La riqueza de las familias españolas cerró 2023 en 2,1 billones de euros, nuevo máximo histórico
La deuda de las empresas y los hogares se redujo casi 12 puntos respecto al año previo, hasta el 111,6% del PIB
Las familias españolas nunca habían acumulado tanto dinero como en 2023. En este año, la riqueza financiera neta de los hogares, que se mide por la diferencia entre ahorros y deudas que acumulan, aumentó un 9,25% respecto al ejercicio previo, hasta alcanzar prácticamente los 2,1 billones de euros. Así se desprende de las Cuentas Financieras de la economía nacional publicadas este miércoles por el Banco de España. A este resultado ha contribuido la moderación de la inflación, que fue mayor de lo que inicialmente se esperaba, y el tirón del empleo con la recuperación salarial, así como la revalorización de las pensiones. Todo ello ha permitido a las personas guardar más dinero que otros años para destinarlo a invertir. De hecho, los datos muestran que en 2023 no solo hubo un mayor enriquecimiento, sino que la deuda tanto de las empresas como de los hogares cayó casi 12 puntos porcentuales respecto a 2022 —se situó en el 111,6% del Producto Interior Bruto (PIB)—. Para hacerse una idea de lo saneada que están las cuentas solo hay que recordar que dicha tasa alcanzó el 200% en los momentos más duros de la crisis financiera.
Los activos financieros de las familias —dinero en efectivo, acciones, depósitos y valores en renta— aumentaron casi un 6%, hasta los 2,83 billones de euros a cierre del año pasado. Este crecimiento se debe a una revalorización de los mismos, en particular de las participaciones en el capital y en fondos de inversión, y a un aumento en la adquisición neta de activos, donde destacan los fondos de inversión y la compra de deuda que tanto entidades públicas como privadas emiten para obtener financiación. María Jesús Fernández, analista senior de Funcas, explica al respecto que la reiterada subida de tipos de interés que se registró en los últimos dos años impulsó a los hogares y a las empresas a poner su dinero en áreas que generan más ganancia, como los títulos de deuda. Esto es lo que explica las enormes colas que se formaron a inicios del año pasado en la entrada del Banco de España para comprar letras del Tesoro, pues para ese entonces su rentabilidad había vuelto a ser positiva y la banca seguía sin arrancar con la remuneración de los depósitos.
Las participaciones en fondos de inversión fue el componente que más incrementó su peso en los activos financieros de los hogares: 1,1puntos porcentuales respecto a un año antes; mientras que el peso del efectivo y los depósitos fue el que más cayó —registró un descenso de 2,7 puntos porcentuales—. Pese a esta recomposición de la cartera, los hogares siguen apostando principalmente por el efectivo y los depósitos, que sumaban el 38% del total de activos a cierre de año; seguido de participaciones en el capital (30%); fondos de inversión (15%); y seguros y fondos de pensiones (13%). En una visión global, los activos financieros sufrieron una caída de casi cinco puntos porcentuales respecto al PIB (representaron un 193,7% en el cuarto trimestre), pero esto se debe exclusivamente a que la economía creció con mucha fuerza en ese periodo.
La analista precisa que otro de los motivos que está detrás del crecimiento de la riqueza de las familias es el fuerte aumento de la renta disponible, que en el año subió más de un 11%. Pese a que este capital podría haberse usado en consumo, la realidad es que los españoles decidieron centrarse en engordar su hucha y en invertir.
Adiós a la deuda
El año pasado también sirvió para que las familias y las empresas nacionales redujeran su deuda. En concreto, cayó casi un 2% respecto a 2022, hasta los 1,6 billones de euros. En términos de PIB, la ratio se moderó en 12 meses desde el 123,4% hasta el 111,6% del PIB. Aunque ambas partes contribuyeron a este descenso, el gran protagonista fue el sector empresarial, que decidió aprovechar sus excedentes financieros para reducir sus pasivos en vez de invertir. La analista de Funcas detalla que en este periodo, las compañías no solo han usado para esto sus ingresos, en algunos casos extraordinarios, sino también han echado mano de la venta de algunos activos financieros. El dinero que han sacado de ellos lo han usado, en muchos casos, para seguir desapalancándose.
De acuerdo con las cifras publicadas este miércoles, la deuda consolidada de las empresas se redujo desde los 958.400 millones de finales de 2022 a los 946.600 millones a cierre de 2023, lo que supone el 64,7% del PIB frente al 71,2% de un ejercicio antes. Si se incluye la deuda interempresarial, la ratio se eleva al 81,7%, por debajo del 92,2% de un año antes. En el caso de los hogares, el pasivo pasó de 703.600 millones de diciembre de 2022 a 685.400 millones a cierre de 2023. Respecto al PIB, la ratio disminuyó hasta el 46,9%, 5,4 puntos porcentuales menos que un año antes y el nivel más bajo desde septiembre de 2001.
La cifra puede parecer alta, pero si se pone en contexto el panorama es positivo. España tiene una deuda que está por debajo de la media de la eurozona, a falta de los datos del cuarto trimestre y según añade Fernández, el esfuerzo llevado a cabo a nivel nacional a fin de reducir este indicador le hace prever que se mantenga esta tendencia.
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