La ‘fintech’ que cuida a las pymes mira a la Bolsa
Ebury, creada en Londres por dos ingenieros españoles, prevé cotizar en 2025 con un valor de 2.000 millones de euros
Dos ingenieros, Juan Lobato y Salvador García, montaron en 2009 en Londres una fintech (empresa financiera con fuerte apoyo en la tecnología) para dar servicio a pymes de todo el mundo en sus actividades de comercio exterior: pagos y cobros internacionales, cambios de divisas en más de 130 monedas, gestión de efectivo, préstamos comerciales y gestión de riesgos. Nacía Ebury, un nombre que se cogió de una calle de la city londinense donde estos emprendedores instalaron su primera oficina.
“Comenzamos ese año, primero en el Reino Unido [todavía dentro de la UE], luego en España y Ámsterdam, y nos funcionó. Nuestro apoyo comenzó con un millón de euros de la Junta de Andalucía y establecimos un centro de operaciones en Málaga donde actualmente trabajan 300 personas. En 2010 entró un fondo de capital riesgo llamado Vitruvian y conseguimos estar presentes en todas las capitales de Europa”, explica Juan Lobato, fundador y consejero delegado de Ebury.
La idea de crear esta fintech surgió del mal servicio que los grandes bancos daban a las pymes en sus operaciones exteriores, una parte de su actividad que ha ido a más por el auge del comercio electrónico que les permite vender en muchos más mercados. Como ejemplos de estos movimientos, Lobato recuerda que uno de sus clientes, dedicado a la fabricación de barbacoas, multiplicó por 10 sus ventas en pocos años. “Además, son operaciones complejas, ya que una empresa de Países Bajos, por ejemplo, puede comprar flores en Johannesburgo y luego las vende a todo el mundo en países con diferentes divisas”, añade.
Pero el gran salto en la compañía se produjo con la entrada en el capital del Banco Santander, que en los años 2019 y 2020 adquirió el 54% de las acciones, paquete por el que pagó 400 millones de euros. Actualmente, el capital se reparte entre la entidad presidida por Ana Botín, dos fondos de capital riesgo y el equipo directivo de Ebury. “Santander nos aporta su conocimiento de los mercados financieros fuera de Europa. Tal vez, no habríamos sido capaces de adquirir el banco brasileño Bexs sin la capacidad de análisis del Santander. Todo se acelera: a partir de su entrada nuestro tamaño se multiplica por cuatro”, explica el fundador.
La compañía se encuentra en pleno proceso de expansión. En 2023 abrieron un nuevo centro global de formación en Málaga. También estrenaron oficinas en Praga, Dublín, Estocolmo, Santiago de Chile, Montreal y Shenzhen, en China. Asimismo, la empresa cerró varias operaciones de adquisición. Además del banco brasileño Bexs, Ebury compró Trans Skills Investment en Oriente Próximo, que proporciona capacidades de procesamiento de nóminas, y Prime Financial en Sudáfrica, una entidad especializada en el asesoramiento sobre mercados financieros y servicios de intermediación en el sector de tesorería.
“Queremos aumentar nuestra presencia en África. Las estimaciones de crecimiento demográfico para países como Nigeria son impresionantes y tenemos que preparar la compañía para los próximos 20 años. En este continente, por ejemplo, el coste medio de cambiar monedas para una pyme alcanza el 12% del volumen de la transacción. Intentamos ofrecer a nuestro cliente el tipo de cambio más competitivo. La ineficiencia en cuanto a divisas en los mercados internacionales es muy grande para el comercio internacional”, puntualiza Lobato.
El tipo de cliente de Ebury son empresas con una facturación entre los 5 y los 100 millones de euros que no están bien cubiertas por la banca tradicional en sus operaciones de comercio internacional. Se trata de compañías muy emprendedoras —explica el consejero delegado— con crecimientos anuales del 20% o 30%. “A veces nos preocupa que cuando nuestros clientes se hacen grandes y empiezan a facturar, incluso 1.000 millones de euros, se vayan a la banca tradicional, pero trabajamos para que se queden con nosotros. El 94% de nuestro negocio es digital y solo un 6% se resuelve mediante el teléfono”. El peso de la tecnología es la clave en una fintech. Ebury cuenta con 1.800 empleados, con una edad media de 33 años, de los que 400 son desarrolladores informáticos y 600 se dedican a laborales comerciales, repartidos en 40 oficinas por todo el mundo.
La compañía pone a disposición de sus clientes una plataforma que en los últimos 12 meses del año ejecutó un volumen de transacciones de 29.159 millones de euros. El cliente recibe asesoramiento y cuenta con alertas personalizadas y otras generales para tomar sus decisiones —sobre todo de tipo de cambio de la moneda — de la forma más ventajosa.
Equilibrio
Lobato repite su voluntad de crecer y crecer, aunque también busca un perfil más equilibrado entre inversión y ganancias. “A mí me gustaría invertir más, pero el mercado quiere ver ya buenos datos en el balance de Ebury: ahora el crecimiento se valora menos, aunque seguiremos con nuestras inversiones en México, Shenzhen y Suecia”, indica. Un buen argumento en este cambio de estrategia es su salida a Bolsa, prevista para 2025. En el ejercicio fiscal finalizado en abril han aumentado un 85% los ingresos, hasta 204 millones de libras (233 millones de euros). También han cerrado con un ebitda de 16 millones de libras, que contrastan con las pérdidas operativas de 34,1 millones de libras registradas el año anterior.
El consejero delegado ve en la Bolsa una oportunidad de financiación y destaca el crecimiento como atractivo para el accionista antes que el dividendo. “Nuestra financiación ahora es cada vez más fácil. Disponemos de líneas de crédito de 300 millones de euros, de las que ahora utilizamos menos de un tercio. Unas líneas que usamos para comprar otras compañías”, explica Lobato.
Y para el estreno en el parqué repite su deseo de seguir creciendo. “La Bolsa permite mejorar la financiación, pero también creo que un negocio grande debe estar en el mercado. Habrá que ver el momento de mercado más adecuado para el estreno. En ese momento, el tamaño de Ebury será más importante que el precio que fijemos para la OPV”, indica. Actualmente, su valoración interna apunta a 2.000 millones de euros.
El colchón del euro digital
Juan Lobato, leonés de 54 años e ingeniero de telecomunicaciones y economista, no se priva en criticar a la banca tradicional, pese a contar con Santander como accionista mayoritario de Ebury. Del mal servicio de los bancos a las pymes surgió el negocio de su compañía, pero ve en el euro digital una gran oportunidad para que las entidades financieras dejen de ser una carga para el erario público con sus cíclicas crisis. “Para nosotros es muy positivo. Abarataría el movimiento de monedas a las empresas y nos ayudaría. Pero tiene otras ventajas, ya que cambiaría el mundo de la banca. Un mayor control de los bancos centrales para ver cómo el dinero se mueve y se gasta. Esto supondría quitar buena parte del llamado riesgo sistémico de la banca y, por tanto, evitaría los costes públicos de sus crisis”.
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