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Coyuntura económica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La economía, mejor este año que el próximo

La fortaleza de la actividad económica supondrá que los bancos centrales tendrán que mantenerse atentos a los riesgos inflacionarios

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en una de sus últimas apariciones públicas
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.Thomas Lohnes (Getty Images)

La actividad económica en el mundo se está moderando, pero a un ritmo más gradual que lo esperado, incluso demasiado gradual para unos bancos centrales que siguen concentrados en reducir las presiones inflacionistas pese a las recientes turbulencias bancarias.

El relativo dinamismo de la economía global se da en un contexto de disipación de los choques de oferta causados por la pandemia y el inicio de la guerra en Ucrania, por un lado, y de fortaleza de la demanda, por otro. Los precios de la energía y de otras materias primas se han reducido y las disrupciones en las cadenas de suministro globales casi han desaparecido, ayudadas por el fin de las restricciones por la pandemia en China. Además, el empleo sigue dando señales de fortaleza, con el paro en niveles mínimos en muchas geografías, mientras los efectos sobre la demanda del apetito por consumir observado desde la reapertura posterior a la covid siguen presentes. Todo esto sugiere que este año el PIB crecerá más que lo anteriormente previsto en la mayoría de las regiones, aunque a un ritmo algo inferior al observado en 2022. Así, tras el 3,4% del pasado año, el PIB global crecería este un 2,9%.

Otra buena noticia es que la tendencia bajista de la inflación se ha afianzado recientemente, respaldando la idea de que lo peor en términos de presiones de precios ya ha quedado atrás. Es cierto que la subyacente todavía no ha dado señales claras de ralentización; pero, a pesar de algunos efectos de segunda ronda (presiones de salarios y ajuste de márgenes empresariales), la desaceleración será más marcada en la última parte del año.

No obstante, las señales positivas recientes no implican que el escenario económico para el próximo año vaya a ser mejor. En realidad, lo más probable es que acaben complicando el panorama para 2024. Y es que la fortaleza de la actividad económica —de la demanda y de los mercados laborales, en particular— supondrá que los bancos centrales tendrán que mantenerse aún más atentos a los riesgos inflacionarios. Los tipos de interés estarán en niveles restrictivos durante un largo periodo, probablemente por más tiempo del que descuentan actualmente los mercados financieros. Asimismo, los programas de reducción de los balances de algunos de los principales bancos centrales, el endurecimiento de las condiciones crediticias (especialmente tras las recientes tensiones en el sector bancario estadounidense) y, eventualmente, el repliegue de los estímulos fiscales concedidos en los últimos años también afectarán al crecimiento económico global en 2024 (estimado en 2,9%, menor a lo esperado previamente). Todo apunta a que las buenas noticias de este año se van a pagar en una recuperación menos fuerte el que viene. Nada es gratis.

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