Olga Sánchez (Axa): “Mi ‘hobby’ es dormir y mi yoga, la siesta de los sábados”
La consejera delegada de la aseguradora se refugia en el último pueblo de Toledo, donde acude a visitar a su familia y a disfrutar de sus paseos y de su afición por el cine clásico
La consejera delegada de Axa España, Olga Sánchez (Madrid, 1969) siempre tuvo grabado que si otros podían, ella también. Un mantra que le viene de su afán de destacar como hermana del medio que fue en la infancia, antes de que naciera su hermano menor. Hija de un padre que se reconvirtió en taxista tras perder el empleo, así fue cómo buscó su sitio hasta ser la que más éxito laboral ha tenido de su familia gracias a sus altas dosis de optimismo, a su exceso de trabajo y de disciplina, como ella misma reconoce. ¿El dinero da la felicidad? No, pero sin él tampoco es fácil encontrarla, opina desde su casa, en la que teletrabaja jueves y viernes para liderar con el ejemplo.
Pregunta. ¿Es una mujer segura?
Respuesta. Sí, muy segura.
P. ¿Cuántas pólizas tiene contratadas?
R. Uyy, todas las del mundo. No tengo nada sin asegurar.
P. ¿Cuál es su fin de semana ideal?
R. Es en un lugar de La Mancha de cuyo nombre sí quiero acordarme, Valdeverdeja (Toledo), el pueblo de mis padres. Es ideal porque hago cuatro deportes muy importantes para mí: el primero es dormir. El segundo, comer muy bien. El tercero es andar dos horas por la mañana y dos por la tarde disfrutando del paisaje. Y el último es hablar y hablar con mi marido, mi hijo, mis hermanas y mi madre; hacer familia. Voy cada poco voy porque está muy cerca y me encanta.
P. ¿Cuánto tiempo dedica a su marido y a su hijo? ¿Concilia?
R. Sí, concilio bien. Tengo una estricta disciplina, cuando trabajo, trabajo con los cinco sentidos al 500% y cuando descanso, descanso con los cinco sentidos al 500%. Una de las cosas muy buenas que trajo la pandemia es que tengo el privilegio de desayunar y cenar con mi marido y mi hijo. Parece que no, pero son momentos robados de familia. Más los fines de semana, en los que puedo desconectar bastante bien, al menos el sábado, que es sagrado para mí y no trabajo. Los domingos trabajo dos o tres horas para preparar la semana siguiente.
R. Mi hobby es dormir y mi yoga es la siesta de los sábados. Para mí dormir es esencial; no sé cómo hay gente que puede dormir tres horas y tener el cuerpo y la mente descansados. Yo lo puedo hacer un par de días, pero al tercero soy una muerta viviente. Durante la semana tengo un déficit de sueño que es lo que más me lastra y necesito tener cuerpo y mente al 500%. También me encanta el cine clásico. Por ejemplo, el último puente que nos quedamos en Madrid hicimos una sesión continua de las de antes de películas de Agatha Christie de los años setenta.
P. ¿Habla mucho del sueño, tiene problemas para dormir?
R. No tengo ningún problema de sueño. Salvo cuando viajo, duermo como un tronco. Solo que necesito dormir ocho horas y habitualmente duermo seis como máximo. Es un déficit que tengo y que trato de compensar los sábados acostándome a las 12 de la noche y levantándome como una rosa a las 10 de la mañana.
P. ¿Se cuida?
R. Sí. Por temas de salud. El primer año como consejera delegada no me cuidé y eso tuvo una serie de consecuencias. Me hice un análisis y todos los parámetros, incluso la tensión, que la suelo tener baja, la tenía totalmente desequilibrada. La verdad es que me asusté. Estaba con sobrepeso y perdí kilos. Me cuesta mantenerlo con tanto viaje y tanto evento, pero cuido la alimentación con disciplina; intento andar dos o tres días entre semana y también los fines de semana y duermo.
P. ¿Cómo desconecta?
R. Llego por la noche a casa y, según cruzo la puerta, dejo el móvil en la entrada, y se acabó: ya he desconectado. Ceno con mi familia y me voy a acostar sin mirarlo. No soy dependiente del móvil, no lo miro. Pero según me levanto, lo primero que hago es ir a la entrada y cogerlo para ver lo que ha ocurrido. El móvil está prohibido en la mesa y también tiene que estar fuera de la habitación para dormir. Son pequeñas cosas que te hacen desconectar.
P. ¿Se da caprichos?
R. Sí, pero muy pocos. Porque cuando has crecido en una vida de ahorro y de cuidar mucho el dinero que era escaso, me cuesta a veces gastar una barbaridad de dinero en algo. No entiendo gastar, por ejemplo, 1.000 euros en unas zapatillas. Y no es una cuestión de poder o no poder. Simplemente, me cuesta. Pero sí me puedo dar caprichos y disfrutar a lo grande, como por ejemplo del viaje que le preparé a mi marido por su cumpleaños, tres días en el Valle del Automóvil, visitando Bolonia, Módena con chófer y pudiendo conducir un Ferrari.
P. ¿Tiene algún plan para cuando se jubile?
R. No sé qué voy a hacer, pero tengo muy claro que voy a intentar descubrir si tengo alguna capacidad que todavía no he descubierto por obligaciones autoimpuestas de estudiar y trabajar. Y también me gustaría la docencia, compartir con los demás lo que he aprendido en la vida.
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