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El pueblo que crece a base de emprendedores

Los habitantes de Cervera del Maestre avanzan un 27% en el último año y medio gracias a proyectos desarrollados por población extranjera

Cervera del Maestre
Julien Ribera con un ayudante durante sus trabajos agrícolas en Cervera del Maestre (Castellón).

En un año y medio, Cervera del Maestre (Castellón) ha pasado de 557 habitantes a 710, su mejor dato desde 2013, gracias a que la población extranjera —que reúne 18 nacionalidades— alcanza el 30% del censo. Desde hace doce años la localidad ha desarrollado distintas iniciativas para que los turistas de zonas como Benicarló o Peñíscola elijan este pequeño municipio como “proyecto de vida”, cuenta su alcalde Adolfo Sanmartín. La repoblación ha supuesto la creación de empresas —como una inmobiliaria o una galería de arte— y ha mantenido otros oficios más tradicionales, como la agricultura.

“Antes los turistas venían a pasar el verano. Nuestra intención era ofrecerles un lugar donde pudieran vivir todo el año”, cuenta Sanmartín, que considera que la repoblación no pasa por mover las industrias a zonas rurales. Por ello, se creó la Asociación Ciudadanos del Mundo en Cervera, con la intención de establecer un canal de comunicación fluido entre todos los nuevos y antiguos residentes y la alcaldía para desarrollar un “conjunto de servicios”. Tras casi un decenio de trabajo, el municipio cuenta con particularidades como escuela y libros totalmente gratuitos y clases de castellano para adultos, correspondencia postal a residencias fuera del núcleo urbano, seis rutas de senderismo y ciclismo, dos de escalada, autoproducción de aceite y jabón.

También recibió un premio de la Asociación Viles en Flors, por el cuidado de sus entornos verdes: está prohibido construir en el 80% del territorio. Además, el consistorio ha construido dos plantaciones de energía fotovoltaica de 30 kilovatios. Una para todos los edificios municipales y otra para los 400 vecinos adscritos al servicio. La inversión ha sido de 150.000 euros y el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial, un organismo público perteneciente a la Generalitat Valenciana, ha financiado dos tercios de esa cantidad. El “éxito”, asegura el alcalde, se ha basado también en la posibilidad de emprendimiento que han tenido los vecinos extranjeros, que han llegado al pueblo para realizar sus sueños y alejarse del frenesí de la rutina ciudadana.

Panorámica de Cervera del Maestre (Castellón)
Panorámica de Cervera del Maestre (Castellón)

Para Julien Ribera, Cervera fue el lugar ideal para empezar de cero. Este alemán de 30 años se mudó al pueblo castellonense hace cuatro años con su mujer y su hija recién nacida. Tras finalizar su carrera en Ciencias Ambientales, buscaba un sitio tranquilo donde comenzar a trabajar. “La primera vez que vinimos aquí fue en 2017 por la invitación de un amigo. Un año después volvimos para quedarnos. La gente es muy amable y muy abierta. Olía a felicidad”, cuenta por teléfono.

Al principio, se apoyó en sus ahorros. Se buscaba la vida en varios trabajos de maniobra, hasta que se dio cuenta de que el pueblo tenía muchas tierras descuidadas y decidió dedicarse a la agricultura. Pidió un préstamo de 15.000 euros para comprar podadoras, motosierras y hasta un tractor. Aunque fue difícil arrancar, ahora tiene 12 hectáreas de tierras arrendadas: aceitunas, algarrobas y almendras destacan entre sus productos estrella. Ribera los vende a una cooperativa local que se encarga de repartirlos a otros distribuidores. Tras facturar alrededor de 12.000 euros en 2021, las adversas condiciones climáticas de este año han menoscabado el crecimiento de su negocio. “Las plagas en el olivar por el exceso de humedad han perjudicado los cultivos de aceitunas. Aun así, confío en alcanzar los 20.000 euros”, matiza.

Negocios de muebles y de arte

El británico Frederick de Souza (56 años) echó raíces en Cervera mucho antes. Tras años de experiencia en el departamento de marketing de algunas multinacionales (Unisys y Xerox, entre otras), en 2006 necesitaba un cambio del estilo de vida frenético que llevaba en Londres. “Conduje varios meses por la Costa Brava, buscando la España auténtica, lejos de centros turísticos. Con fácil acceso a Barcelona y Valencia y cerca del mar, descubrí que Cervera era la ubicación perfecta”, explica. A la hora de encontrar piso, notó que había pocos agentes inmobiliarios en la zona, por lo que apostó por desarrollar su negocio en este sector. Inicialmente, se asoció con algunos agentes locales que ya tenían experiencia en el territorio, para luego establecer su propia actividad a finales de 2011, con el apoyo de una empresa en Reino Unido, Carobtree Property Management.

En 2020, De Souza montó también una galería de arte que lleva su nombre, que a menudo organiza exposiciones de artistas locales que, gracias a su aire internacional, llaman la atención de los residentes de la provincia. “Como siempre me ha encantado la creatividad, vi que este negocio era una oportunidad para atraer más talentos en Cervera”, agrega. Con ambas actividades, cerró 2021 con una facturación de 20.000 euros. Negocios lejos de ser rentables, aunque el empresario cuenta con otras fuentes de ingresos en su tierra natal.

Maria Isabelle Cattin durante un taller de manejo de azagayas (lanzas).
Maria Isabelle Cattin durante un taller de manejo de azagayas (lanzas).

María Isabelle Cattin llegó en 2018 de Suiza, donde trabajaba en una empresa que se encontraba en un período de dificultad económica. Su madre es española y tiene una casa en Peñíscola desde los años ochenta. “Conozco muy bien la región y elegí Cervera por su tranquilidad y hospitalidad. Aquí la gente es fantástica”, señala. Tras un período de poca actividad, este año ha encontrado su fortuna en el pueblo. Doctora en prehistoria, se dedica a impartir talleres en los centros culturales de la zona. “Por fin he podido hacer mi sueño realidad y dar voz a mis pasiones. Aunque no gano mucho dinero, tengo la suerte de contar con una prejubilación de Suiza. Espero tener más oportunidades el año que viene”, zanja.

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