El Gobierno de Starmer propone una semana laboral comprimida de cuatro días
Los trabajadores que pudieran optar a esta modalidad realizarían el mismo número de horas, pero en menos días. La medida forma parte de la reforma laboral prometida por el Partido Laborista
El Gobierno laborista ha admitido este viernes que trabaja en la idea, adelantada por el diario Daily Telegraph, de que los trabajadores británicos puedan reclamar a sus empleadores, cuando las circunstancias lo permitan, una jornada laboral semanal comprimida en cuatro días. Las horas trabajadas, sin embargo, seguirían siendo las mismas (cuarenta). Los nuevos planes no contemplan la posibilidad de reducir por ley el tiempo total.
“Creemos que la flexibilidad de horarios es buena para la productividad”, ha admitido la secretaria de Estado de Empleo, Jacqui Smith, en la cadena de radio LBC. “Quizá en vez de trabajar ocho horas diarias durante cinco días se puede trabajar diez horas al día durante cuatro. Sería la misma cantidad de trabajo, pero de un modo que te permite gastar menos en guardería o dedicar más tiempo a tu familia. Atraería a más gente al mercado laboral y ayudaría a nuestro objetivo fundamental de crecimiento”, ha señalado.
Smith ha reconocido que la posibilidad de una semana comprimida no estaría al alcance de todos los trabajadores. Profesores, por ejemplo, que deben cumplir con un horario escolar, quedarían descartados de una alternativa que, en cualquier caso, nunca se impondría forzosamente a las empresas. “No tenemos ninguna intención de obligar a nadie a cumplir la jornada comprimida. Cualquier intento de mejorar la legislación laboral será consultado también con los empresarios”, ha dicho un portavoz del Gobierno británico.
Keir Starmer fue rebajando la grandilocuencia de sus propuestas electorales a medida que veía más cercana la posibilidad de convertirse en primer ministro del Reino Unido. Lo que comenzó llamándose el New Deal for Working People (Nuevo Acuerdo para la Clase Trabajadora), que copiaba la resonancia revolucionaria y transformadora del “new deal” del presidente estadounidense Roosevelt, acabó por bautizarse como el Make Work Pay Plan (Plan Para Que Trabajar sea Rentable), mucho más modesto en su enunciado, para no espantara a los empresarios.
En cualquier caso, las propuestas incluidas en ese plan, que el Gobierno se ha comprometido a llevar al Parlamento en los primeros cien días de su mandato (que comenzó el pasado 5 de julio), suponen una considerable mejora para los derechos de los trabajadores británicos, en el caso de que se aprueben.
La nueva legislación acabaría con los abusos de los contratos por obra, que muchas empresas utilizas de modo fraudulento para evitar el pago de vacaciones, la baja por enfermedad o la indemnización por despido. Los cambios prometidos incluyen también el llamado derecho de desconexión de los trabajadores, que sancionaría a las empresas que intentaran contactar con el empleado a través de correos electrónicos o mensajes del móvil fuera de su horario laboral.
Junto a propuestas innovadoras como esa última, el plan laborista incorporaría también algunas disposiciones que son moneda común en otros países europeos, pero no tanto en un marcado tal liberalizado como el británico. Por ejemplo, la posibilidad de que todos los trabajadores cobren durante la baja por enfermedad o tengan una protección reforzada frente a un despido improcedente.
La semana de cuatro días laborales es una idea que se está debatiendo en los países occidentales. Hace algo más de un año el Reino Unido lanzó un programa piloto sobre la semana reducida en el que participaron algo más de medio centenar de empresas. De las 61 compañías que pusieron en marcha la experiencia, 58 firmas decidieron prorrogar esta fórmula de trabajo. Además, 18 de ellas decidieron convertirlo en permanente. Estas empresas han conseguido reducir la cantidad de horas trabajadas, aumentar el bienestar de sus empleados y mantener e incluso elevar la productividad de los empleados.
Experimentos parecidos se han puesto en práctica en Islandia, Portugal o Bélgica, donde ya una opción al alcance de los trabajadores, aunque no implique una reducción de las horas sino la concentración de las mismas.
El proyecto piloto portugués afectó a un millar de empleados y reveló que el nuevo esquema laboral es beneficiosa para los trabajadores. Más de nueve de cada diez de las empresas que participaron en el ensayo consideró que los cambios observados eran positivos. Para las plantillas, lo más destacable fueron las mejoras que percibieron en su salud mental.
En España también se ha querido hacer un experimento similar. Hace más de un año, el Ministerio de Industria lanzó un proyecto con ayudas a empresas industriales que recortasen la jornada a cuatro días. Reservó 50 millones para ayudar a estas empresas, pero el ensayo acumula meses de retraso.
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