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Bon Jovi: “Fue interesante ver la noticia de mi muerte”

Puso de moda la estética ochentera y el rock para todos los públicos. Dicen que hasta vivió una época de excesos. Pero eso ocurrió hace 30 años. Hoy quiere ser un ciudadano ejemplar. Y en su nuevo disco habla de Obama y del ‘sí se puede’.

El año pasado, durante un par de horas, medio mundo pensó que John Francis Bongiovi, más conocido como Jon Bon Jovi, había muerto. La noticia falsa, propagada a velocidad de la luz por las a veces tramposas redes sociales, le pilló cenando tranquilamente junto a su familia. “No cundió el pánico. Fue un fenómeno interesante y divertido. Empecé a recibir cientos de llamadas para preguntarme si estaba muerto. Por suerte, en aquel momento también estaba el fotógrafo oficial del grupo y me hizo una foto que distribuimos por las mismas redes sociales que me habían matado dos horas antes”. El cantante de Bon Jovi, grupo que ha vendido más de 130 millones de discos, recuerda su fugaz paseo por el más allá con una sonrisa escandalosamente blanca. “No pierdo mucho el tiempo buscándome por Internet, pero fue más divertido cuando se difundió el rumor de que me había quemado la melena con una barbacoa. En realidad ocurrió que en 1992 hice una visita al peluquero”.

A sus 50 años recién cumplidos, tiene los ojos azules y lleva el pelo corto y cuidado. Poco se parece a aquel veinteañero que en 1984 refundó el rock comercial americano gracias a una cardada melena con mechas rubias (“En pocas entrevistas no me han preguntado por mi pelo”, asegura), pantalones elásticos de dudoso gusto y dos canciones –Runaway y Livin’ on a prayer– que lo convirtieron en una estrella mundial. Treinta años después, con una elegante chaqueta de cuero y unas botas de cowboy negras, responde a las preguntas de la prensa europea en la suite Marlene Dietrich de un lujoso hotel en la lluviosa Berlín.

En pocas entrevistas no me han preguntado por mi pelo”, dice quien saltó a la fama con una melena cardada

Hijo de una de las primeras conejitas playboy y un peluquero de ascendencia italiana, Jon Bon Jovi ha participado en 14 películas, lleva 23 años casado con Dorothea Hurley, su novia del instituto, y tiene cuatro hijos, de 20, 18, 11 y 9 años. Pero hoy el tema central de la conversación es What about now [y ahora qué], el duodécimo disco de la banda que fundó con su mismo nombre y que se publica el 12 de marzo.

Y como parece de mal gusto comenzar la entrevista hablando de los excesos del pasado, lógicos en una banda de éxito, o de los problemas familiares (el jefe de prensa de la discográfica ha avisado con gesto serio que la sobredosis de heroína que sufrió recientemente su hija Stephanie, de 20 años, es tema prohibido de la conversación), hablaremos primero del continente… No de los problemas de la vieja Europa, no, sino de la sorprendente portada del disco. “Tenemos fama merecida de haber publicado las peores y más feas portadas de la historia del rock. Ahora, por fin, tenemos una en condiciones”, dice triunfante Bon Jovi.

El grupo Bon Jovi en Alemania en 1986. Eran otros tiempos.
El grupo Bon Jovi en Alemania en 1986. Eran otros tiempos.Rob Verhorst (Getty)

Al César lo que es del César: dibujada por el arista chino Liu Bolin, la tapa de What about now, dividida en cuatro partes, resulta una portada en 3D interactiva cuando, a través de una aplicación gratuita de móvil, se pasa el teléfono sobre el dibujo. Cada uno de los elementos se transforma entonces en una opción (vídeos, letras de las canciones, fechas de conciertos…). A los periodistas, en una urgente escucha del disco nuevo previa a la entrevista, se nos asegura que el invento se llama “realidad aumentada”. “En realidad se lo copié a mi hijo Romeo: llegó un día a casa con una felicitación de Halloween que cobraba vida si ponías el teléfono sobre ella. Se lo propuse a la discográfica y aquí está: la mejor portada de la historia de Bon Jovi”.

El disco es mi visión sobre Estados Unidos tras el primer mandato de Obama. Muchos le creyeron un salvador

¿Se podría afirmar lo mismo del contenido? Hay pocas sorpresas en las nuevas canciones del grupo de Nueva Jersey. Se reincide en la imbatible y efectiva aunque algo manida ­fórmula que llevan repitiendo años en sus canciones: estribillos pegadizos, fraseos de guitarra duros pero accesibles, alguna balada con tintes religiosos (Amen). Lo suyo es rock estándar para todos los públicos. Puede gustar al público pop y mantener fiel a la tribu de seguidores dispuestos a partirse la cara en Internet con quien ose dudar de la autenticidad del ídolo.

El hijo de un peluquero y una ‘conejita playboy’ conquistó la cima vestido de esta guisa (Jon en el centro) en 1984.
El hijo de un peluquero y una ‘conejita playboy’ conquistó la cima vestido de esta guisa (Jon en el centro) en 1984.Ebet Roberts (Getty)

Esta vez hay que sumar el ingrediente social infalible. “El disco es mi visión sobre EE UU tras el primer mandato presidencial de Obama”, explica. “Muchos creyeron que este chico joven y de bonita sonrisa iba a ser un salvador, pero en realidad era solo un hombre. Un gran hombre, pero no un supermán. Muchos han renegado de él. Mi respuesta a eso se llama Because we can [porque podemos]”. La canción que abre el álbum, asegura Bon Jovi, parece escrita especialmente para España: “Tenéis un paro tan alto y la política de austeridad es tan dura que necesitáis esperanza. Alguien que os diga que juntos podemos. La solución no está en el Gobierno ni en los partidos políticos. Está en la gente: en la comunidad, la familia y los amigos”. Se detiene un segundo y lo admite: “Lo siento, sí, soy un romántico y un optimista”, confiesa el cantante.

Su actitud no sorprende viniendo de un hombre como él. Un tipo formal, que rara vez se salta el discurso fijo de la amabilidad del guion promocional. Si por un momento tratamos de girar el rumbo de la conversación, Bon no tuerce el gesto ni pone cara de pocos amigos. Utiliza una técnica mejor: hace como que se aburre. Ocurre cuando se le pregunta si ha leído el libro Sex, drugs and Bon Jovi, escrito en 2010 por el avispado Rich Bozzett, donde, sin entrar demasiado en escabrosos excesos del grupo en los años ochenta, ofrece inocentes pero atrevidos testimonios gráficos de juergas salvajes con mujeres semidesnudas. “No lo he leído”, asegura el cantante no muy interesado por el tema. “Fue nuestro primer mánager de gira. Probablemente necesitaba dinero y por eso editó aquel libro. Siempre habrá alguien empeñado en hablar mal del grupo”.

En España tenéis un paro tan alto y la política de austeridad tan dura que necesitáis esperanza. Alguien que os diga que juntos podemos

Es como si no le gustase demasiado recordar los viejos tiempos. Zanja rápidamente el asunto con una frase: “Tenemos mucha más presión ahora que antes. Somos más perfeccionistas”. Pero sí hubo un tiempo en el que Bon Jovi, sin llegar a ser peligroso, fue un grupo de excesos. Lógico: tenían 20 años, mucho dinero y una frondosa melena, que se confundía con la de sus fans femeninas. “Sí, me han ofrecido una cifra de dinero bastante alta por escribir mi biografía. Me lo pensé durante un rato y decliné la oferta. No pienso contar nuestros secretos más sucios y oscuros. Y el resto es demasiado aburrido”.

Es una de sus dos grandes cualidades de estrella. Bon Jovi supo primero escapar del encorsetado glam-rock comercial de los ochenta acercándose, sin remordimientos, al sonido comercial de bandas como Eagles. Su canción Wanted dead or alive es en los karaokes estadounidenses lo que Vivir así es morir de amor, de Camilo Sesto, en los españoles. Y ha sabido esquivar limpiamente los escándalos y adicciones como la de su mano derecha, el guitarrista Richie Sambora, que ingresó en 2011 en una clínica de desintoxicación. “Ahora está muy bien, gracias por preguntar”, se limita a decir.

Su imagen en los ochenta fue la del novio perfecto –algo rebelde, pero sin pasarse–, y ahora es la de un ciudadano ejemplar y comprometido. Desde hace dos años, el cantante mantiene en su Nueva Jersey natal un restaurante peculiar. Se llama Soul Kitchen y no es necesario tener dinero para comer en él. Se puede pagar con horas de trabajo comunitario.

Jon también ejerce de padre severo, pero comprensivo. El año pasado apretó los dientes para hablar de la sobredosis de heroína que sufrió su hija Stephanie, de 20 años. “La vida sigue y las cosas pasan”, dijo con cara seria en una entrevista. “Esta tragedia es algo que yo también he tenido que afrontar, lo superaremos. Las muestras de afecto hacia mi familia han sido muy tranquilizadoras. Así que estamos bien”.

Bon Jovi asegura que mantiene una relación de “amor y lealtad” hacia España. Sus seguidores se llevaron las manos a la cabeza cuando comprobaron que nuestro país no estaba entre la lista de fechas de su próxima gira. Que respiren ya tranquilos: “No puedo dar muchos detalles”, dice con aire misterioso. “Pero prometo que haré algo tan especial este verano allí que la gente de España no olvidará nunca. Algo que no ha hecho nadie todavía”.

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