España alcanza el mayor superávit con el exterior desde las devaluaciones de la peseta
La economía española se enfrenta al dilema de reducir la deuda externa o fomentar más la inversión doméstica


España alcanzó el año pasado el mayor superávit con el extranjero en los más de 30 años en los que hay datos. La relación de la economía española con el exterior es una de sorber y soplar a la vez. Por un lado, acumula desde la crisis financiera una gran deuda externa que necesita ir devolviendo. Y para ello tiene que ahorrar frente al exterior. Hay que enviar fondos fuera y tener lo que en la jerga se llama una capacidad financiera positiva con el extranjero. Pero, por otro lado, al mismo tiempo precisa fomentar la inversión nacional para converger con economías más avanzadas y hacer frente a retos como la digitalización, la innovación o el cambio climático. Y para ello tiene que ahorrar menos frente al exterior e invertirlo más en casa o atraer más recursos de fuera, lo que en ambos casos reduciría el superávit externo. Además, invertir bien ayuda a elevar más el PIB y devolver con más holgura en el futuro la deuda. Así que a la vez necesita absorber fondos hacia el interior, máxime ante el pobre comportamiento que ha tenido en España la inversión privada desde la pandemia.
La deuda con el exterior tiene unos activos que la respaldan. Una vez se restan, se obtiene la deuda exterior neta, también conocida como posición de inversión internacional neta si se suman los activos y pasivos de renta variable. Esta ha ido bajando en relación al tamaño del PIB y constituye una de las grandes correcciones que ha protagonizado la economía española desde los excesos de la burbuja de 2008. Se ha hecho de forma sostenida y no sin grandes sacrificios en los salarios para ganar competitividad, consiguiendo mantener durante más de una década superávits robustos con el exterior, algo que no había sucedido nunca en la historia económica de España más allá de dos o tres años encadenados después de una crisis o durante una guerra mundial. Es más: en el acumulado de 2024 se alcanzó el 4,2% del PIB de superávit con el exterior, unos 66.000 millones. Es el nivel más alto desde 1993, en medio de las devaluaciones de la peseta, que es el año en el que arranca la serie. El turismo, los servicios empresariales y la entrada de fondos europeos han contribuido a este récord. A su vez, ese dato ha permitido que, a finales del año pasado, la posición de endeudamiento neto se situara en el 44% del PIB, unos 700.000 millones, frente al 51% del PIB, unos 768.000 millones, que se registró al cierre de 2023. Se trata de una cifra mucho más sostenible que el 90% del PIB que se llegó a rondar en los peores momentos de la crisis financiera. Y en los últimos años incluso se ha acelerado algo esta mejora. Aun así, todavía se encuentra en cotas por encima del 35% del PIB, nivel a partir del cual la Comisión Europea lo considera un desequilibrio.
En euros, la deuda bruta sin restar los activos ha seguido aumentando y roza 2,6 billones de euros. En porcentaje del tamaño de la economía, esta sigue en unos niveles cercanos a los de Gran Recesión. Se mantiene por encima del 160% del PIB. Es decir, la deuda no es lo que está bajando para corregir la posición internacional neta: si se examinan los activos del último año, estos han aumentado en unos 200.000 millones en transacciones. Aunque hay partes de la corrección que pueden corresponderse con la mejora del PIB, la subida de las valoraciones de los activos o con las fluctuaciones de las divisas, parece que la principal razón por la que baja es que los españoles destinan más recursos fuera. Esto supone diversificar fuera y es positivo en la medida en que ayuda a que las empresas y bancos españoles aguanten mejor los vaivenes de la economía nacional gracias a tener presencia también en mercados foráneos. Pero a la vez puede implicar que fondos que pudieran estar impulsando la inversión nacional vayan fuera. Es comprensible en una economía madura como Alemania. Pero un país menos avanzado como España, que además exhibe crecimientos robustos, podría beneficiarse en gran medida de unos mayores niveles de inversión dados los retrasos que acumula, sobre todo en el ámbito tecnológico. El problema es que la inversión foránea es imprescindible para el desarrollo tecnológico y de infraestructuras de todo tipo. El dilema en apariencia de España es que precisa de tres cosas a la vez: invertir, atraer capital extranjero y bajar la deuda externa.
En cualquier caso, la composición del endeudamiento externo ha mejorado, con algo más de inversión en capital, que no se tiene que devolver, y con mucha menos deuda privada y más deuda pública, que tiene intereses más bajos, plazos más largos y un cierto respaldo implícito del BCE. También hay más deuda en manos del banco central, cuyos riesgos son obviamente menores. Pero la deuda externa pública sigue siendo un elemento muy importante de vulnerabilidad. Los extranjeros poseen, según las estadísticas del Banco de España, unos 713.000 millones de euros de deuda de las Administraciones, unos 61.000 millones más que hace un año. En términos de PIB, ha subido del 43% al 44%. Si se fuera corrigiendo la deuda pública, entonces se podría ir bajando esa deuda externa y al mismo tiempo dedicar más ahorro a la inversión nacional. Lo ideal sería un círculo virtuoso en el que baje la deuda pública, se atraiga capital foráneo y se diversifique la inversión española fuera. Esa sería la clave para conseguir sorber y soplar a la vez.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
