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El ascenso a los cielos de Novo Nordisk: la lucha contra la obesidad enamora a los inversores

La farmacéutica danesa se convierte en la más valiosa de Europa gracias a sus productos para combatir esta enfermedad que la OMS cree que ha “adquirido proporciones de pandemia”

Novo Nordisk
Varios dispensadores con fármacos de Novo Nordisk.Carsten Snejbjerg (BLOOMBERG)
Ignacio Fariza

Ozempic y Wegovy. Dos nombres de medicamentos prácticamente desconocidos para el gran público —médicos, pacientes y un puñado de avezados financieros que siguen el sector al margen— son los protagonistas de un giro de 180 grados en el rumbo de una empresa (Novo Nordisk) y del sostenimiento económico de un país (Dinamarca) justo cuando los nubarrones económicos acechan de nuevo a una Europa en la que empieza a hacer mella la subida de tipos. La farmacéutica con sede en Copenhague es, desde hace un par de semanas, la compañía más valiosa de Europa, tras superar al gigante francés del lujo LVMH y colarse entre las 20 empresas mayores del mundo. El país nórdico, por su parte, acaba de esquivar la recesión sobre la bocina gracias, en gran medida, a estos dos fármacos contra la obesidad made in Denmark.

Para entender el ascenso a los cielos de este otrora modesto laboratorio farmacéutico especializado en diabetes, que hoy suma casi 60.000 empleados en todo el mundo, hay que retroceder la mirada casi siete años. Es enero de 2017. Novo Nordisk ya es la compañía más valiosa de Dinamarca —una de las naciones más prósperas de la Unión Europea—, pero atraviesa un interregno bursátil y de negocio. La acción está estancada, abonada al movimiento lateral. Hay, en fin, pocos motivos que inviten a aventurar lo que está a punto de llegar: un rally más propio de un chicharro (valor de poca liquidez y capitalización, que hace las delicias de los especuladores por su gran volatilidad) que de un transatlántico mundial.

El aterrizaje en la cúspide de Lars Fruergaard Jørgensen, un ejecutivo de la casa con poca aversión al riesgo, lo cambia todo. En pleno debate interno sobre la conveniencia de seguir o no con los costosísimos ensayos para comprobar la efectividad de Wegovy frente a problemas cardiacos asociados a la obesidad, el nuevo consejero delegado inclina la balanza. Más de un lustro después, el tiempo le da la razón. Los resultados, que vieron la luz el pasado verano, son más que positivos: el fármaco reduce la probabilidad de ataques al corazón en un 20%, incluso por encima de lo esperado por el mercado. La acción se dispara, y el resto de la historia ya es conocida.

Novo Nordisk ha dado dos veces en la diana. Con Wegovy, que da ahora sus primeros pasos, y con Ozempic, que pese a no estar aún oficialmente prescrito contra la obesidad ya tiene una legión de usuarios después de que varias estrellas de Hollywood lo pusiesen en órbita. Su precio en España: 130 euros para un mes de tratamiento.

Este doble acierto no podría haber llegado en un momento más propicio desde el punto de vista de las necesidades sanitarias. Lo hace justo cuando esta patología crónica empieza a adquirir tintes de epidemia —según las propias palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS)— en Occidente. Estados Unidos, donde algo más de dos de cada cinco adultos la sufre, es el epicentro. Pero Europa le va a la zaga: en el Viejo Continente está ya entre las principales causas de muerte y discapacidad.

En 2023, los ingresos obtenidos por la compañía procedentes de Wegovy y Ozempic se duplicarán con creces en comparativa anual. Pero quienes siguen el día a día de la empresa apuestan ya por cotas mucho más altas, del orden de 16.000 millones en 2027. A las patentes aún les queda recorrido: en la mayoría de mercados no expirarán hasta bien entrada la década de los treinta. “Estamos solo al principio”, auguran Emily Field y Charles Pitman, del banco británico Barclays, que acaba de elevar sus previsiones para Novo Nordisk a partir de 2024. “La obesidad se ha convertido en una oportunidad secular y única para todo el sector farmacéutico y, específicamente, para Novo”, completaban los analistas del alemán Deutsche Bank en un informe publicado justo después de que la danesa adelantase en Bolsa al icónico grupo francés dueño de Louis Vuitton, Christian Dior o Moët Hennessy. El artífice del antídoto contra el sobrepeso frente al icono global de la opulencia, dos de los conceptos que pueden resumir esta era.

Los mercados, dice el viejo adagio, cotizan expectativas y no beneficios. Sin ser, ni mucho menos, la farmacéutica que más dinero gana del mundo, la danesa ya es la segunda mayor cotizada del sector por valor bursátil: son ya casi 400.000 millones de euros. Por delante en el escalafón aún tiene a Eli Lilly, un coloso estadounidense y su principal competidor en el tratamiento de la obesidad con su compuesto Mounjaro, que ya supera el medio billón de euros de capitalización bursátil tras duplicar el valor de sus acciones en solo medio año y quintuplicarlo desde el confinamiento. Eli Lilly es la décima firma más valiosa del globo, a un paso de Meta (dueño de Facebook) y por delante de Visa. Novo Nordisk, por su parte, ha sextuplicado su valor en la última década, triplicándolo desde la pandemia y anotándose un estirón de casi el 75% en el último año.

Gran potencial

El mercado potencial para los medicamentos contra la obesidad es sencillamente enorme. Barclays lo ha valorado recientemente en unos 100.000 millones de dólares (94.000 millones de euros al tipo de cambio actual) en la próxima década, con una suerte de prima a quien se tiró primero a la piscina y arriesgó su dinero en un proyecto incierto por fármacos que aumentan la sensación de saciedad en los pacientes. “La cuota de mercado debería repartirse, de manera relativamente equitativa, entre Novo Nordisk y Eli Lilly”, proyectaba recientemente la analista Axelle Pinon, miembro del comité de inversiones de la gestora francesa de activos Carmignac. El resto de competidores, sin embargo, no están de brazos cruzados: Pfizer, aupada al estrellato por su éxito con la vacuna contra la covid-19, también quiere sumarse a la carrera.

El mercado está ahí, y el reto es, más bien, cómo satisfacer la demanda. El bum ha llevado al límite sus fábricas, y la danesa sopesa ya la apertura de una nueva planta específica para su compuesto antiobesidad tras anunciar una inversión de 2.000 millones para redimensionar sus instalaciones. “Novo Nordisk está afrontando importantes problemas de oferta en los mercados internacionales que, si no se resuelven, podrían conducir a una pérdida de cuota”, avisan los analistas de Zacks en un estudio publicado esta misma semana. Esa es la contracara de un triunfo farmacológico y empresarial sin apenas precedentes. El riesgo, siempre presente, de enredarse con su propio éxito.

Una compañía centenaria

Novo Nordisk cumple este año su centenario. Su origen está en la diabetes. En 1921, el premio Nobel danés August Krogh y su mujer Marie, que padecía esta enfermedad, supieron del descubrimiento de la insulina. August, consciente de los problemas de salud de su esposa, viajó a Canadá y logró el permiso para producir el medicamento en Dinamarca. En 1923, los primeros pacientes del país nórdico fueron tratados con insulina.
Un siglo después, Novo Nordisk es un gigante mundial. Sus ventas en 2022 crecieron un 26% y se situaron en 23.720 millones de euros, mientras que el beneficio operativo escaló un 16% y superó los 10.000 millones. Es una compañía muy rentable, ya que su margen de explotación se sitúa en el 42,3%. Además, reparte (pay out) el 50% de sus ganancias en forma de dividendos.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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