Melquíades, el escritor inmigrante
El gitano de 'Cien años de soledad' logra percibir y articular los dramas de su país y la inestabilidad de la condición humana con especial precisión
Si algo tienen en común los escritores latinoamericanos desde los años cincuenta es una, usualmente forzada, afición por el exilio. Hijos de una región catalogada por la ONU como la más violenta del mundo, con niveles obscenos de desigualdad y sistemas de educación en crisis, la ya escasa sustentabilidad de una carrera literaria se vuelve prácticamente nula. Las razones para emigrar son tan variadas como las problemáticas particulares de cada país y los vehículos de viaje y supervivencia tan disímiles como el éxodo marielito de Reynaldo Arenas, los cargos diplomáticos de Paz, los electrodomésticos empeñados de Gabo, la academia y el pluriempleo ilegal.
Melquíades, el gitano de Cien años de soledad que trae del exterior inventos e ideas que terminan por volver loco al fundador de Macondo y que, tras sobrevivir una muerte en Singapur, escribe, en el cuartito en el que le acogen, los pergaminos de la historia de los Buendía, es un retrato de este escritor trashumante, que gracias a una distancia geográfica y psicológica logra percibir y articular los dramas de su país y la inestabilidad de la condición humana con especial precisión. Esta precisión funciona como las brújulas y las lupas que los gitanos “traían cada marzo”, ayudando a ubicar, redibujar y ampliar los límites de lo nacional y del mundo en general.
Este artista se enternece y se aterra (es posible tal estado) al constatar que en su tierra natal algunos de sus homónimos recién descubren que la tierra es redonda (como José Arcadio Buendía), defendiendo sistemas reprobados por la humanidad como la segregación racial y blandiendo nacionalismos oportunistas. El escritor inmigrante habita un espacio a la vez hipersensible y lejano que algunos llaman desarraigo y otros perspectiva, donde la destrucción final de Macondo fue descifrada hace mucho, mucho tiempo.