Su informe sobre ‘Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer’, que reveló EL PAÍS, provocó un intenso debate sobre la realidad del español. Pero este reconocido y querido académico de la RAE se niega a considerarse “un policía del idioma”. Por José Manuel Blecua
Mi colega y compañero de la Real Academia Española (RAE) Ignacio Bosque (nacido en Hellín, Albacete, en 1951), catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, lleva cuarenta años dedicado a la docencia y la investigación. El reconocimiento y el cariño de sus numerosos discípulos, colegas y amigos quedó recogido en el libro 60 problemas de gramática (Akal, 2011), un homenaje a la curiosidad que el profesor Bosque ha procurado transmitir a sus centenares de alumnos a lo largo de cuatro décadas. Este afán por descubrir y experimentar, por enseñar –distinguido con diversos premios y doctorados honoris causa nacionales e internacionales–, ha estado acompañado de unas saludables dosis de escepticismo. Ya el 1 de junio de 1997, en su discurso de ingreso en la RAE, admitía Ignacio Bosque que nuestro campo de trabajo, el de la gramática española, “es un terreno adusto” que despierta en otros “cierto recelo, a veces incluso entre personas que poseen alguna relación profesional con el idioma”. Más recientemente, a finales de marzo de este año, cuando empezó a amainar el ruido generado por su informe sobre Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, que recibió el apoyo de numerosos lingüistas, Ignacio Bosque tuvo que aclarar una obviedad a propósito del papel profesional de quienes nos dedicamos al estudio del español en sus distintas vertientes y disciplinas: “Mucha gente piensa que somos los policías del idioma, y es un gran error: los lingüistas estudiamos el lenguaje tal como es”. Fue precisamente este planteamiento, y ningún otro, el que animó la elaboración del citado texto, publicado en este periódico el 4 de marzo de 2012 y suscrito por los 26 académicos de número que asistimos al pleno celebrado por nuestra corporación tres días antes. Por encima de estos destellos de la actualidad, efímera por definición, hay que destacar en grandes titulares la gran obra de Ignacio Bosque, ponente de la Nueva gramática de la lengua española (2009), en la que he tenido el honor de participar como responsable de su tercer volumen, el de fonética y fonología.
José Manuel Blecua es director de la Real Academia Española