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La polémica reforma del modelo bilingüe de Ayuso: explicar la invasión de Napoleón en castellano y pasar al inglés con Trafalgar

La Consejería de Educación de Madrid pretendía que Geografía e Historia se impartiera 100% en español. Al final, sin dar explicaciones ni ofrecer datos pedagógicos, solo se dará en castellano lo que se refiera a la Historia de España

Dos adolescentes estudiando en inglés.
Dos adolescentes estudiando en inglés.Álvaro García
Ana Torres Menárguez

A partir del próximo curso, los alumnos madrileños de primero a cuarto de la ESO serán los únicos de España que darán la asignatura de Geografía e Historia en inglés, excepto los contenidos que se refieren a la Historia de España, que los darán en castellano. Detrás de esa decisión de la Consejería de Educación no hay ninguna investigación relacionada con un mejor rendimiento. Nadie sabe por qué los alumnos estudiarán la invasión de Napoleón en castellano y pasarán al inglés cuando las tropas llegan a Trafalgar. “No hay ningún estudio pedagógico detrás, no se ha investigado en qué contextos de aprendizaje conviene usar el inglés, es un sinsentido”, opina Raquel Aliaga, profesora de la asignatura en el instituto público Gabriel García Márquez de Madrid y vicepresidenta de la asociación de profesores de Geografía e Historia de la región.

El pasado diciembre, el consejero de Educación, Emilio Viciana (PP), anunció que los alumnos de Secundaria ya no recibirían la asignatura en inglés y que la eliminaban de su modelo bilingüe porque habían detectado que “muchas veces” se produce un “detrimento” y un “descenso” tanto en los conocimientos de la propia materia como en el idioma extranjero. Pero el pasado 13 de junio dejaron a los centros educativos, a las familias e incluso a las editoriales helados al cambiar de rumbo y anunciar en una orden que finalmente solo se impartirán en castellano los contenidos relacionados con la Historia de España. El resto seguirá impartiéndose en inglés.

Hasta ese momento, el Gobierno madrileño del PP no había ofrecido ningún dato negativo del avance del bilingüismo, ya que se trata de unos de sus buques insignia a nivel nacional y desde su puesta en marcha, en 2004, otras comunidades gobernadas por los populares lo han replicado, como Andalucía (ese mismo curso), Castilla y León (en 2006) o Murcia (en 2018) —algunas autonomías del PSOE, como Castilla-La Mancha, también han apostado por el modelo bilingüe—. En algunas de esas regiones, como Castilla y León o Murcia, Geografía e Historia solo se imparte en inglés si así lo decide el centro educativo, no hay ninguna normativa que lo imponga.

No se puede aislar a España

La profesora de secundaria Raquel Aliaga considera que es un error aislar un contenido e impartirlo de forma distinta en otro idioma dentro de la asignatura de Geografía e Historia, e indica que va en contra de la ley educativa en vigor (Lomloe), donde no se habla de “temas” ni de “unidades”, sino de situaciones de aprendizaje más transversales y menos acotadas. “Supone aislar y descontextualizar la historia de nuestro país del contexto europeo e internacional, algo que resulta arcaico y limitante”, expone. Pone un ejemplo: “Si estamos trabajando la invasión napoleónica de España, ¿tengo que tratarla en castellano y pasar al inglés cuando hable de Napoleón y Trafalgar?”. A su juicio, cualquier historiador sabe que esa compartimentación no es real. “El mundo no es así, está todo conectado”.

Pone otro ejemplo: cuando en clase explica la arquitectura y la ingeniería romana, recurre a casos en España, como Segovia; les sitúa en el mapa al emperador Trajano, que nació en Hispania, o les muestra el olivo como ejemplo de los grandes pilares de la agricultura. “Hay que crear puentes para que los alumnos conecten con su realidad y se produzca el aprendizaje”.

Aliaga explica que esa fórmula va en contra de los criterios de evaluación recogidos en la Lomloe. “Cuando un profesor programa situaciones de aprendizaje lo hace en función de los criterios de evaluación, diseñas tu clase para ello y eso marca tu dirección... la ley establece de forma clara que hay que enmarcar los contenidos en el contexto internacional y global”, insiste. Ella cree que lo razonable es impartirla en su totalidad en español, porque al hacerlo en inglés (aunque solo sea una parte), los chavales están más pendientes de ver si “se enteran” o si son capaces de pronunciarlo bien que de intentar entender el contenido.

A los departamentos de Geografía e Historia de los institutos públicos madrileños la orden del 13 de junio les pilló desprevenidos, puesto que ya contaban con impartir el total de la materia en español. También a las editoriales, que siguiendo las instrucciones de la comunidad autónomas, ya tienen listos e impresos sus libros de texto únicamente en ese idioma. “No se puede planificar la actividad editorial a golpe de impulsos que no tienen en cuenta los procesos necesarios de la edición: planificación, elaboración, inversión, promoción, logística... y, además, hacerlo en meses no lectivos”, señalan desde Anele, la asociación nacional de editores de libros y material de enseñanza. Algunas de las editoriales de mayor tamaño, que prefieren no figurar en este artículo, confirman que esos libros íntegros en español ya no tienen salida en el mercado, por lo que tienen que asumir esas pérdidas. Su idea es ofrecer a los centros educativos contenidos en formato digital que se ciñan a los nuevos requisitos de idioma.

La bandera educativa de VOX

¿Qué factores explican ese cambio de decisión? ¿Tiene sentido dar solo una parte de los contenidos dentro de una asignatura en español? Desde el punto de vista político, el portavoz de educación del PSOE en la Asamblea, Esteban Álvarez, cree que todo forma parte de la “derechización hasta el extremo” del PP de Ayuso, que ha acabado por apropiarse de uno de los mensajes que el partido ultra VOX ha repetido y criticado hasta la saciedad: no es comprensible que la historia de España se enseñe el inglés, por ser muy poco patriótico. “Les han quitado una de sus principales banderas en materia educativa, lo han defendido a capa y espada”, señala Álvarez, que indica que de media, de primero a cuarto de la ESO, un 30% de los contenidos se refieren a la Historia de España, en cuarto alcanzan cerca del 40%.

En esta línea se sitúa también Isabel Galvín, portavoz de Educación de CCOO en Madrid, que cree que esa marcha atrás no es una improvisación, sino parte de la guerra cultural de Ayuso con el eje en el ultranacionalismo español. “Dentro de esa lógica resulta contradictorio traducir al inglés, por ejemplo, los nombres de los reyes católicos”.

Madrid siempre había hablado bien de su modelo bilingüe. En un informe presentado por la Comunidad de Madrid en junio de 2018, se apuntaba que la tasa de repetidores era superior en los centros no bilingües, un 12,5% en la ESO, frente al 9% en los bilingües. Ese mismo documento señalaba que los alumnos de la bilingüe obtenían mejores resultados en inglés: el 86,5% de los alumnos de 4º de ESO de Sección (los que reciben, al menos, el 33% de las horas lectivas en la lengua extranjera) tienen un B2, mientras que el 77% de los de Programa (solo dan una asignatura en inglés) tienen un nivel básico (A1), según un análisis de British Council. La llegada de Isabel Díaz Ayuso a la presidencia de la comunidad podría ser el punto de inflexión de esa visión optimista: su programa electoral de 2021 ya contemplaba la promesa de “reformular” la carga lectiva en inglés en la etapa de secundaria, una intención que en el programa de mayo 2023 se terminó de perfilar: “Historia se impartirá en español tanto en primaria como en secundaria”.

Desde el punto de vista pedagógico, parte de los investigadores y de los docentes consultados no ven efectivo desgajar la Historia de España para impartirla en otro idioma. En un extremo se sitúan los que defienden que existe evidencia científica de que los conocimientos de Historia no se resienten por darlos en inglés siguiendo la metodología CLIL (Content and Language Integrated Learning, por sus siglas en inglés), un sistema que persigue el aprendizaje de un nuevo idioma a través de otras asignaturas. La profesora de Historia Elena del Pozo, que presentó su tesis sobre esta cuestión el pasado enero en la Universidad Autónoma de Madrid, expone que según las 900 pruebas que pasaron a 450 estudiantes de primero y tercero de la ESO de seis institutos de Madrid (tres con programa bilingüe y tres no bilingüe), pese a que los alumnos de los grupos no bilingües presentaron puntuaciones ligeramente superiores en las pruebas (0,13 puntos en primero y 0,88 puntos en tercero), son insuficientes para deducir diferencias estadísticas. “Los alumnos de la sección bilingüe obtuvieron mejores resultados en la riqueza del léxico histórico, un mayor grado de nominalización, nivel de abstracción y complejidad en sus respuestas”, señala el trabajo. No existe ningún otro estudio de campo con una muestra significativa de alumnos.

Con esa tesis como referencia, un grupo de 70 profesores de la asignatura mandaron una carta al consejero de Educación, Emilio Viciana, para que la asignatura siguiera impartiéndose al 100% en inglés, y se reunieron con los técnicos responsables del programa bilingüe de la consejería. “Nos explicaron que era un encargo del PP, que no tenían ningún dato, que solo cumplían órdenes”, cuenta Rodrigo García, el docente de secundaria que impulsó la recogida de firmas entre 200 institutos públicos madrileños.

El primer análisis exhaustivo del impacto del bilingüismo ha sido adjudicado por la Comunidad de Madrid a la Universidad de Cambridge y saldrá a la luz en 2026. Mientras tanto, a preguntas de este periódico, la Consejería de Educación señala que el hecho de impartir los contenidos relativos a la Historia de España desde primero hasta cuarto de la ESO en español tiene como objetivo “mejorar la calidad educativa, adaptarse a la realidad de los niños y jóvenes, perfeccionar el modelo bilingüe y mejorar el dominio de ambas lenguas”. Ni una explicación más. Tampoco ningún dato.

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Sobre la firma

Ana Torres Menárguez
Redactora de Juventud. Antes, pasó por las secciones de Educación y Tecnología y fue la responsable del espacio web Formación, sobre el ámbito universitario. Es ganadora del Premio de Periodismo Digital del Injuve (dependiente del Ministerio de Derechos Sociales). Fue redactora de la Agencia EFE y del periódico regional La Verdad.
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