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Cepsa achaca al impuesto extraordinario su entrada en números rojos en el primer trimestre

La segunda petrolera española contabiliza íntegramente el gravamen, de 323 millones, en el primer trimestre. Sin el recargo, su beneficio neto habría sido positivo gracias a la buena marcha del negocio de refino

Maarten Wetselaar, consejero delegado de Cepsa.
Maarten Wetselaar, consejero delegado de Cepsa.Pablo Monge
Ignacio Fariza

El negocio principal de Cepsa, como el del resto de grandes petroleras occidentales, sigue marchando mejor que bien, incluso con el precio del crudo picando a la baja. La segunda mayor petrolera española ha anunciado este viernes un beneficio bruto de explotación (Ebitda) ajustado de 556 millones en el primer trimestre de 2023, solo 5 menos que en el mismo periodo del año pasado, en el que estalló la guerra. El beneficio neto ajustado, por su parte, fue de 176 millones, más de tres veces más que un año antes

Sin embargo, el resultado neto IFRS (el que resulta de aplicar las normas internacionales de información financiera y, por tanto, el que permita comparar con otras compañías) arrojó una pérdida de 297 millones que la empresa achaca directamente “al impuesto extraordinario por importe de 323 millones que grava a las empresas energéticas en España”. También, aunque en mucha menor medida, a la caída en la valoración de sus inventarios.

“La normativa contable nos obliga a contabilizar en este primer trimestre todo el impuesto sobre nuestra facturación en 2022″, explican fuentes de la compañía. “Los resultados del primer trimestre reflejan el impacto desproporcionado del impuesto extraordinario en las cuentas de la compañía. Al estar calculado en función de la facturación y no de los beneficios, para Cepsa, que tiene más actividad en España, supone un esfuerzo proporcional mucho mayor que otras energéticas”.

Otros grandes nombres del sector, como Repsol, optaron en cambio por dotar una provisión hace unos meses para evitar este hachazo contable en el primer trimestre de 2023. “El hecho de que el impuesto extraordinario gravado a las empresas energéticas españolas haya deparado a Cepsa pérdidas según las normas internacionales de información financiera en el primer trimestre ilustra su mal diseño y su impacto desproporcionado —más del doble que nuestros principales competidores en proporción al beneficio neto— en una compañía que está invirtiendo fuertemente en el futuro energético de España”, se queja el consejero delegado de la petrolera, Maarten Wetselaar.

Mucho tienen que cambiar las cosas, sin embargo, para que esta entrada en pérdidas sea puntual: fuera de este epígrafe, las principales variables de la cuenta de resultados de Cepsa son positivas. El flujo de caja antes de variaciones en el capital circulante fue de 285 millones de euros, 80 más que entre enero y marzo del año pasado, “impulsado principalmente por los mayores márgenes de refino”. La inversión alcanzó los 114 millones, 25 más que en el primer trimestre de 2022, con los “negocios sostenibles” —que juegan un papel esencial en su plan para dejar atrás la etiqueta de petrolera para convertirse en una empresa multienergética— casi duplicando su cuota. Y la deuda bajó, en gran medida por la reciente venta de la mitad de su negocio de exploración y producción, con la liquidez en una posición “sólida” de 4.300 millones, suficiente para cubrir todos los vencimientos hasta 2027.

El refino como motor

Por áreas de negocio, exploración y producción de petróleo y gas se anotó un Ebitda ajustado de 310 millones de euros, un 19% menos que en el primer trimestre del año pasado, “como consecuencia de los menores precios del crudo” y también a los menores bombeos, que cayeron un 12%.

En energía —en la que están englobadas tanto las refinerías como la comercialización de carburantes o el trading, entre otras actividades— logró un Ebitda ajustado de 211 millones, un 47% más, en gran medida por la buena marcha de su negocio de refino, cuyo margen se ha quintuplicado en 12 meses, “influidos positivamente por la reducción de los costes de la energía y la mejora de la utilización” de los parques energéticos. Todo, a pesar de que su refinería de La Rábida, en Palos de la Frontera (Huelva), sufrió la mayor parada de su historia para aplicar mejoras.

Por último, el área de química ganó 64 millones, lejos de los 110 millones cosechados entre enero y marzo del año pasado, “debido a la persistencia de un mercado complejo, como consecuencia de una importante contracción de la demanda que se tradujo en una reducción global de los volúmenes de ventas y los márgenes”.

Cepsa es una de las petroleras europeas que más se ha enfocado en el hidrógeno verde y la generación de electricidad renovable como alternativas de futuro, frente a la paulatina decadencia del negocio fósil. En el primer trimestre del año, la energética propiedad Mubadala Investment —el vehículo de inversión del emirato de Abu Dabi, que tiene el 63% de las acciones— y del fondo estadounidense Carlyle (37%)— superó los gigavatios de potencia en proyectos solares en desarrollo (2,1 GW) en Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura y la Comunidad de Madrid. Esa cifra supone casi la mitad de la meta de capacidad renovable que se ha fijado para 2030.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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