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Las llegadas de gas ruso a los puertos españoles baten un récord tras crecer un 30% en 2023

El combustible con origen en Rusia supone ya el 18% de las importaciones, después de dos años consecutivos al alza. A diferencia del que llega por tubo, su vendedor no es estatal (Gazprom) sino privado (Yamal LNG)

El metanero Nikolay Urvantsev, cargado con gas ruso, en el puerto de Bilbao, el 10 de marzo de 2022.
El metanero Nikolay Urvantsev, cargado con gas ruso, en el puerto de Bilbao, el 10 de marzo de 2022.Luis Tejido (EFE)
Ignacio Fariza

Los puertos españoles siguen siendo una de las principales vías de entrada del gas natural licuado (GNL, el que viaja por barco). Las importaciones de este combustible alcanzaron el año pasado los 72.790 gigavatios hora (GWh), un 29,8% más que en 2022 y encadenan ya dos ejercicios seguidos al alza: en 2022, cuando empezó la guerra, el crecimiento fue de casi el 55%. A diferencia del petróleo y sus derivados, el gas no es objeto de sanciones por parte de la Unión Europea.

Rusia es ya el segundo máximo suministrador español de GNL, con el 18% del total. Rebasa, así a Nigeria, y queda únicamente por detrás de Estados Unidos, que en 2023 también fue —por primera vez— el mayor proveedor de crudo de la cuarta economía del euro, según las cifras publicadas este jueves por la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores). Argelia sigue siendo el indiscutible primer origen del gas que llega a España, pero en su caso la mayor parte de las ventas (el 80%) viajan por tubo y no por barco.

A diferencia del gas ruso que llega a Europa por ducto —vía Turquía o, paradójicamente, vía Ucrania, los dos únicos tubos activos tras la voladura del hegemónico Nord Stream—, que comercializa la estatal Gazprom, el GNL que llega a España y al resto de puertos de la UE es suministrado por Yamal LNG. Este consorcio tiene como principales accionistas a la rusa Novatek —de titularidad privada y no pública, como Gazprom—, a la francesa TotalEnergies y la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC). Este combustible se extrae íntegramente de la región ártica.

El aumento en las llegadas de gas licuado ruso no es un fenómeno únicamente español. En la primera mitad del año pasado, las compras europeas de este combustible crecieron casi un 40%. Una cifra muy superior al aumento de los envíos globales de este combustible, que rondó el 6%, según las cifras de Global Witness sobre los datos de la consultora especializada Kpler.

Ribera: “Nos gustaría que se redujeran drásticamente”

Las autoridades españolas han señalado en repetidas ocasiones su deseo de que estos flujos caigan. “Nos gustaría que se redujeran drásticamente las importaciones de GNL ruso, pero no tenemos capacidad para imponer sanciones o prohibirlo”, subrayó a finales de enero la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, en una comparecencia parlamentaria. “Este Gobierno no compra gas ni ninguna materia energética: compran los traders, los consumidores, los importadores...”.

“Lo que sí hemos hecho es recordar a todas estas instituciones que sí importan gas que es más que recomendable que no firmen nuevos contratos de suministro con un proveedor como Rusia”, agregó Ribera en referencia a la misiva enviada en marzo del año pasado a los principales actores de sector. “No hay una decisión expresa a nivel europeo que prohíba la importación, por lo que el Estado no tiene competencias para imponer prohibiciones a las importaciones, dado que el comercio exterior es una competencia comunitaria y las sanciones se deciden en instancia europea”.

¿Sanciones al gas?

Con los cauces de suministro de GNL ex Rusia ya bien establecidos —EE UU, Qatar, Noruega, Nigeria...—, son varias las voces que llaman a la Comisión Europea a reconsiderar su postura inicial de no sancionar el gas ruso y hacer lo mismo que hizo con el petróleo en junio de 2022: prohibir todas las llegadas por mar.

En el plano empresarial, sin embargo, esa decisión generaría una enorme incertidumbre jurídica: una parte de las entregas se producen al contado y son fáciles de cancelar sin penalizaciones; otra, sin embargo, se corresponde a contratos a largo plazo de difícil resolución que acabarán, muy probablemente, en tribunales o cámaras internacionales de arbitraje. Ese es, entre otros, el caso del acuerdo de suministro entre Yamal LNG y Naturgy, el mayor de los que involucran a España y Rusia, plurianual y que obligan al comprador a pagar el gas lo reciba o no.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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