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Tribuna
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Algunas paradojas del desencanto actual

El problema político de España es que adolece de listas abiertas para las elecciones

Una de las ideas que se baraja con abundancia en internet, y que tiene mérito, es la de reducir el número de políticos. Pero, aunque yo, como muchos, he sido crítico, este “desguace” debe ser selectivo, eliminando principalmente a “políticos profesionales” que empezaron, muchas veces, de jóvenes sin haber tenido experiencia laboral o profesional alguna. Al menos uno de los partidos recientemente formado presumía de exigir, para ir en cabeza de sus listas, a sus candidatos que acreditaran un mínimo de años de experiencia profesional satisfactoria al margen de la política, aunque este mismo partido no considera conveniente reducir un 30% los concejales de los pequeños ayuntamientos.

En Estados Unidos, con una población de más de 300 millones, se las arreglan, y muy bien, con 100 senadores; 2 senadores por Estado. Así, no me sorprende que la imaginativa presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, haya sugerido disminuir a la mitad los senadores de su Comunidad. Parece que, para bien de todos, no ha caído en saco roto.

Otra idea sería suprimir o recortar las autonomías, (algunas de las cuales no parecen recordar que son parte del Estado), pero en todo caso, se debería hacer algo más factible, como defiendo desde hace años: eliminar ministerios. Por ejemplo, en 1936, durante la Guerra Civil se creaba y trasladaba con el gobierno a Valencia, el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, cuya cartera ocupó, por primera vez en la historia de España, una mujer: Federica Montseny, aunque brevemente (creo que no llegó a medio año), por ser anarquista, pues el Dr. Estellés, buen comunista, se encargó de ello, pasando sus competencias a Trabajo. El padre de Federica “Federico Urales”, dijo entonces: “Esto significa la extinción del anarquismo, porque una vez en el poder, los anarquistas no nos libraremos del poder”.

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Se debería hacer algo más factible: eliminar ministerios

Tras la Guerra Civil estas competencias pasaron al Ministerio de Gobernación, y se gobernó toda la sanidad con una Dirección General; hasta 1977 en que se volvió a crear el Ministerio de Sanidad. Como en la actualidad las transferencias están hechas, no hay razón ninguna para mantener dicho Ministerio y con una Dirección General bastaría y sería una demostración muy clara de la necesidad política de corregir el exceso. También el Sr. Rajoy podría fácilmente suprimir o al menos adelgazar el Ministerio de Educación, empezando por el Consejo de Rectores y dar verdadera independencia a las universidades.

Si, como predican muchos de nuestros políticos y también aficionados y críticos, a fin de salir de la preocupante, mejor dicho, espantosa crisis actual, es necesario 1) trabajar más, 2) ser transparente y 3) ser ético, es más que sorprendente que uno de los grandes remedios propuestos y puesto en práctica, después de, al parecer, sesudas reuniones y numerosas de las llamadas cumbres, para solucionar nuestros problemas haya sido facilitar más y más millones de euros, curiosamente, a los bancos. Digo curiosamente porque las entidades bancarias no trabajan ya por las tardes y, desde luego, tampoco los sábados, como si el comercio y las necesidades comerciales de muchos no existiesen. Eso no era así hace bastantes años, cuando de verdad éramos pobres, y desde luego no lo es en otros países, como por ejemplo en Estados Unidos. Lo que no es de recibo es la soberbia bancaria, bien demostrada, por ejemplo, del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.

Me dice mi amigo Rafael Martínez, que sabe mucho de bancos, que la palabra bancarrota tiene su origen en los primitivos cambistas que ejercían su comercio financiero en las calles o plazas de las ciudades. Cuando fracasaban en su negocio se rompía la mesa o banco y la colgaban a la puerta de su casa como símbolo de su ruina, como escarmiento y descrédito, con prohibición de ejercer como banquero el resto de sus días. Todo lo contrario de lo que ahora estamos viviendo con asombro y perplejidad. Por ello, no parece de recibo que ciertos líderes bancarios que han llevado las entidades que presidían prácticamente a la bancarrota (¡qué apropiado es dicho término!), se estén dedicando a asuntos privados que les reportan grandes beneficios o han invertido sumas ingentes en otras entidades dejadas a su custodia o para obtener prebendas en otras instituciones o negocios. Como bien dice el refrán: “la mujer del César no sólo debe ser honesta sino también parecerlo”, y estos individuos no han considerado más que la segunda parte.

El 26 de junio, en The New York Times, bajo el título “Abdicar a lo grande”, Paul Krugman recordaba la crisis en Austria en el 31, como consecuencia de los problemas de un banco austríaco al que se rescató pero que produjo tal pánico que se extendió a todo el mundo, lo que se parece mucho a la actualidad. A su parecer, es una barbaridad que se intente solucionar la situación de España a través de prestar dinero a los bancos, que tienen que pagar intereses, lo que resultará en más deuda para el gobierno y, por lo tanto, para los españoles. Mientras tanto, todos los días, para hacer las cosas más difíciles, se descubren más ejemplos escandalosos de sueldos y pensiones multimillonarias en toda clase de negocios además de bancos y cajas. A menos que el gobierno actúe con energía y obligue a estos beneficiarios de poca categoría ética y moral a devolver dichas cantidades, seguirá aumentando el creciente rechazo hacia los políticos. Naturalmente, no hay que llegar a tal exceso como la noticia de The New York Times, del 31 de julio, de “pena de muerte” a cuatro personas, por un gran escándalo bancario en Irán.

Es necesario agilizar una buena ley de mecenazgo, como la existente en Estados Unidos

Es vicio humano el dar coba y pocos se resisten. Así pues, los consejos de administración muy numerosos representan, con honrosas excepciones, a avispados que acceden a todo para seguir siendo elegidos por el presidente o director que es quien, y pocos más, manejan el cotarro. Para una reunión en las que se intenta solucionar problemas, basta con cinco personas. Por ello, no es de extrañar que el eficiente profesional Goirigolzarri haya reducido el nuevo consejo para Bankia, de 19 consejeros a cinco, ¡cuatro vocales y un secretario! Comentaba The Herald Tribune del 7 de julio, que, aunque en tiempos de bonanza los accionistas pueden ignorar los sueldos ostentosos, en las circunstancias actuales, deben protestar, especialmente cuando miembros de consejos y presidentes de muchas entidades, superan con creces los sueldos de los altos dignatarios de todas las naciones europeas.

Por otra parte, se ha desvelado repetidamente, y por fin, el gran exceso de políticos, ayudantes, coches oficiales y guardaespaldas que mantenemos los contribuyentes. El pasado junio se publicó el artículo Cultura política de Andrés Ollero, que no tiene desperdicio. Su divertido comentario sobre los coches oficiales (algo considerado imprescindible para muchos, no sólo por políticos), me recuerda que en la Universidades en que yo he trabajado en Estados Unidos, es costumbre el poner a la disposición del rector un automóvil, que naturalmente conduce él, pero nada de chófer, mientras aquí es aspiración primordial. En este sentido, me alegró saber que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, explicaba cómo, poco a poco, se está reduciendo el gran número de escoltas en España. Fernández Lázaro en un reciente artículo daba más detalles y mostraba la enorme discrepancia con otros países.

En definitiva, el problema político de España es esencialmente que adolece de listas abiertas para las elecciones, algo que otros ya han denunciado, fundamentales para que el contribuyente pueda saber que sus deseos llegan al gobierno y así, evitar las “familias políticas” y los numerosos asesores nombrados a dedo. Mientras tanto, es necesario agilizar una buena ley de mecenazgo, como la existente en Estados Unidos, e impedir que las circunstancias actuales sirvan de excusa para deshacerse de compromisos adquiridos por numerosas entidades, lo que, desgraciadamente, está sucediendo.

Santiago Grisolía es Profesor Emérito Distinguido Sam Roberts de Bioquímica .

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