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La OCDE aconseja a España que suba los impuestos verdes, el IVA y mejore las políticas de empleo

El organismo aumenta en tres décimas las previsiones de crecimiento para el país en 2024, hasta el 1,8%

Trabajadores España
Un trabajador en la fábrica de Ford en Almussafes, Valencia.Kai FORSTERLING (EFE)
Denisse López

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se une al club de organismos que vaticinan que este año la economía española tendrá un buen desempeño. Prevé un aumento del Producto Interior Bruto (PIB) —que repuntará un 1,8% en 2024—, menos inflación y también una reducción del paro. Sin embargo, las previsiones publicadas este jueves también contienen un pequeño catálogo de recomendaciones para que el país siga por la senda del crecimiento sostenible y pueda cumplir con las nuevas reglas fiscales europeas. La institución multilateral con sede en París muestra su preocupación por el elevado nivel de deuda pública de España, aunque alaba el trabajo realizado en los últimos años para contener el déficit. “La relación deuda pública PIB es alta y el gasto está fuertemente inclinado hacia las pensiones, en detrimento de partidas que mejoran el crecimiento y se espera que aumente el gasto relacionado con el envejecimiento”. El organismo presidido por el australiano Mathias Cormann advierte: “Se necesita un ajuste fiscal más fuerte para poner el ratio de deuda en una senda descendente”.

Entre las medidas propuestas para afrontar estos retos destaca la subida del Impuesto al Valor Añadido (IVA) así como los tributos relacionados con el medio ambiente. Además, recomienda que se adopten medidas para mejorar la productividad, entre las que destacan los refuerzos educativos e impulso de la tecnología. Sobre el mercado laboral señala: “Es necesaria una renovación de las políticas activas del mercado laboral para mejorar la eficiencia de la adecuación laboral y abordar las habilidades desajustes”. El incremento de las tasas impositivas serviría, según los analistas, para garantizar la consolidación fiscal. Mientras que las políticas en materia laboral condicionan la fortaleza nacional en el medio plazo.

Para contener los costes fiscales en el corto alcance, la OCDE ve necesario limitar el impacto de las ayudas que todavía se conservan del escudo social desplegado en 2022 a los colectivos más vulnerables —a día de hoy se mantienen los descuentos al transporte público, la rebaja del IVA para los alimentos básicos que está vigente hasta el 30 de junio y algunos topes energéticos como el precio máximo de la bombona de butano—. No obstante, si se quieren mitigar las presiones del gasto público en el largo plazo, es necesario que la Administración asegure ingresos adicionales a las arcas públicas mediante “la ampliación gradual de la base del impuesto al valor añadido” y “la mejora de la eficiencia del gasto”.

Por lo pronto, la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado de 2024 y la extensión parcial de las ayudas anticrisis ralentizan, según el organismo, los objetivos fiscales. En concreto, prevé que el déficit público disminuya al 3,3% en 2024 y al 2,6% en 2025, mientras que la deuda bajará al 107,1% del PIB en este ejercicio y al 106,7% en el próximo. Son previsiones más optimistas que las barajadas en sus informes previos, pero que siguen por encima de las enviadas esta semana por el Ejecutivo a Bruselas, según las cuales el déficit caerá hasta el 3% este año y al 2,5% el siguiente, mientras que la deuda quedará en el 105,5% y en el 104,1%, respectivamente.

El diagnóstico de la OCDE es más benévolo con el crecimiento económico. Mejora en tres décimas sus proyecciones respecto a febrero, con lo cual augura que el país se expandirá un 1,8% en 2024, por encima de sus principales socios de la zona euro. El consumo privado será el gran motor nacional, respaldado por un mercado laboral resiliente —contempla una tasa de paro del 11,7%— y aumentos de los ingresos reales. También jugará a favor la moderación de la inflación, que reducirá al 3% para el cierre de año. Aunque la inversión se mantendrá débil, cobrará protagonismo en el siguiente ejercicio gracias a la implementación continua del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. No se vislumbran sobresaltos en el comercio exterior, aunque una escalada en los conflictos geopolíticos pueden reducir la demanda de los principales socios de España. El efecto arrastre de este año permitirá que el PIB aumente un 2% en el siguiente ejercicio, mientras que la inflación se moderará hasta el 2,3%.

A pesar del innegable músculo de la economía nacional, el club de los países ricos advierte de que, para impulsar el crecimiento sostenible, es necesario aumentar la productividad potenciando la innovación, mejorando el nivel educativo de la población e impulsando reformas adicionales en el mercado laboral. En concreto, recomienda mejorar la contratación y reducir el desajuste de competencias que tienen los trabajadores, es decir, garantizar que tienen la cualificación necesaria para los empleos que se crean. Recuerda además que el lento crecimiento de la productividad, la baja inversión y el envejecimiento de la población evitan un mayor aumento del PIB.

A la cabeza en Europa

A golpe de actualización, la organización vuelve a dar una buena nota a España respecto al resto de países de la eurozona, que apenas crecerá un 0,7% este año y un 1,5% en 2025 pese a que ambas cifras han sido revisadas al alza en dos décimas respecto al informe de febrero. Los augurios para Alemania son peores: reduce en una décima la estimación de crecimiento para 2024, hasta el 0,2%, y mantiene el 1,1% para el próximo ejercicio. Las perspectivas para Francia también son modestas, aunque mejoran levemente (sube una décima el PIB para este año, hasta el 0,7%, y en dos el que viene, hasta el 1,3%).

La reducción de la inflación, en cualquier caso, debería ayudar a apuntalar la actividad de la región. Se espera que varios Estados miembros se beneficien de un desembolso anticipado de los fondos europeos y que el consumo privado mejore gracias al aumento de los salarios y la recuperación del poder adquisitivo. En paralelo, la política fiscal se endurecerá en los siguientes dos años a medida que se retiren gradualmente las medidas de apoyo que se desplegaron durante la crisis energética.

En una visión más global, la OCDE prevé que el PIB mundial aumente hasta el 3,1% en 2024 —la misma tasa que el año pasado— y al 3,2% en 2025. La inflación seguirá disminuyendo gradualmente gracias a la restrictiva política monetaria y una disminución de las presiones sobre los costes de los bienes y la energía. No obstante, será hasta finales del próximo año cuando las principales economías alcancen los objetivos de estabilidad en los precios impuestos por los bancos centrales. Pese a las subidas constantes de tipos, “la actividad mundial ha demostrado ser resiliente y los riesgos para las perspectivas se están volviendo más equilibrados”, según ha detallado este jueves el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann.

Pese a que las perspectivas ya no auguran un cataclismo, los expertos consideran que la política monetaria debe seguir siendo prudente y que la política fiscal debe abordar las crecientes presiones sobre la sostenibilidad de la deuda. Además, las proyecciones siguen marcando enormes brechas entre regiones, con resultados mucho más débiles en muchas economías avanzadas —especialmente en Europa—, y un fuerte crecimiento en Estados Unidos y muchos mercados emergentes.

Se dispara el coste económico de los desastres naturales

El coste económico de los desastres naturales se ha más que duplicado desde 1980 y se espera que la tendencia continúe al alza en los próximos años. Entre 2020 y 2021, las catástrofes naturales supusieron alrededor del 0,22% del PIB mundial, mientras que en 1980 apenas representaban el 0,08%, según las cifras presentadas este jueves por la economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Clare Lombardelli.

El impacto ha ido en aumento con el paso de las décadas. Entre 1990 y 2020 se situó entre el 0,15% y el 0,18% del PIB. Sin embargo, a día de hoy los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes, por lo que los expertos han pedido a los países que generen un mayor margen fiscal a fin de garantizar una mínima solvencia ante futuros imprevistos derivados del cambio climático.

La innovación puede facilitar la transición climática al acelerar la adopción de tecnologías verdes, pero los Gobiernos no están invirtiendo lo suficiente. La Agencia Internacional de la Energía señala al respecto que, con las políticas actuales, el desembolso para el cierre de esta década apenas representará la mitad de lo que se requiere para cumplir con el objetivo de emisiones netas cero para 2050.

Aumentar la inversión en infraestructura verde y digital, fortalecer los estándares para permitir una reducción de las emisiones y aumentar el alcance y el nivel del precio del carbono son factores clave para mitigar el cambio climático, y las prioridades varían según los países. "Dado que las políticas de mitigación actuales no alcanzan lo necesario para limitar el aumento de las temperaturas globales, las políticas y estrategias de adaptación también son cada vez más urgentes para ayudar a minimizar los costos económicos del cambio climático", precisa el informe presentado este jueves por la OCDE.

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Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.
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