimos hombres queremos decir hombres. Tipos duros que al día siguiente se levantaron a las seis para sortearse los puestos y que desayunaron migas con huevos fritos antes de salir a matar mamíferos del mismo tamaño que sus padres. Tipos que aguantaban el ardor de estómago consecuente con una sonrisa en los labios. Tipos a los que la mirada perpleja de una gacela embarazada, lejos de cortarles el rollo, les excitaba más, si cabe, que cerrar un negocio con el político o el constructor que tenían al lado. Ahí hay alcaldes, intermediarios, conseguidores, constructores, dueños de inmobiliarias… Por haber, hay hasta un expresidente del Senado, Juan Ignacio Barrero, que es el cuarto contando desde la derecha. Nos hemos fijado en él porque forma una pareja curiosa con el señor que se le ha colgado del brazo y que es Bonifacio de Santiago, exalcalde de Las Rozas. Un cuadro, en fin. La foto es de 2004, quizá ahí empezó todo.